acido en Alemania y criado en Los Ángeles, el inconformista Charles Bukowski llegaría a ser considerado como uno de los más característicos representantes de la literatura relacionada con el movimiento underground y la realidad urbanita, generalmente en el peor de los sentidos. De hecho, el título de algún libro ya habla por sí solo de su contenido: Escritos de un viejo indecente (1969), Ordinaria locura y Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones son algunas de esas descarnadas narraciones. De algunos de los relatos de su primera época.

Anagrama (que acaba de presentar un volumen del autor como parte de su colección Compendium con las dos últimas novelas protagonizadas por Henry Chinaski, La senda del perdedor y Hollywood) es el sello que más atención ha prestado al estilo y a las formas del autor nacido el 16 de agosto de 1920, solo trece días después de hacerlo P.D. James, autora de algunas de las más populares novelas policíacas de la segunda mitad del siglo XX, como Muerte de un forense (1977) y Una cierta justicia (1997), pertenecientes a la serie Adam Dalgliesh; o La calavera bajo la piel (1982), de la serie Cordelia Gray.

Afortunadamente, Siruela ha publicado recientemente No duermas más, conjunto de relatos inéditos que nos muestra otra de las facetas de la escritora británica: la de creadora de historias no exentas de sus característicos giros narrativos. Y ese mismo año, el 22 de agosto, nace otro gran creador: Ray Douglash Bradbury, uno de los autores capitales en la creación y la difusión de la ciencia-ficción en las décadas más agradecidas de su existencia. Bradbury fue quien alentó a quien quiso leer sus relatos acerca de las incongruencias de una civilización dominada por la tecnología en novelas como Crónicas marcianas (1950), Fahrenheit 451 (1953) o Canto al cuerpo eléctrico, de 1969.

Fue, igualmente, uno de los renovadores del género al combinar en sus libros la magia de sus alucinantes escenarios y una jugosa crítica social e incluso de la denuncia de diversas injusticias en un mundo complaciente con el poder. Con el poder de un futuro que, a día de hoy, ya no lo es tanto y la Colección Bibliotecas de Autor de Minotauro, sello siempre interesado en el autor estadounidense, ha vuelto a presentar este 2020 algunas de las mejores obras de Bradbury (Ahora y siempre, Las doradas manzanas del sol, Siempre nos quedará Paris, Mucho después de medianoche…). Pero este mes de agosto, aún debe mostrarse respeto por otra figura literaria: la de Toni Morrison. Fallecida en agosto del pasado año, dedicaría su obra a la exploración y el testimonio de las desgracias de la raza negra en un Estados Unidos evidentemente racista.

Dicha obra (Ojos azules, Jazz, Volver…) fue reconocida incluso a través de la concesión de premios como el Pulitzer y el Nobel de Literatura y, con tal fin (el de recordar el valor artístico y humano de su existencia), Lumen acaba de presentar el que está considerado como su último libro, conjunto de ensayos y discursos de la autora titulado La fuente de la autoestima. DeBolsillo, por su parte, presentó en enero Amor (una historia que muestra las complicadas relaciones que unen y separan a dos mujeres nada triviales) y acaba de hacer lo propio con Beloved y La isla de los caballeros, otras narraciones con fundamento de Toni Morrison.