donostia - Woody Allen ha rodado su cinta ambientada en el Zinemaldia este verano en Donostia. ¿Ha tenido relación con él?

-Hemos tenido bastante relación con la productora. Sobre todo, antes de hacer la película para ayudarles con cuestiones como el atrezzo. Con Woody Allen he estado en dos momentos pequeñitos. Le saludé al venir y, además, salgo de extra en una secuencia de la película; me pusieron en un lugar para que se me viese.

¿Qué tal la experiencia?

-Primero me ofrecieron ir y dije que no, porque tenía que estar un día entero y era imposible. En cambio, una amiga de la productora me llamó para ofrecerme participar en una secuencia para la que necesitaban solo unas tres horas. Fuimos la subdirectora del Zinemaldia, Lucía Olaciregi, y yo mismo. Le vimos rodar una escena; fue muy bonito.

Dicen que rueda rápido.

-Es muy directo rodando. Vittorio Storaro pasó antes, prepararon la escena, la luz... Cuando todo estuvo preparado, llegaron Gina Gershon y Louis Garrel, con el que estuve hablando, pues me reconoció del año pasado cuando vino al Zinemaldia. Me dijo que este año intentaría volver para acompañar a su mujer, Laetitia Casta. Pero, al final, no puede ser porque está rodando.

¿Hizo Allen muchas tomas?

-Tres o cuatro, muy poquitas. Fueron prácticamente iguales, todas. No hemos tenido más trato. Es un hombre muy reservado. Me consta que se ha ido bastante contento.

Sería lógico pensar que su película se estrenase en el próximo Zinemaldia.

-Podría ser. Muchas veces tiene que ver con los tiempos. Si la película llegase para Cannes, puede ser que hubiese un pase; si no llegase, hay muchas opciones de que el estreno sea aquí. De cualquier modo, nosotros sí queremos que hay un pase en Donostia aunque haya pasado por Cannes. Hemos hablado con los productores y hay muchas posibilidades de que se vea aquí, de una manera o de otra.

Parece que el filme es un homenaje al cine.

-Eso parece. Es curioso, porque ninguno de los actores tenía el guion completo. Sergi López me dijo que tenía pinta de ser una grandísima película; a él le ha gustado mucho. Por lo que sabemos, ha rodado homenajes a momentos clave para él de la historia del cine, como El séptimo sello, de Ingmar Bergman, del que es un enamorado.

Storaro habrá dejado su marca.

-Estoy deseando ver cómo ha retratado Donostia. No va a dejar de ser la ciudad de postal, es una comedia romántica. Me hubiera gustado más que hubiese entrado por los barrios más duros. Hay una Donostia muy desaprovechada como plató. Estamos siempre vendiendo la Donostia preciosa, pero tenemos también esa ciudad que sacaba Montxo Armendariz en 27 horas, gris, triste... Vete a las afueras, a barrios más duros. Parece que no apetece vender lo que no es tan de postal.

¿Qué opina sobre la polémica que ha habido en torno al rodaje?

-Respeto toda la opinión, siempre que no se mienta y siempre que la opinión vaya firmada. ¿Por qué? Porque si alguien te hace una crítica firmando, le puedes contestar. El debate es bueno y una de las funciones de un festival es generar debate. Entiendo todas las críticas que ha habido.

¿Por ejemplo?

-Entiendo que hay un problema con el turismo en Donostia. La comparto, pero también la comparte el alcalde y el director gerente de Donostia Turismo, Manu Narvaez. No pensemos que somos muy listos y nuestros gobernantes son tontos. Ahí hay un debate y me gustaría que fuese lo más abierto posible.

Se ha criticado las molestias que ha causado en la ciudad.

-¿Cuál es el problema, qué ha cortado las calles dos días? Oiga, que la Clásica también lo hace y no pasa nada porque entendemos que es algo de todos nosotros. El Zinemaldia también cierra algunas calles y crea problemas. ¿No hacemos el Festival? Cannes cierra todo el centro... Desde este punto de vista, la polémica de Woody Allen es un tanto absurda.

También se trae al debate el supuesto abuso sexual a su hijastra Dylan Farrow.

-Esa polémica me cabrea muchísimo. Me parece demencial. ¿Por qué? Es un señor investigado en dos estados y en ninguno de ellos encontraron nada para ejercer cualquier tipo de acusación; por lo tanto, es un señor que no tiene ninguna causa pendiente. De pronto hay una serie de gente que ha decidido que es culpable, ¿en base a qué pruebas? Hay algo que me indigna todavía más y es la ola de puritanismo que nos aqueja. No hace falta decir que todos estamos en contra del abuso sexual, obviamente; porque lo contrario, es un delito. De pronto la gente dice que le da igual que no hubiese abuso sexual porque se acostó con su hijastra.

No era su hijastra.

-No lo era y, además, me da exactamente igual. ¿Eran mayores de edad? Sí, entonces qué más hay que decir. Para seguirnos cabreando todavía más hay otro tema en esta ola de moralismo que nos invade.

¿Cuál?

-Al señor que le dices que no era su hijastra y te reconoce que llevan 30 años juntos y que, por lo tanto, tiene que ser por amor. ¿Y si solo les apetecía acostarse y ya está? ¿Es peor eso que el hecho de que fuera por amor? ¿Qué diferencia hay? Las dos son decisiones libres de ciudadanos adultos. En el fondo hay una ola de puritanismo contra el sexo muy fuerte que está viniendo de Estados Unidos. Eso es muy peligroso porque estamos retrocediendo en grandes conquistas de los 60 y los 70; pasa lo mismo con la libertad de expresión. E, insisto, cualquier persona sensata está en contra de cualquier tipo de abuso sexual y de poder.