l milenio encaraba su final cuando Paul McCartney publicó Flaming pie (Universal), su décimo disco en solitario y uno de los mejores de su carrera. El álbum, que contó con aportaciones de Jeff Lynne, Ringo Starr y Steve Miller, fue el resultado de la urgencia del músico de "hacer música nueva con los recuerdos de The Beatles", explica. Los supervivientes del grupo acaban de publicar Anthology, un recorrido por los sonidos de la banda de Liverpool. El álbum, "que tiene el sabor" del grupo, se acaba de reeditar en diferentes formatos y con inéditos.

El proyecto, similar a los de otros veteranos como Neil Young o Bob Dylan, supone la decimotercera entrega de su Archive Collection, operación de rescate de viejas grabaciones que, en el caso de McCartney, logró un Grammy. Flaming pie, décimo álbum en solitario de Paul y aclamado por la crítica, está ya disponible en varios formatos que incluyen desde el más sencillo de dos compactos y vinilos al de lujo que llega a los cinco compactos, con múltiples versiones e inéditos, libros, fotografías, arte?

Lanzado originalmente el 5 de mayo de 1997, rompió una racha de silencio discográfico de McCartney de cuatro años y contó con la producción de Jeff Lynne y George Martin, así como el apoyo de un elenco de familiares y amigos, incluidos Ringo Starr, Steve Miller, Linda McCartney y su hijo James. El título del disco recuerda una vieja entrevista de John Lennon en el que aseguró que el nombre de The Beatles se lo sugirió un hombre que surgió de una tarta en llamas. "John estaba ahí, con esa resonancia y esa importancia que siempre tuvo en mí. Ambos solíamos dar mucha importancia a los títulos, como prueban Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band o Rubber Soul", rememora McCartney.

Espoleado por la actividad desplegada en la preparación de The Beatles Anthology, que recuperó los documentales de los Fab Four emitidos por televisión, McCartney se enfrentó a la necesidad de "hacer música nueva", indica. "Esa caja me entusiasmó y fue un buen curso de actualización que me abrió el camino para Flaming pie", apostilla el músico de Liverpool, que recordó junto a Ringo y George Harrison los viejos recuerdos del grupo, así como "los chistes y nuestras canciones".

El propio McCartney reconoce "el sabor a The Beatles" de Flaming pie. "Siempre hay ecos y no puedes evitarlo porque cuando escribes eres tú", se justifica, a la vez que sugiere que "el desencadenante" del álbum fue Jeff Lynne, líder de la ELO, productor de Tom Petty, miembro de Travelling Wilburys y seguidor acérrimo de The Beatles, como demostró en la canción Free as a bird. "Jeff hace muy buenos discos y trabaja muy bien las armonías. Es un productor preciso y sin asperezas en el sonido, además de un tipo divertido. Eso sí, trabajamos como locos", confiesa.

Dentro de la definida marca McCartney, Flaming pie es un disco de sonoridades diversas, que oscilan entre el pop directo y acústico de The song we were singing al riff rockero de The world tonight y el guiño Beatles de Souvenir, pasando por el blues I used to be bad, el honky tonk del tema titular y un rosario de baladas excelsas, con la folk Calico skies a la cabeza, seguida por la evocadora Somedays, la plácida Little willow y una Beautiful nights conducida por un piano.

"Hay muchas guitarras rockeras, en la onda de Neil Young y Crazy Horse, y Linda se sorprendió. No conocía esa faceta mía", explica McCartney, que destaca también la forma en que se creó Calico skies, en Estados Unidos y tras sufrir los efectos de un huracán. Se creó a la luz de las velas y cocinando en un fuego de leña. "Nos gustó esa simplicidad, algo muy primitivo", rememora. "Allí pasé mucho tiempo con mi guitarra acústica, inventando canciones y una de ellas fue Calico skies. Es un pequeño tema para tocar impotente tras un huracán. Y sí, quise escribir algo acústico en la línea de Blackbird, simple y que se mantuviera por sí solo", concluye.

Su viejo amigo Ringo Starr aparece en Flaming pie. Aunque McCartney deseaba compartir estudio con él desde hace años y se juntaron a instancias de Lynne. El batería se sentó a tocar Beautiful night y "fue como en los viejos tiempos". Y como todo funcionó como antaño y "nos divertimos mucho", siguieron grabando en una especie de jam session que puede rescatarse en los temas extras e inéditos incluidos en la edición de lujo del lanzamiento, que se completa también con vulnerables y sentidas versiones de las canciones en acústico y formato maqueta.

Finalmente, aparece también otro gran músico, Steve Miller, autor de clásicos como Serenade, The joker o Space cowboy, a quien McCartney conoció al final de la época de The Beatles. Juntos trabajaron para el álbum en su casa de Idaho, en Sun Valley, entre la nieve, buen tiempo y el cielo azul. "Fue genial, es un gran cantante, guitarrista y compositor. Recuerdo tocar su piano Seinway en la sala de estar. Respetaba su opinión sobre las canciones y qué instrumentos usar. Él llevo talento a las sesiones y Ringo, su genialidad y magia", concluye.