Satur Napal Lecumberri (Murillo el Fruto, 1955) es médico de profesión pero por encima de todo se considera un absoluto barojiano desde que tiene uso de razón. Es conocedor de prácticamente todas las biografías que se han publicado sobre Pío Baroja y sabe que “todo está ya contado”. No obstante, apunta que “aunque se sepa hasta el más mínimo detalle de su vida”, quizás hasta ahora no haya habido un autor “que haya recabado en el alma de Baroja”. Por ello, en su libro Baroja. Siempre Baroja, el autor desgrana algunos aspectos de la infancia de este escritor de la generación del 98 y apunta cómo ser conocedor de él le ha influido en su vida y en sus relatos, entre otros aspectos.

La construcción de este relato, que Napal tenía pendiente desde hacía muchos años, comenzó cuando el escritor navarro hizo un viaje al cementerio de Madrid durante una ruta barojiana. “Me impactó mucho ver su tumba y decidí que era el momento de escribir aquel relato con el que llevaba a vueltas durante tanto tiempo”, destacó. En este sentido, Napal describió ayer, durante la presentación de la obra en la Feria del Libro, cómo en cierta manera se ha sentido identificado en alguna ocasión con Baroja. “Su infancia y primera juventud fueron muy parecidas a las mías y en cierta manera no puedo evitar sentirme identificado con él”, contó. “Como todos sabemos, él vivió en Pamplona en una absoluta libertad, y yo que soy de pueblo también me crié de esa manera”, contó, para añadir: “Después, en Baroja quedó marcada de por vida esa etapa vital, que más tarde utilizó en muchas de sus novelas”.

entrando en el alma de baroja Por otro lado, el escritor subraya que lo que ha procurado en algún capítulo del libro es “entrar en el alma de Baroja”, ya que “de este se ha dicho todo lo que se pueda imaginar pero nunca se ha llegado a su alma. Accedí a través de sus libros a las dos personas que más le han conocido, que son su hermana Carmen Baroja y su subrino Julio Caro Baroja; fue ahí cuando vi realmente el alma de Baroja y descubrí que era un sentimental, un romántico, un hombre que siempre convivió con su madre y que no se casó, y con esto creo que he descubierto una parte de él, al menos para mí, desconocida”, apuntó.

Pero también toca otros temas como los días de otoño por los que Baroja sentía tanta admiración, una visita a Itzea, casa familiar del escritor o de barojianos y antibarojianos. “Somos muchísimos los barojianos pero por suerte también hay un número importante de antibarojianos, y ya sabéis el dicho aquel que dice que da igual que hablen bien o mal de ti, pero que hablen”, subrayó. Es de destacar que entre las páginas del libro Napal descubre a qué Baroja le hubiera gustado conocer. “Evidentemente, me hubiera gustado conocer al Baroja en plenitud de facultades, pero más me hubiera gustado conocer en su infancia y todavía más, si cabe, cuando era muy mayor y no estaba al 100%, aunque seguía siendo él e incluso me atrevería a decir que en aquella época se acentuó el arquetipo de Baroja”, sostuvo.

El escritor navarro rehusa de definir su libro como una biografía porque, insiste, “de Baroja se ha dicho absolutamente todo”, y prefiere afirmar que su trabajo “es un relato muy personal de lo que fue él y de lo que significa para mí y para otras personas. Es que Baroja ha influido en muchas facetas de mi vida; en cómo ver el paisaje, cómo ver a las personas, cómo sentir la escritura...”, añadió.

Antes de finalizar la presentación de esta nueva entrega, el autor no quiso dejar pasar la oportunidad de agradecer su ayuda a Tomás Yerro -Premio Príncipe de Viana 2019- y Juan José Lacosta Gabari. El libro, editado por Evidencia Médica, ya está a la venta en diferentes librerías y en internet.