donostia - Miguel Joaquín Eleicegui fue el gigante más imponente que recorrió el territorio europeo durante el siglo XIX desde su Altzo natal, alguien que hizo cosas extraordinarias, diferentes a las de las personas de su entorno, y cuya anatomía colosal cobijaba un personaje “más resolutivo e interesante” que el protagonista de Handia. Estas son las impresiones que el doctor en Historia y titular de Antropología Cultural de la Universidad Complutense de Madrid Luis Ángel Sánchez Gómez ha plasmado en su libro El Gigante de Altzo, Un vasco mítico (aunque muy real) en la Europa del Siglo XIX, editado por la Diputación de Gipuzkoa, tras revisar archivos y hemerotecas.

El propósito del libro, que se ha publicado en castellano y en euskera, es “documentar” la historia vital del gigante de Altzo, señaló ayer López Gómez, quien reconoció que le gustó la película Handia, merecedora de 11 premios Goya en 2018, aunque la realidad del personaje “fue diferente”. Su interés por la figura de este vecino de Altzo (Gipuzkoa), que pudo llegar a medir 2,42 metros y del que se ha escrito “muy poco”, arrancó de los estudios que previamente había llevado a cabo sobre historia de la antropología y la museología anatómica durante el siglo XIX y sobre el interés que suscitaban entre los científicos de la época los “gigantes” que se mostraban por plazas y cortes europeas. En realidad se trata de una enfermedad que tiene tratamiento en la actualidad, la acromegalia, que es originada por un tumor benigno que presiona la glándula pituitaria lo que genera una gran cantidad de hormona del crecimiento que hace que quien la padece no deje de crecer. Lo “llamativo” en Miguel Joaquín es que llegó a los 41 años porque la mayoría de ellos morían tras pasar la veintena.

no fue explotado Entre las imágenes de la película de Aitor Arregi y Jon Garaño que son desmontadas por este libro figura que los Eleicegi “eran pobres”, ya que habían heredado de su madre dos caseríos lo que les otorgaba una posición económica media. A esto se suma el éxito que supuso la operación de “rentabilizar la desgracia” de Miguel Joaquín que lleva a cabo, en primer lugar la familia mediante un representante de Lekunberri (Navarra) y después solo su padre y su hermano, que ven que “la cosa va bien”.

En este sentido, López Gómez remarcó que el “gigante guipuzcoano” o “gigante español”, como era conocido, “no era un explotado” ya que él compartía el deseo de viajar y de ganar dinero en espectáculos cuya entrada “no era barata”. Fue expuesto con trajes que iban desde atuendos turcos a uniformes del Ejército español, en espectáculos celebrados en Portugal, Francia, España y Reino Unido y en Gran Bretaña, donde estuvo ocho meses, era Spanish Goliat. - Efe