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‘La Cueva de la Luna’, de José Luis Díaz, una muestra de la condición humana

El libro, editado por Pamiela, describe desde el humor una ciudad y todos los personajes que habitan en ella

‘La Cueva de la Luna’, de José Luis Díaz, una muestra de la condición humana

pamplona - Turquesa es una ciudad que a muchos les resultará conocida y que está llena de personajes y avatares cuyas historias parecen más bien sacadas del imaginario que reales. Algunas son inventadas, pero muchas otras no. En esta ciudad hay un club de alterne, bajo el nombre La Cueva de la Luna, al que todos los habitantes de esta ciudad están relacionados de una forma u otra. Es en este mapa donde se desarrolla la nueva novela del escritor pamplonés José Luis Díaz Monreal, quien ha procurado realizar una “muestra de la condición humana” desde el humor pero también desde la crítica social y política.

Tomando el mismo nombre que el citado club de alterne, esta última obra de Díaz Monreal es un libro distribuido en capítulos cortos, relativamente autónomos, donde asistimos al despliegue de una tipología castiza de seres, habitantes de Turquesa, que terminan resultando muy cercanos y reales. “Algunas de las historias han salido de mi imaginación, por supuesto, pero muchas otras son anécdotas que yo mismo he vivido o que me han contado, que después aderezo convenientemente”, destacó ayer el autor de la novela durante su presentación, y añadió que en ella aparecen algunos de los personajes más reconocidos en Pamplona. A propósito de esto, explicó que la ciudad ficticia Turquesa es una clara representación de Pamplona salvo por una diferencia: en el libro, esta ciudad tiene mar.

Díaz Monreal subrayó que “el género en el que se podría incluir la novela es el esperpento mezclado con la astracanada”. Eso sí, añadió, “lleno de humor y de simpatía y comprensión para con todas las personas y sus defectos”. En este sentido, quiso hacer alusión a dos asuntos delicados que aparecen en la novela: la prostitución y la religión. Respecto al primero, señaló: “Tengo un gran respecto hacia estas trabajadoras y creo que eso se refleja en la novela, ya que La Cueva de la Luna no es un lugar sórdido, no aparecen proxenetas al estilo de lo que sucede en la realidad, sino que se trata de un lugar utópico en el que a las chicas se les respeta. En él, a las que no saben se les enseña a leer y escribir, se les da clases de música, de educación, lo que antes llamaban urbanidad y en donde se les retiene parte de la paga que es invertida para que aquellas que se casan tengan una dote y las demás puedan disfrutar de un retiro honorable”. Además, destacó que “son los personajes que salen más favorecidos entre todos los que desfilan por el libro”.

Por otro lado, también quiso aclarar que no es su intención herir los sentimientos de ninguna persona creyente. “En alguno de los capítulos se cuentan anécdotas en las que se ridiculiza a determinadas personas que practican una religión trasnochada y ridícula”, dijo, y añadió: “Lo que he pretendido es tratar con humor el comportamiento extremo de determinados creyentes que, todo el mundo estará de acuerdo, existen en nuestra sociedad”.

El autor de la novela contó que él siempre se ha basado en historias que escucha, que le cuentan o que él mismo ha vivido. “Normalmente suele ser una frase la que me llama la atención, y esa idea que he escuchado me la apunto y después la desarrollo según quiera; no siempre tiene por qué ser fiel a la verdad de lo que me dicen”, dijo. Asimismo, apuntó que el nombre de la novela está sacado de un club de alterne real. “Me contaron una anécdota que ocurrió en este lugar, que está fuera de España, y me pareció muy interesante y que tenía gancho para una novela”, agregó.

Por otro lado, comentó que comenzó a escribir esta novela hace once años y que una curiosidad sobre la misma es que siempre la ha escrito en el mismo lugar y en la misma época del año. “Después de San Fermín solía veranear en un pueblecito aragonés, y parece ser que allí me venía la inspiración”, indicó.

ilustraciones “soberbias” El libro se acompaña en todos los capítulos de una serie de ilustraciones realizadas por Luis García, quien también se ha encargado de la cubierta. Según describió Díaz Monreal, se trata de “unas ilustraciones soberbias” que consideró que han captado muy bien el mensaje de la novela.

Fue el propio García quien explicó que durante años ha sido vecino de Díaz Monreal, aunque “ninguno de los dos sabía a qué se dedicaba el otro”. “Un día, vio que dibujaba algún boceto en un bar, lugar al que suelo ir a dibujar, y me pidió que colaborase con él en una novela que tenía en mente; poco después me mandó el primer borrador y cuando iba por la tercera página no podía parar de reírme; no pensaba yo que un hombre como José Luis, que parece tan amable y tan tranquilo podía tener todo este mundo interior dentro”, dijo el ilustrador.

El libro. La Cueva de la Luna, de José Luis Díaz Monreal, es un libro editado por Pamiela que relata las andanzas de diferentes personas que viven en la ciudad Turquesa y que tienen alguna relación con La Cueva, establecimiento que sirve de nexo de unión entre ellas. En el dorso del libro se indica: “Algunos lectores pensarán que las cosas que aquí se cuentan son fruto de la imaginación del autor, que son sucesos cuyo desarrollo difícilmente se va a dar en la vida cotidiana. Sin embargo, solo tenemos que leer la prensa diaria o escuchar los diversos noticiarios para comprobar que la realidad de la vida supera con creces a la imaginación”.

El autor. José Luis Díaz Monreal es licenciado en Geografía e Historia por la UNED y se ganaba la vida como mecánico; actualmente ejerce de pensionista. Ha publicado, además de esta colección de relatos que presentó ayer, los ensayos La historia olvidada (2009) y Las huelgas de Potasas (2012), así como la biografía de Jacinto Ochoa, la prisión más larga (2013). En la editorial Pamiela han visto la luz La huelga de 1951 y otros conflictos en Navarra durante los años cincuenta (2013) y la novela El robo de la catedral (2017, con una segunda edición en el mismo año).