n hombre enjaulado dentro de su coche, un señor que le dice a su flotador con forma de unicornio que el cambio climático es algo fantasioso, unas vacas mirando el teléfono móvil o un monigote rojo sentado encima de un semáforo rodeado de agua son algunos de los dibujos que el Molino de San Andrés, en Villava, alberga desde el 25 de julio dentro de la exposición El cambio climático no tiene gracia IIcompuesta por 13 paneles de viñetas humorísticas. La exposición ha llegado a Navarra de la mano de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona y se trata de una iniciativa promovida por la revista de medio ambiente Ballena Blanca con el apoyo de la empresa de seguros DKV, para enfatizar los efectos más locales de un problema al que se deben dar respuestas contundentes.

Con juegos de palabras, metáforas visuales, hipérboles; a color o en blanco y negro, con pocos detalles o más cargados, humanizando objetos o animales; con muy diversos estilos muestran los ilustradores problemas como el aumento de las temperaturas o las inundaciones. Pero siempre desde la sátira, sorna y, en algunos casos, el humor negro, como el dibujo de Asier, Desplazados climáticos, en el que, sobre una barra en la que está escrito Loading, hay unos esqueletos sobre la zona que ya está cargada y un grupo de gente que huye de ella.

BallenaBlanca es una revista de medio ambiente y economía que fundaron un grupo de periodistas en 2014 con el ánimo de crear contenido divulgativo de calidad para concienciar a cualquier tipo de lector sobre los problemas del cambio climático. “Además, hemos querido ampliar el proyecto y ser mucho más que una revista”, explica Sara Acosta, su editora. De ahí que se hayan lanzado a realizar otras actividades, como la exposición de viñetas humorísticas El cambio climático no tiene gracia II.

“La primera edición fue hace dos años, y la llevaron a cabo viñetistas de todo el mundo, pues, desde Ballena Blanca queríamos plasmar que el cambio climático es un fenómeno global, y no solo una cosa española o europea. Además, nos parecía interesante conocer de qué modo percibían este fenómeno los países, iberoamericanos, norteamericanos, asiáticos, etcétera”, explicó Acosta.

Y como la primera edición tuvo un resultado positivo -recorrió varias ciudades del país-, decidieron hacer una segunda, que es la muestra que cuelga actualmente de las paredes de una de las salas del Molino de San Andrés. Esta es “la versión regional nacional de este fenómeno que es el cambio climático”. Esta vez, el propósito es acercar el problema a España y sus comunidades, “porque todavía hay mucha gente que percibe que el cambio climático es algo que pasa súper lejos”, opina la editora.

La revista apuesta por el humor como herramienta clave para transmitir su mensaje. Cuando se fundó, los integrantes se dieron cuenta de que los problemas relacionados con el medio ambiente estaban siendo contados en un tono moralista que buscaba generar cargo de conciencia en la gente. “Si te conviertes en pepito grillo llega un momento en que ya no te escuchan porque eres un rollo”, dijo, entre risas, la editora. En Ballena Blanca no querían transmitirlo de esa manera, pero necesitaban buscar un modo de generar impacto, y lo encontraron en el tono chistoso.

El tipo de chistes que los miembros de la revista vieron que se hacía en otros medios les parecía muy ingenuo: “Una tierra con el termómetro porque le duele algo y dibujos por el estilo. ¿Y las personas dónde están, el mundo real dónde está?”, se pregunta Acosta, a la que le parece que a esas creaciones les falta sangre en las venas. “No pegan un puñetazo en la cara, que, desde nuestro punto de vista, es lo que se necesita para cambiar la visión de alguien. Y si nos critican, pues genial, porque eso significa que hemos impactado”.

“Para poder jugar con el humor tienes que jugar con la hipérbole, o sea, poder caricaturizar y llevar al extremo algo que es real”, explica. Es decir, que las viñetas no hablan de una realidad distópica, sino de algo que ya está sucediendo. Refiriéndose a la viñeta ¿Tomar el sol en la playa?, Sara Acosta dice que, aunque “parece algo de 2053”, la Administración en España ya tiene planes de prevención contra el aumento exagerado de las temperaturas en ciertos lugares de la costa.

Ballena Blanca, Ballena Blanca en su compromiso por crear contenido informativo veraz y de calidad, no se conforma con soluciones fáciles o a medias. Así lo demuestra Invasión del coche, aunque sea eléctrico, que fue portada de la revista en octubre de 2018, en la que se plantea el problema de la movilidad en las ciudades. Desde su punto de vista, este asunto no se resuelve simplemente cambiando los coches de combustible por otros eléctricos o autónomos, sino que el urbanismo debe hacerse pensando en las personas y no en los automóviles.

En esta línea, la última revista que sacaron fue una edición especial contra las empresas que pretenden ser verdes y, en realidad, son contaminantes. “Esto no es que abunde, es que está por todas partes. Cepsa, Repsol, Naturgy, etcétera hacen unas campañas tremendas de publicidad diciendo que están súper comprometidas con el medio ambiente. Y eso es lo que luego el consumidor cree porque no hay nadie en el medio que le diga que estos son los causantes del problema”, cuenta Acosta, cuyo objetivo es conseguir crear un sentido crítico, “igual que hay que tener criterio en la política, la economía, el arte y tantos otros aspectos.”