esta semana que se ha llevado por delante a Phil May, el cantante de Pretty Things, por causas ajenas al coronavirus, se cumplen los aniversarios de los fallecimientos de dos de los personajes más relevantes que ha dado la música popular en el Estado y Gran Bretaña en las últimas décadas, los de Antonio Vega, cabeza visible de Nacha Pop, e Ian Curtis, el líder de Joy Division.

El 12 de marzo de 2009 marcó el final de la historia vital y musical de Antonio Vega. A sus 51 años de edad y con una salud y apariencia debilitadas por el consumo de drogas decía adiós uno de los músicos ?cantante, compositor y guitarrista- más personales e importantes de la música estatal, tanto desde su liderazgo en el grupo Nacha Pop como en su posterior y más errática pero más alabada carrera en solitario, que dejó clásicos como El sitio de mi recreo o Se dejaba llevar por ti.

"Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer", una frase para la historia, y una canción que no solo definió una época, sino que 40 años después sigue siendo considerada el gran himno del pop español. La firmaba Nacha Pop, el grupo de la Movida Madrileña de los primos Antonio Vega y Nacho García Vega. El décimo primer aniversario de la muerte del primero se cumplió este martes pasado y, coincidiendo con la efeméride, artistas como Vanesa Martín, Andrés Suárez, Mikel Erentxun, Rulo y Shuarma, entre otros, le han ofrecido un tributo en las redes sociales interpretando sus canciones.

A lo largo de una carrera que abarcó cuatro décadas, Vega compuso una amplia lista de canciones eternas, tanto en su etapa en Nacha Pop como en solitario, y su obra merece un capítulo aparte en la gran historia del pop. Sus canciones, sus letras e incluso su sonido conforman un universo cercano e intimista y, al mismo tiempo, misterioso. Tras el verano se anuncia la publicación de una nueva edición de Escapadas (2004), CD descatalogado desde hace años y que incluía versiones y duetos con Amaral, Jarabe de Palo, Elefantes o Ketama. El original se acompañará de otro adicional con contenido añadido.

Si todo suicidio es un fracaso humano y social, el de Ian Curtis, líder del grupo de Manchester Joy Division, del que este lunes se cumplen cuatro décadas, lo es más todavía por el genio que desplegó en un tiempo escaso una banda que se convirtió posteriormente en los exitosos New Order y que solo dejó para la historia varios singles y dos discos de larga duración a finales de los años 70 e inicio de 1980.

Ni Curtis ni su grupo eran punks, pero sus ritmos monolíticos y marciales estaban inspirados por su energía y rabia. Y eran oscuros, muy oscuros. Tanto como la exuberancia loca que demostraba su líder y cantante en escena, que, unido a sus problemas con la epilepsia, llevaban al trance al intérprete y convertía cada encuentro con los seguidores en una cita intensa que nunca olvidarían. Curtis se suicidó porque su enfermedad, unida a la ajetreada vida del rock´n´roll, le llevó a un punto sin retorno, cercana de la enfermedad psiquiátrica.

Antes de su suicidio, su esposa, Deborah Curtis, ya le vio "en trance, herido e intenso, como en otro planeta", según recoge en su imprescindible libro Touching from a distance. La vida de Ian Curtis y Joy Division, que incluye sus lóbregas letras y relata su relación de primera mano y con los sentimientos a flor de piel, y cómo se sentía el músico ante sí mismo, la sociedad y su grupo. Se colgó de una soga mientras sonaba el disco The idiot, de Iggy Pop, y resulta estremecedor leer la escena que se encontró su pareja al regresar a casa tras dormir en la de sus padres.

Curtis solo grabó dos discos con Joy Division: Unkown pleasures (1979) y Closer (1.980), ambos clásicos imperecederos. El año pasado se estrenaron una edición especial y una serie de vídeos de las canciones de su debut realizados por artistas de todo el mundo que reimaginaron el concepto visual de temas como Disorder, She's lost control o Shadowplay. Y se anuncia ahora un lanzamiento especial 40 aniversario de Closer para mediados de julio, en vinilo transparente, junto a ediciones limitadas remasterizadas en vinilo de doce pulgadas de Transmission y dos de su mejores temas, Atmosphere y Love will tear us apart.