concierto de tahúres zurdos

Fecha: 17/08/2019. Lugar: Zentral. Incidencias: Lleno a rebosar, entradas agotadas con varios días de antelación. Tahúres Zurdos son Aurora Beltrán (guitarra y voz), Lolo Beltrán (guitarra), Juanma Ugarte (bajo) y Javier Lizarazu Puntxes (batería). Les acompañó Eva Rada (coros y pandereta).

De todos los fines de semana que tiene el año, si había uno poco propicio para organizar un concierto ese era el del sábado 17 de agosto, con media Pamplona de vacaciones y la otra media de puente o a remojo en la piscina. Añadan a eso el hecho de haber sido anunciado con poco tiempo de antelación y con escasa promoción y deberían tener, teóricamente, un rotundo fracaso en lo que a público se refiere. Pero resulta que hablamos de Tahúres Zurdos, una de las bandas más míticas que esta tierra ha visto crecer y, también, una de las que más calidad ha derrochado en el panorama del rock nacional de las últimas décadas, y a pesar de tener todas las circunstancias en contra, las entradas se agotaron con varios días de antelación, por lo que Zentral se llenó para asistir a la resurrección (de momento solo puntual, aunque quién sabe lo que pasará) de la banda. Quince años llevaban sin tocar juntos. Tres largos lustros en los que las cosas han cambiado mucho, y más todavía en la industria musical. En ese tiempo, Aurora ha construido una excelente carrera musical formada por tres discos (da la impresión de que ha sido tan prolífica como su salud le ha permitido), pero el recuerdo de su antiguo combo ha permanecido imperecedero en las vitrinas más exquisitas de la memoria colectiva. Y eso, amigos, hay muy pocos que puedan conseguirlo.

El cariño que la gente profesa por Tahúres en su tierra es tan grande que, aunque hubiesen sonado mal, se hubiese entendido y los asistentes hubieran salido con un buen sabor de boca. Pero es que, además, sonaron como un auténtico cañón desde el principio, que el sábado fue su versión de Five years, de David Bowie, la canción que voló la cabeza a Aurora hace tantos años, su puerta de entrada en el mundo de la música. La ovación que siguió fue de las más estruendosas y sentidas que se recuerdan en Zentral. Continuaron desempolvando gemas de su cancionero, muchas de ellas, auténticos clásicos; fue el caso de Lujuria o Mis hijos me espían (por cuestiones de edad, en su momento parecía irónica pero, a día de hoy, podría ser real para algunos de los que allí paraban). No olvidaron ese otro tipo de temas que hicieron de Tahúres un grupo con personalidad propia, lo que, en ocasiones, les ocasionó más de un desencuentro con la industria musical. Fue el caso de Invisible (escrita a raíz de que alguien de su discográfica les encargase que compusieran una canción como quien pide una docena de churros) o El manual (esta última, sobre los Derechos Humanos, que no siempre se cumplen).

Los momentos de mayor comunión se alcanzaron con las canciones más conocidas: Nieve negra, con gran solo a cargo de Lolo, o Because the night, en los que los estribillos fueron puro karaoke colectivo. Además del conocido y añorado cuarteto, sobre las tablas estuvo también Eva Rada, fiel compañera de Aurora en su andadura en solitario, haciendo coros y tocando la pandereta. Dedicaron Chicas fuertes a las mujeres de la sala, pero fue cantada y celebrada por personas de ambos sexos, al igual que Planeta ruido, con sus desasosegantes cambios de ritmo, y La caza. En los bises, El chico de la mirada asustadiza, una de las primeras canciones que presentaron a la mujer en un papel fuerte (o, como dicen ahora, empoderada), Una noche de amor y la inmensa Tocaré, que aunque sus autores digan que nunca estuvo entre sus favoritas, el público, que es soberano, hace mucho que la colocó en el altar de los himnos por toda la honestidad que encierra. No sabemos qué nos deparará el futuro, pero después de lo del sábado, se puede afirmar que un grupo como Tahúres sigue teniendo muchas cosas que decir.