Hoy se cumplen 120 años del nacimiento de Alfred Hitchcock, uno de los mayores genios en la historia del cine, autor de películas para la eternidad, considerado como el gran maestro del suspense y aún plenamente vigente como influencia de los más brillantes autores modernos del género.

Desde Jordan Peele (Déjame salir, Nosotros) hasta David Fincher (Perdida, La habitación del pánico), pasando por Martin Scorsese (El cabo del miedo, Shutter island), Brian de Palma e incluso David Lynch (Mulholland drive), las referencias al cine de Hitchcock se suceden en tramas que convierten al espectador en voyerista, con falsos acusados, víctimas rubias e identidades dobles.

Nominado al Óscar en cinco ocasiones como mejor director (Rebeca, Náufragos, Recuerda, La ventana indiscreta y Psicosis), únicamente recibió el reconocimiento de la Academia de Hollywood con la estatuilla honorífica que se le hizo entrega en 1968 de manos de Robert Wise. Además, cuatro de sus obras obtuvieron la nominación como mejor película (Enviado especial, Sospecha, Recuerda y Rebeca, que se llevó el galardón). Pero su talento iba mucho más allá de lo que los premios podían atestiguar. El orondo realizador de papada prominente, nacido en Essex en 1899, construyó una filmografía sin parangón a lo largo de seis décadas.

Sus inicios en el cine mudo dejaron perlas como El enemigo de las rubias, en la que comenzó a labrar su peculiar capacidad para crear tensión y suspense. La cinta es recordada por ser la primera ocasión en que el director hizo acto de presencia en la pantalla, una seña que se convertiría en característica de su cine. Su primer trabajo hablado fue Chantaje, un film rodado originalmente en mudo y que, posteriormente, fue reeditado con sonido. Y antes de dar el gran salto a Hollywood convencido por el productor David O. Selznick, dejó dos de los mejores thrillers británicos de la historia (39 escalones y Alarma en el expreso) con elementos tan recurrentes de su cine como el espionaje y la confusión de identidades.

Con su marcha a EEUU se vio al Hitchcock más brillante y no pudo comenzar esa andadura con mejor pie que con un clásico en toda regla como Rebeca (1940), una película protagonizada por Laurence Olivier y Joan Fontaine que obtuvo 11 candidaturas a los Óscar. Fontaine, un año después, se llevó el premio de la Academia por Sospecha, algo que ningún otro actor (hombre o mujer) logró con una película del cineasta británico. Esa cinta supuso también su primer trabajo con Cary Grant, con quien volvió a colaborar en Encadenados, Atrapa a un ladrón y la mítica Con la muerte en los talones.

La soga (1948), su primera película en color, fue también el inicio de sus trabajos con James Stewart, con quien filmó después La ventana indiscreta, El hombre que sabía demasiado y Vértigo. Y en ese catálogo faltan por mencionar títulos como Los pájaros, Topaz, Cortina rasgada, Extraños en un tren, Crimen perfecto o Marnie, la ladrona, entre otros, además del famoso formato televisivo Alfred Hitchcock presenta, cuya inolvidable sintonía daba paso a la aparición de perfil del celebrado realizador.