donostia - El Escenario Verde se abrirá con Joan Baez, que se encuentra en una larga gira de despedida, algo que también ocurrió el año pasado con Rubén Blades.

-Hay que explicar que nosotros en los últimos años entendemos que el comienzo del festival en el Escenario Verde debe ser con una figura que trasciende los estilos y que vaya hacia todas las generaciones. Esa circunstancia se da más a menudo en gente que ha tenido una carrera más dilatada. Recuerdo pasos muy señalados por este escenario como Patti Smith, B.B. King o el propio Blades. En este caso será Joan Baez. Es gente que no se ha elegido por su vinculación con el jazz, sino porque son conocidos para todas las generaciones y, en muchos casos, eso depende de que hayan estado mucho tiempo en activo; y en alguno de los casos, al final de su carrera.

¿Joan Baez cantará Txoria txori?

-Hemos insistido muchísimo y nos han dicho que sí lo hará. A pesar de que nos han dicho que sí, hemos vuelto a insistir porque nos parece que realmente tiene que cantarlo. No voy a decir que sea la razón por la que Joan Baez esté en la playa de la Zurriola, pero entendemos que el momento mágico, el mejor momento de su actuación, debe ser Txoria txori.

Lo abre una figura de una larga trayectoria, pero el resto de programación de este escenario es joven.

-Sí. Entiendo que debe ser así, no solo en el Verde, sino en todos los escenarios. Una de las características que el Jazzaldia tiene muy a gala es la de la diversidad. Entendemos que un objetivo estratégico de nuestro festival es perseguir y programar talento joven. Al mismo tiempo, queremos reconocer a todos aquellos que han aportado mucho al mundo de la música. En ese sentido, en todos los recintos tenemos un intento de rejuvenecer, entre comillas, la programación. Estamos muy orgullosos de contar con gente como Charles McPherson, de 80 años, o Houston Person, de 83; han aportado muchísimo al jazz y hay que reconocérselo.

En el Verde también hay una presencia notable de bandas vascas.

-A Nogen le habíamos programado en el Teatro Principal; la respuesta del público y el concierto fueron fantásticos. De alguna manera, habíamos comprometido su vuelta a la programación del Escenario Verde. Nos dimos cuenta, además, de que entre las bandas jóvenes vascas hay una que, sin duda, puede llevar el protagonismo de una sesión, que es Belako. A ellos les hizo mucha ilusión. El sábado 27 se unirán dos bandas jóvenes, una con un futuro enorme, y otra que es una clarísima realidad.

Vuelve Jamie Cullum.

-Vuelve Cullum porque tiene disco nuevo. Aun y todo, Cullum es de esos artistas que no importa que tengan disco o no. En este caso concreto es un hombre que se entrega en el escenario, muy simpático y que cae muy bien a la gente. Sabes que siempre va a funcionar. En el Jazzaldia hasta ahora ha hecho un poco de todo. Recuerdo que la última vez que estuvo aquí dio tres conciertos con tres formatos distintos.

¿Y qué va a ofrecer en esta ocasión?

-Nosotros no lo contactamos con la idea de que actuase en el Escenario Verde, pero hubo un cambio de fechas. Creo que él acaba su gira en Donostia, con lo que no podía actuar después de hoy. Por eso lo programamos en el Verde. Jamie Cullum es un hombre que siempre está a favor de ayudar.

Otra que vuelve es Neneh Cherry.

-El caso de Neneh Cherry nos hace ilusión porque sabemos que cada vez que la traigamos va a venir de una manera completamente distinta. Hace unos cuantos años la trajimos con un grupo en el que estaba su marido. Era un grupo de pequeño formato básicamente electrónico pero con dos percusionistas; un proyecto muy suyo. Era una cosa que nos gustó mucho cuando la programamos como Donostia Kultura en Gasteszena y le propusimos que viniese dos días al Jazzaldia. Pero cuando vino, lo hizo con otro formato radicalmente distinto, Neneh Cherry and The Thing, un grupo de vanguardia escandinavo. Ahora viene con una propuesta pop, diría que de mayor formato con respecto a la última vez que estuvo en el Escenario Verde. Es de esas mujeres que tienen personalidad propia y es capaz de ofrecer facetas absolutamente distintas de su producción.

