ace ya un buen número de años que Miguel Sánchez-Ostiz nos viene ofreciendo un poblado conjunto de dietarios en los que desenmascara la cutre realidad sin renunciar a ciertos pasajes más o menos amables en los que el pamplonés nos hace saber que todavía puede interesarse por algunos ciudadanos y algunos ideales alejados de la inmundicia generalizada. Después de Rumbo a no sé dónde, Diario volátil y A cierta edad, toca volver a subirse al viejo tren de los "boteprontos" que el autor de El Escarmiento deja caer para regocijo de lectores esforzados.

Alto ahí: los textos de estos Breves del desconcierto no son especialmente complicados pero están dotados del interés que aporta un diario comprometido con la citada realidad. Y ese es un atractivo con el que ya contaron numerosos libros genéricos anteriores de un autor fiel a Pamiela, sello que igualmente le ha presentado libros de diferente alcance y temática, como las novelas Los papeles del ilusionista y El pasaje de la luna o el ensayo Lectura de Pablo Antoñana.

En este nuevo libro, Sánchez-Ostiz sigue mostrando dicho interés en la denuncia de las más diversas injusticias y sigue haciéndolo de un modo claro y preciso: "Sentencias como garrotes (viles), justicias de traer a morir al palo, escarmiento colectivo, ideología ponzoñosa como tinta de considerandos jurídicos€ Pienso en el caso de Alsasua, y en el futuro".

¿Futuro? ¿Quién dijo futuro? Sí, el autor de este dietario.

Autor: Miguel Sánchez-Ostiz. Editorial: Pamiela, 2020. Páginas: 144.