De la obra de Iker Serrano irradia esa magia potente que en la vida vegetal, a la que tan poca atención prestamos en un día a día acelerado en la ciudad, suele pasar desapercibida. Un encanto, con suerte infinito, que nos envuelve y adentra en un cosmos plástico de fuerza y belleza que activa la mente de quien contempla con grandes interrogantes. Que abre espacios y fronteras.

Hace nueve años, cuando trabajaba becado por la fundación BilbaoArte pintando un cuadro de una selva vegetal habitada también por un ciervo, Iker Serrano (Pamplona, 1982) tuvo una experiencia que cambió su mirada de artista. “Sentí mediante la pintura el respirar de la vegetación. Y a partir de ese momento quedé fascinado por la naturaleza y, sobre todo, por la fuerza del lenguaje de la pintura para percibir aquello que no se puede relatar con palabras”.

Aquella vivencia, “una cuestión de latidos”, encendió una llama que sigue encendida y de la que el artista plástico ha alumbrado su proyecto expositivo Sistema & Ecosistema, visitable en El Sario de la UPNA hasta el día 19 de este mes de diciembre.

Comisariada por Alexandra Baurès, la muestra, visitable de lunes a viernes de 9 a 21 horas, reúne treinta obras de óleo y grabados procedentes de las series de Iker Serrano Lur zati bat (Un trozo de tierra) y Hacia Origen. Un trabajo que tiene como referencia el de la bióloga Suzanne Simard, que lleva tres décadas investigando los bosques de Canadá. Ella ha demostrado que los bosques son ecosistemas en donde todo está interconectado: los árboles hablan los unos con los otros para compartir información y alimento. La red de comunicación que conforman es inmensa, tanto como el propio bosque. El único problema es que su lenguaje poco se asemeja al humano y se encuentra oculto. En los dos proyectos que el artista pamplonés fusiona en esta exposición hay una relación con el sustrato, con el origen, con lo mineral y lo vegetal, con la tierra y la naturaleza, pero sobre todo, se busca indagar en el lenguaje de la pintura, que resulta tan secreto como el de la vegetación de los bosques que ha estudiado Suzanne Simard. “El lenguaje de las plantas está tan encriptado como el lenguaje de la plástica. Cuando desde la investigación en arte contemporáneo decimos que el sentido de la obra se encuentra velado tras las fibras de la imagen de la obra es como cuando Suzanne Simard intenta visualizar en sus textos el entramado de redes y estructuras que existen en el sustrato de la tierra del bosque, entre las raíces. Es fascinante”, dice Iker Serrano.

el paisaje, objeto En cada una de las piezas de sus proyectos Lur zati bat y Hacia Origen hay una síntesis sobre el paisaje, un reto de “convertir el paisaje en objeto”. “Cuando comencé con el proyecto Lur zati bat salía de un trabajo muy marcado por la narrativa, por el personaje y por el viaje. En ese proceso descubrí la necesidad de crear una representación de un espacio para detenerse, en donde la mirada del espectador estuviese fuera de juego y en donde el viaje como motor se encontrase apagado. Lur zati bat parte de esa idea, a partir de ahí creo espacios isla, trozos de tierra o partes minúsculas de paisaje en donde el personaje se encuentra fuera de la imagen. La síntesis me llevó a querer ir más allá en la búsqueda del germen del origen del espacio, del paisaje representado en la pintura. Es así como llego a Hacia Origen”, apunta el artista pamplonés, que en dicho proyecto indaga “desde una perspectiva muy analítica” en el proceso de construcción de una obra y de la construcción del propio artista, buscando hasta encontrar todos los condicionantes que se ponen en juego en la creación. “Eso sí -reconoce-, cuando el proceso de creación se opera la lógica queda en un segundo plano”. Él siente que “la pintura y el artista hablan diferentes lenguas y es en el proceso del diálogo entre ambos cuando surgen puntos de encuentro”.

en un mundo complejo Licenciado en Bellas Artes (2007), Iker Serrano realiza actualmente su tesis doctoral en el Departamento de Pintura de la UPV-EHU. Se sitúa como artista en el tiempo que le toca vivir. “Intento entender esta época llena de crisis, conflictos y falta de identidades o ideologías. Ante nosotros nos encontramos por ejemplo que el exceso de información y comunicación crea una distorsión sobre el mundo y en concreto el arte, cada vez somos más y la imagen del sujeto pierde sentido. Sin embargo creo que el trabajo del artista frente al objeto (cuadro) brinda la oportunidad de sentir un atisbo de coordenada que nos hace sobrevivir en esta deriva”, asegura este creador que fue galardonado con el Primer Premio de Jóvenes Artistas de Navarra en 2011; y apunta que, en su caso, la pintura es “un espacio de resistencia donde se abren continuamente ventanas a otros universos y lugares”.

Un espacio que hace visible y “pone en su lugar ganado por derecho propio” a la naturaleza, a la vegetación como personaje del mundo, de la obra y del arte. “De la naturaleza tenemos mucho que aprender; en este mundo tecnológico, digital y sintético, es posible que nos estemos dejando de lado el ejemplo del mundo vivo que compartimos. Pienso que en un futuro nos daremos cuenta de que entre las fibras de lo vegetal hay más avance tecnológico que entre ceros y unos”, augura el artista.