En el Kursaal pesa la propuesta de John Zorn.

-Así es. De nuevo nos enfrentamos a un maratón. En este caso dividido en dos sesiones de casi tres horas, con siete grupos en cada una de ellas. Diría que en comparación con el original de Maratón Masada, este es algo más accesible en su conjunto. Aunque eso, hasta que no lo veamos no lo podemos asegurar porque la música es una continua sorpresa. El hecho de contar con algunos de los músicos más importantes de la vanguardia actual hace prever que tengamos dos sesiones brillantes y variadas.

John Zorn puede no resultar muy accesible?

-Pero quien va sale encantado (ríe). Nosotros programamos una música, el jazz, que tiene fama de que no es accesible. Los que trabajamos con ella y los que la vivimos día a día, normalmente, defendemos con cierta intensidad que sí es accesible. A mí me parece una de las músicas más divertidas que existen. A veces puede parecer que hay demasiada complejidad en la propuesta escénica pero se trata de dejarse llevar, entregarse un poco. Yo he estado en tres Maratones Masada con público donostiarra y, en otros casos, italiano y balcánico. Siempre ha pasado lo mismo, la gente con cierta prevención, preguntándose: ¿Cuánto va a durar esto?, y, al final, te das cuenta de que el tiempo ha pasado en un santiamén y que aquello ha sido un fluir extraordinario de músicas variadas, diferentes, expansivas en algunos momentos, íntimas en otros, pero absolutamente geniales y emocionantes todas ellas. En ese sentido, pensar que uno no va a acceder a la música de John Zorn es un cliché que se puede vencer fácilmente.

A Zorn le han otorgado este año el premio del Jazzaldia.

-Entendemos que John Zorn no solo es que sea un gran instrumentista y un gran compositor, sino que, además, es catalizador de una escena de vanguardia que se produce en gran medida en la proporción a su esfuerzo.

Dos de las cuatro jornadas del recinto de la Trinidad se han agotado.

-No era difícil de prever. En el caso de Diana Krall no hay duda y en el de Silvia Pérez Cruz, que tampoco habría duda, pero lo es menos porque viene con un proyecto reforzado por una auténtica leyenda de la música brasileña. Todos los que conocemos a Silvia Pérez Cruz sabemos que le encanta la música brasileña; disfruta enormemente cantando este tipo de música. Además, cuenta con un guitarrista y compositor de la talla de Toquinho a su lado, sin olvidar a Javier Colina, que a estas alturas del partido es ya una estrella por méritos propios.

¿Se puede esperar alguna sorpresa de Diana Krall?

-A priori diría que no caben demasiadas. Lo que hace, y lo hace muy bien, es repasar el gran repertorio de los estándares americanos. Estamos convencidos de que cuanto más se centre en ese repertorio, mejor lo va a hacer, pero en este caso incorpora un elemento enormemente enriquecedor de Joe Lovano. Hay una cuestión muy curiosa con ello, además.

¿Cuál?

-Recientemente, Joe Lovano en formato trío ha editado un disco y queríamos que fuese ese conjunto el que abriese esa sesión. El mismo día recibí un e-mail del agente de Lovano diciendo que la gira del trío quedaba suspendida y otro del agente de Diana Krall diciendo que el saxofonista se incorporaba a su grupo.

Charles McPherson actuará por partida doble, en la Trinidad y en el Victoria Eugenia.

-Uno de estos días cumple 80 años. Es uno de los grandísimos saxos altos que hay en este momento en el mundo del jazz. Tengo que recordar que McPherson estuvo hace escasamente tres años en Donostia y tocó en las terrazas. El hombre se lo pasó en grande pero la gente no le hizo mucho caso. Basta con coger a una leyenda y subirla al escenario de la Trinidad para que la gente diga Uy, si es Charles McPherson (ríe).

Otra leyenda sería Houston Person, que se subirá a la Trini con 84 años.

