pamplona - El asesinato de la periodista más popular de Gernika, en Urdaibai, da el pistoletazo de salida a La danza de los tulipanes, el nuevo thriller de Ibon Martín. El escritor donostiarra se sumerge así en un lugar mágico donde el mar y la tierra se abrazan al compás de las mareas que mecen las tranquilas vidas de sus habitantes, sacudidas por la irrupción de un asesino en serie.

El paisaje es un protagonista indiscutible de sus diferentes trabajos y, en este último, esto no cambia. ¿Por qué escogió Urdaibai, el edén vizcaíno, para una novela sobre un asesino en serie?

-Precisamente por buscar ese contraste en el que por un lado tienes Urdaibai con esos ritmos tan sosegados, un lugar formado por pequeños pueblecitos donde todo el mundo se conoce, y el paisaje, claro, donde te sumerges y estás maravillado todo el tiempo. Y de repente soltar un asesino en serie me parecía que era un contraste que iba a funcionar muy bien.

¿En qué piensa primero, en la historia o en la localización?

-Siempre es primero el paisaje. Me enamoro de un paisaje, como en este caso Urdaibai, y lo que hago es acercarme por ahí, pasear, darme días y días con un boli y una libreta e imaginarme qué historia me sugiere o cuál me encaja. También me voy enterando de historias locales para ver qué contexto podría albergar la novela...

Entonces escoge lugares idílicos para después destrozarlos completamente.

-Exactamente, tal cual. Escojo paisajes que para mí son maravillosos y que me ofrecen la posibilidad de crear ese contraste con una trama brutal.

El libro comienza con el asesinato de una periodista. Al ser usted periodista, resulta inevitable preguntar qué tiene contra esta profesión.

-(Ríe). Fíjate, es algo que a veces me lo planteo y me asusto. Yo estudié Periodismo y quería ser periodista, y sin embargo ahora los periodistas en mis novelas mueren como en este caso o son unos personajes tremendamente desagradables. No lo sé, es algo digno de psicoanálisis, la verdad.

¿Qué tienen los tulipanes que se convierten en el sello de identidad de este asesino?

-Los tulipanes son una flor exótica que nos resulta muy atractiva. Por otro lado, se pueden conseguir unos colores muy llamativos y yo quería que la flor fuera de un color rojo muy intenso, que chocara con el propio cadáver, que hiciera juego con la propia sangre que brota de la víctima. Pero sobre todo son muy difíciles de cultivar y de conseguir especialmente fuera de temporada. Y la novela se desarrolla en octubre, con lo cual eso nos dice mucho del asesino, de su paciencia, de su meticulosidad, de su inteligencia... Para los investigadores es una constatación de que se enfrentan a alguien realmente brillante y que no va a ser fácil pararle.Este es un libro a la orden del día, donde las redes sociales tienen muchísimo peso.

-Es un fenómeno que en los últimos años se ha redoblado y que cada vez va a más. Ha llegado a un punto que me horroriza, especialmente la necesidad que tienen muchas personas de crearse una vida y de intentar agradar en las redes sociales. Todo parece que vale por un like y es lo que hace precisamente este asesino, que aprovecha Facebook para retransmitir en directo el asesinato de Natalia, la periodista, y no solo generar miedo sino también alimentar su ego. Ha conseguido 100.000 visualizaciones y eso le hace sentirse alguien poderoso y alguien cuya obra está trascendiendo a los propios límites de Urdaibai.Eso de que un asesinato grabado en vídeo alcance las 100.000 visualizaciones antes de ser eliminado de esta red social es terrible. Pero, ¿es algo propio de la ficción o es que realmente somos así de morbosos?

