pamplona - Cuenta Manuel Vilas (Barbastro, 1962) que Ordesa (Alfaguara) es el libro más importante de su vida. También es el más personal, ya que es un retrato biográfico de su padre y de su madre, explorando misterios como son la vida, el dolor de una pérdida o el amor. Y es también el eco de una España que ya no existe. Una historia común, dice. Tan común que cualquiera puede identificarse. “Y eso nos hace sentir menos solos”, dispara el aragonés.

¿Qué le empujó a sumergirse por primera vez en un libro de carácter autobiográfico?

-Ocurrió tras la muerte de mi madre, en mayo de 2014. Me afectó mucho, como a cualquiera, pero cuando a un escritor le afectan las cosas, las resuelve poniéndose a escribir. Ese acontecimiento me hizo darme cuenta de muchas cosas y empecé a escribir una historia sencilla: un señor ha perdido a su padre y a su madre y se da cuenta de que los quiso muchísimo, que no supo decirlo en vida y escribe esta novela de agradecimiento y de amor.

Como si se tratase de hacer justicia a todas esas conversaciones y tareas que quedaron pendientes.

-Claro, porque luego hablando con muchos lectores ves que es un tema universal, que esas conversaciones pendientes quedan y es difícil pensar que todo se ha hecho bien. Ahí hay muchos misterios: el de la muerte, el del amor, el de la paternidad y de la maternidad... Temas que nadie resuelve, porque no se pueden resolver. Y lo que hago es hablar de eso, desde cómo eran mi padre y mi madre.

¿Es quizá más fácil para uno empatizar cuando es otro el que expone su drama y recuerdos?

-Sí, el pacto autobiográfico quiere decir que te cuento esto porque aquí vas a ver tu propia vida. A nadie le pasan cosas raras, a todos nos pasa lo mismo. Escribí pensando que vaya relación más rara tuve con mi padre y con mi madre, y luego veo que miles de personas han tenido si no esas rarezas, otras parecidísimas. Y eso es bonito porque te quita soledad.

Y cuando uno se expone de esta manera, ¿quién protege a Manuel Vilas del propio Manuel Vilas?

-Hice un ejercicio de introspección y de fidelidad. Me costó escribir el libro porque todo lo que había dentro era muy personal, a veces digo que era nitroglicerina literaria. Pero necesitaba hacerlo. Es el libro más importante de mi vida y fíjate, para alcanzarlo, me han tenido que pasar muchas cosas. La relación entre vida y literatura, en mi caso, es total y absoluta.

Y tras enfrentarse a esta memoria, recuerdos y realizar el viaje familiar, ¿qué es la familia para usted?

-La familia es el único espacio, en teoría, que nos han dejado para que seamos seres humanos. Es donde, por decirlo de manera sociológica, todavía no entra el capitalismo (risas). Un padre o una madre ama a su hijo o a su hija de forma invendible. Me obsesionaba eso, ese espacio donde el capitalismo no ha generado relaciones de mercancía, de compra y de venta. Digo hostia, es que eso es solo el padre, la madre y los hijos... Las relaciones de pareja están mediatizadas por el capitalismo, las de amistad, también...

¿Usted cree?

-Joe, lo he visto a lo largo de mi vida... Que te pase algo en la vida, pídele dinero a un amigo y verás (risas). Creo en la amistad, pero me interesaba buscar el espacio donde se daba eso que se llama amor incondicional y eso lo encuentro en la relación de padres, madres e hijos, que no a la inversa; los hijos siempre tienen muchas cosas que hacer. El otro día un profesor de filosofía me dijo que lo que yo explicaba desde el sentimiento y el amor, es darvinismo: un padre y una madre protegen al hijo porque es la perpetuación de la especie, es un mandato genético y biológico de la naturaleza... pero yo prefiero llamarlo amor (risas).

Desde estos recuerdos de su familia, Ordesa

-Claro, al querer contar la vida de mi padre y de mi madre elegí el periodo donde yo era niño y ellos estaban en su plenitud de los 40 años. Era la España de finales de los 60, principios de los 70... Y esos momentos de mi vida están grabados a fuego. La memoria te regala cosas que tú ni sabías que llevabas dentro y me afloraron recuerdos, frases y cosas raras del pasado....

¿Por ejemplo?

-Una Nochebuena mi padre rompió todos los platos de la cena (risas). Y yo nunca pregunté qué demonios había pasado, lo vi y tendría siete años y fue un follón de la leche, pero no pregunté nada y eso se te graba en la memoria, pero nadie te puede aclarar qué pasó. Empiezas a ver que el pasado es complejo, que es un abismo... También era una época de muchos silencios, era una sociedad con el franquismo encima, el tema religioso... Había muchas cosas que impedían la sensibilidad y decir la verdad.

Y sin embargo, pese a lo complicado de entonces, aquellas familias peleaban, contra y viento y marea, por salir adelante. Y lo hacían. ¿Cree que hoy somos más vulnerables y se ha perdido cierta fortaleza para afrontar las épocas de crisis?

-Creo que ha pasado algo, sí. Mi padre tuvo muchísimas menos oportunidades en la vida, no pudo estudiar, no tuvo las ventajas que yo he tenido y él fue más feliz que yo. Estoy convencido de ello, porque vivió de una manera más sana. No sé qué le ha pasado al mundo, hay cosas que gestionamos mal. Primero, nos estamos cargando el planeta; segundo, nadamos en la abundancia más absurda de la tierra, estamos llenos de cincuenta mil objetos materiales que se nos presentan delante y no sabemos qué hacer con ellos... Mi padre tenía un par de zapatos y ahora la gente tiene veinte. Nos estamos cargando el planeta y es insostenible. Eso de alguna manera se te mete por dentro y te genera un clima de angustia y de ansiedad, de no saber de dónde viene el sistema que vivimos... Además, el hablar de la gente, esa belleza de las conversaciones... Hemos perdido humanidad. Es verdad que tenemos conocimiento, todos sabemos muchas cosas y no hay incultura. Ha habido un progreso y eso tampoco lo quiero tocar, este país es infinitamente mejor... Pero urge repensar hacia dónde vamos, porque es un tema global, todas las culturas son iguales, yo he viajado mucho y en todos los países pasa lo mismo.

Pese a que temas como el cambio climático afecte a todos, hay partidos políticos que lo niegan...

-No tiene que ver con cuestiones ideológicas, es sentido común. Con las ciudades contaminadas te vas a morir igual si eres de derechas o de izquierdas. Y cuando veo que lo niegan, me acojono, será que irán con máscara o con bombona por la vida.

Tras vaciarse personalmente de tal forma, ¿ahora qué?

-El 31 de mayo se va a celebrar el bicentenario del nacimiento de Walt Withman, un escritor importante porque ayudó a que la gente descubriera su belleza interior. Ahí hay una cosa hermosa que la literatura sí puede hacer: que la gente vea que puede crecer por dentro y que puede expandir su libertad y su conciencia. En todos esos misterios interiores que llevamos dentro, cuando los cultivamos hay belleza, y hay belleza en la vida... y sigue habiendo belleza en los dramas de la vida. Creo que el próximo libro va a ir por ahí.