-Pasa lo mismo que con McPherson, estuvo también hace tres años en las terrazas. Diría que es el mejor baladista que existe en el mundo del jazz. Es un sonido absolutamente extraordinario; es un terciopelo a la hora de utilizar el saxofón; tiene un gran dominio de la balada, de los tiempos lentos que es absolutamente fabuloso. Entendemos que con Houston Person, introducimos el concierto de Diana Krall de una forma gloriosa. Les preguntaremos a unos y a otros a ver si quieren invitar a Person a su escenario, pero no lo sé.

¿No son conciertos cerrados?

-El de Diana Krall es un concierto bastante organizado desde el punto de vista técnico, aunque la gente no se va a dar cuenta. De la boca del escenario para atrás habrá cambiado todo ese día.

Será muy medido.

-Todo lo trae ella. Cuanto más tecnología menos oportunidad le das a las improvisaciones de número de músicos en el escenario.

Quien hará también doblete en la Trinidad y en el Victoria Eugenia será Unspeakable Garbage.

-Es el ejemplo que no existía seis meses atrás. Moppa Elliott es el bajista de Mostly Other People Do the Killing, un grupo que ha estado aquí varias veces. Hace seis o siete meses me envió un e-mail en el que me incluía un enlace con una música que estaba todavía sin editar y que era de tres grupos que él estaba poniendo en marcha al mismo tiempo. Eran tres grupos que él clasificaba como jazz group, rock group y dance group. Finalmente, eran tres bandas de jazz pero podía haber más cachondeo en uno que en otro. Los tres me parecieron absolutamente geniales. Le pregunté si los grupos iban a estar en activo en verano y me respondió que se podían montar.

¿Cuál eligió?

-Le hice una oferta para actuar dos días con el grupo que él define como rock group pero no tiene nada de rock, es un jazz muy intenso, bastante eléctrico. Hice una apuesta. La Trinidad hay que cuidarla mucho pero nos podemos permitir poner a un grupo que no conoce nadie y que va a actuar en directo en Europa por primera vez. La sesión del Victoria Eugenia, previa a la Trinidad, será de calentamiento.

Destaca una importante presencia femenina, cuestión que han reivindicado desde la organización.

-No se ha buscado expresamente, ha surgido así. Lo reivindicamos pero no tanto como una acción nuestra como una realidad que existe y que puede dar la vuelta a ese tópico, bastante cierto por otra parte, de que el jazz es una música acaparada por los hombres hasta el momento. Es un tópico que hay que reconocer que es cierto, al que hay que darle la vuelta poco a poco. Lo que hemos expresado es cómo la realidad se impone: sin nosotros buscarlo, está ahí. De cuatro sesiones en la plaza de la Trinidad, tres de ellas están protagonizadas por mujeres. Se da el hecho de que en los grupos que van al Escenario Verde, también hay mayoría de grupos, en primera línea, hay mujeres.

Woody Allen se encuentra rodando en la ciudad. ¿Han pensado en cursarle una invitación?

-Woody Allen es un señor que ha venido aquí a trabajar y, poniéndome en su lugar y conociéndole lo poco que le conozco por haberle programado un concierto hace años en Donostia, creo que la mayor muestra de respeto es que le dejemos tranquilo. Si él quiere acercarse al festival, nosotros no vamos a poner ninguna dificultad.

El escenario Skoda que se situaba en Alderdi Eder ya no existe.

-Skoda ha pasado a dar el nombre al escenario del Victoria Eugenia. Lo que se ha incorporado son pequeños locales de hostelería en el programa Extra! El año pasado eran cuatro y este ocho. Por lo demás, el esquema del festival es el mismo.

¿Recomendaría una instrumental del programa?

-Empecemos por una instrumental que, además, es gratuita. Es una pianista japonesa que se llama Chihiro Yamanaka (tocar el día 27 en el Espacio Frigo de las terrazas del Kursaal; el 26 en el Victoria Eugenia y el 28, en la sala club, ambas con invitación). En mi opinión, Chihiro Yamanaka es una de las seis pianistas más brillantes que existen en este momento en el mundo del jazz. Japón está tan lejos que no siempre nos enteramos, pero las propuestas que vienen con el Ciclo Japón son absolutamente extraordinarias.

¿Y una vocal?

-Diría que Silvia Pérez Cruz con Toquinho y Javier Colina es la propuesta vocal más interesante.