A punto de finalizar los festejos televisivos de las calendas navideñas, los estados mayores de las dos televisiones que realmente compiten por el cetro del poder mediático, se preparan para enzarzarse en una pelea por el botín de la audiencia y el botín de los recursos publicitarios captados a lo largo de las parrillas de contenidos que sustentan el suculento negocio de la tele.

Tantos los profesionales de Mediaset como los de Atresmedia perfilan sus estrategias para ser los primeros, los más seguidos, los más poderosos en clientela y su correspondiente fidelización. La pelea de titanes está a punto de comenzar, y cada una de estas dos potencias televisivas empleará sus mejores armas para continuar siendo primeros como el grupo de Vasile, e intentar doblarle el espinazo de la preponderancias y sustituirle en el mando en el caso del grupo librero.

Unos y otros remarcarán su personalidad, estilo y estética. Se reconocerán una temporada más en los contenidos, y cada uno explotará los modos y maneras que les distinguen en el mercado. Los libreros de la familia Lara seguirán desarrollando una estética más familiar, más blanca, menos agresiva, mientras que los de Mediaset explotaran hasta la saciedad en sus dos principales canales, fórmulas y variedades de la conocida tele basura, o realityes descarnados y explosivos.

Ninguno se atreverá a dar un volantazo de aires renovados, frescos y distintos y todos se someterán al dictado de las encuestas que rigen el sentido de cada tele a su manera, haciendo de los programadores, meros ejecutores de lo que digan los estudios sociológicos de audiencia y repuesta del consumidor. Todos esperan la llegada del maná del éxito, pero pocos arriesgan buscando nuevas fronteras a los programas de nuestras teles, repetidos, aburridos, escasamente sorprendentes y muy, muy manidos. Lucha de titanes para hacerse con una victoria pírrica. Ellos son así.