MADRID. Leyre Abadía tenía quince años cuando su profesor Maríano García, del instituto Basoko de Pamplona, les pidió a ella y a sus compañeros de clase que se escribieran una carta al yo que serían diez años después. Ahora Leyre es actriz y aquella historia se ha convertido en "Veranillo de un minuto".

Basada en aquella experiencia, Abadía escribió un texto que ella misma pone en escena, dando vida a tres mujeres, tres amigas, protagonistas de su propia vida.

María, Sofía y Eli, entonces adolescentes, realizan sin apenas entusiasmo el rutinario trabajo escolar de autoescribirse una carta imaginándose qué es de su vida en el futuro, meterla en un sobre y entregarla cerrada a su profesor de Literatura, que será quien las envíe en el momento oportuno. Exactamente como ocurrió de verdad.

"Esa carta yo la recibí; de hecho, la llevo conmigo cuando hago la función, pero no la leo", ha contado la pamplonesa a Efe en una entrevista telefónica.

La creadora, licenciada en la RESAD y actriz desde los 13 años, es esa categoría de intérprete que lucha contra viento y marea por cumplir su sueño.

"Veranillo de un minuto" es un monólogo interior, exterior, de vuelta y por los lados, donde el silencio, la palabra y el paso del tiempo es la seña de identidad.

"Este es el motivo, pero hay más porque el pasado siempre vuelve. Vuelve lo no vivido, los sueños, las frustraciones, los fracasos, los anhelosâ", dice Abadía.

Así, la autora consigue crear una realidad con los recuerdos, expectativas, ilusiones y miedos que van cobrando vida a medida que se conoce a los personajes.

Hubo una primera presentación en 2013, pero mucha gente se quedó sin verlo; los años pasados desde entonces, asegura Abadía, no sólo no han marcado distancia sino que "parece mentira -dice-, pero creo que está bien así".

"Como el texto me salió a borbotones no quiero cambiar nada, a mí es así como me funciona", apunta -aunque confiesa entre risas "son seis años"-, en los que ha cambiado, eso sí, la maleta que utiliza como atrezzo, y el vestuario.

Tras leer aquella carta, Leyre se decepcionó "un poco" de sí misma. "Me parecí muy aburrida porque acerté en todo, pero todo todo", se ríe.

Otros compañeros no fueron tan premonitorios; la mayoría no atinó con nada; hubo quien le pidió al profesor que no se la enviara e, incluso, otro murió en el camino y no la pudo recibir.

"Veranillo de un minuto" es una propuesta que, inevitablemente, hace que el espectador piense en su propio paso del tiempo; de ahí el título: "Es pequeño respiro que se concede al espectador, porque aquí se habla del poder de las palabras, como de los silencios".

Con la producción de Ireala Teatro y el apoyo en dirección actoral de Mamen Camacho, "Veranillo de un minuto" estará los viernes de diciembre en la sala Plot Point de Madrid.