-Somos así de morbosos y además tenemos un ejemplo clarísimo con la matanza que hubo en Nueva Zelanda. Ahí fueron bastante más de 100.000 visualizaciones. Había un asesino matando gente pero es que había más de ciento y pico mil personas deseando ver eso porque conectaron en directo con Facebook Life para ver el streaming. Me parece tan espeluznante que por eso recurrí a la misma cifra. Y esto está a la orden del día no solo en este caso que ha sido tan mediático sino en otros muchos que utilizan bandas de narcotraficantes, por ejemplo, para ajustes de cuentas con los que además asustar o marcar su terreno. ¿Fue precisamente este suceso de Nueva Zelanda lo que le inspiró para el arranque de la novela?

-Resulta que ese arranque estaba ya escrito y la novela casi terminada cuando sucedió esto. Yo partía de otro tipo de sucesos que habían ocurrido, menores y no tan intensos, y luego resultó que lo de Nueva Zelanda reafirmó el hecho de que la realidad supera a la ficción y dejó corto lo que yo había escrito.Se narra una violencia que alcanza límites extremos, aparecen maltratadores, monjas que ocultan crímenes... Y aunque nos parece horrible, no nos termina de impactar como debiera, quizás porque estamos sobreexpuestos a este tipo de cosas.

-Estamos demasiado acostumbrados e incluso diría que inmunizados. Oímos casos como que hemos llegado a la víctima de violencia de género número 1.000 y cuando sobrepasamos esta cifra, no dejan de ser unas pinceladas del informativo que se quedan ahí. Es terrible que estemos llegando a normalizar este tipo de situaciones. Estamos llegando a un punto de deshumanización importante.¿Los monstruos como Frankenstein o Drácula han dejado paso ahora a los asesinos en serie?

-Antes en su día eran este tipo de historias las que nos generaban miedo y terror, pero a día de hoy nuestro imaginario ya está saturado de este tipo de historias. Hoy por hoy Drácula no da ningún miedo y sin embargo los asesinos en serie los vemos como algo mucho más cercano y que puede pasar. Y es que realmente pasa. Lo vemos todos los años. Es algo que nos puede tocar de primera mano mientras que Drácula sabemos que es algo totalmente imaginario. Creo que estamos perdiendo ingenuidad y despertando a la realidad. Y hay muchísimos miedos que podemos tener y que son bastante reales.Vaya, que viene a decir que nos podemos topar con un asesino en serie a la vuelta de la esquina. Como si es el vecino...

-Eso es, el vecino de enfrente que saluda todos los días y que es tan amable y del que luego se dice en la tele: “Ay, era un chico tan majo, siempre tan sonriente...”. No hace falta irse a buscar a Frankenstein porque el miedo lo tenemos al alcance de la mano. Y por eso nos genera tanto interés leer novelas sobre asesinos en serie, porque despiertan nuestro morbo y nuestros miedos más cercanos.¿Por qué decidió meterse en la piel de dos investigadoras?

-En principio mi intención era meterme en la mente de un equipo de cuatro investigadores. Pero es verdad que cuando empecé a escribir me sentía mucho más cómodo con los personajes femeninos. Me resulta un reto mayor y he disfrutado muchísimo con estos personajes, que además son muy diferentes. Ane, por ejemplo, es muy joven, impulsiva, llega incluso a actuar de manera poco ortodoxa pero eficiente, y Julia es muchísimo más relajada, es muy empática y se lleva los casos a casa, no puede olvidar los horrores que ve durante el día y esto le obliga a darse un baño todas las noches... Son dos personajes muy complementarios y maravillosos. Y los dos personajes masculinos también tiene sus historias, sus virtudes y defectos, pero quizás no he sabido desarrollarlos tanto como los femeninos.Para ir terminando, ¿está ya pensando en algún otro paisaje que destrozar en un nuevo trabajo?

-Sí, yo en cuanto termino una novela empiezo a pasear y a imaginarme lugares. Ahora mismo tengo ya en mente por dónde podría ir la siguiente novela. Mi intención es que siga teniendo un cierto carácter marinero y esta vez creo que me quedaré más cerca de casa y será más guipuzcoana. Pero aún me tengo que poner a escribir y ver en qué se materializan estas ideas.