madrid - Hubo una época del cine español en que un director rodaba fácilmente cuatro películas al año y un espectador podía ver juntos en pantalla a Christopher Lee y Silvia Tortosa; un periodo en que el cine hecho en España arrasaba en el extranjero. El documental Sesión Salvaje, que se estrena en salas el próximo viernes 13, reivindica esa edad de oro del cine de género que vivió España entre los años 60 y 80 y que incluye desde los westerns rodados en Almería al fantaterror pasando por el destape y el cine quinqui.

Unos lo llaman cine de explotación, otros industrial o de serie B y todas esas películas tenían algo en común: había un público ansioso por verlas y se producían a una velocidad de vértigo para responder a la demanda. Quizá muchos no sepan que Pánico en el transiberiano (1972), filme protagonizado por Christopher Lee, Peter Cushing y Silvia Tortosa que transcurre en el interior de un tren que traslada a una criatura amenazante, sirvió de inspiración nada menos que a los creadores de Alien, según cuenta su director, Eugenio Martín. O que Tarantino es fan de las películas de Chicho Ibáñez Serrador, según el productor Enrique López-Lavigne. “Nuestra memoria es limitada, a veces parece que a partir de diez años hacia atrás no existe nada”, dice Paco Limón, cinéfilo y codirector del documental junto a Julio C. Sánchez. “Hay un cine alucinante en España que es completamente desconocido, lo que hemos intentado es hacer un collage de las mejores secuencias”. Para ello han contado con el archivo de Mercury Films, la distribuidora de Enrique Cerezo, propietaria de los derechos de la mayor parte del cine español y con testimonios de los artífices de esa industria. Rostros populares como Fernando Esteso, Mariano Ozores o Esperanza Roy y también secundarios como Simón Andreu, Antonio Mayans o Álvaro de Luna, habituales de las coproducciones internacionales, cuentan sin complejos que tenían el trabajo asegurado porque casi nadie hablaba inglés entonces.

autores y cine s Esa falta de pretenciosidad también define la época, subrayan en el documental directores contemporáneos como Álex de la Iglesia o Nacho Vigalondo: se podía ser autor y a la vez hacer cine de explotación. Quizá el mejor ejemplo de esto sea Javier Aguirre, fallecido hace unos días, que alternaba el cine experimental con los taquillazos tanto de comedia (Ni te cases ni te embarques), como de terror (El gran amor del conde Drácula). Aguirre, junto con Jordi Grau, Eugenio Martín, Paul Naschy, Romero Marchent, Bigas Luna, Jesús Franco, Iván Zulueta o Eloy Iglesia con su cine quinqui -“el verdadero cine negro español”- son algunos a los que esta cinta rinde tributo. Pero también reconoce a otros más denostados como Mariano Ozores. “Hemos querido jugar limpio”, prosigue Limón, “hablar de esa época supone incluir a De la Iglesia o a De la Loma, pero también a Ozores y el cine S (o destape), que era para darle de comer aparte: casi todas las películas eran malas, pero ahí están, forman parte de la historia y de lo que éramos entonces, no vamos a negarlo ahora”.