Intérpretes: dúo soprano, Julieta Viñas Arjona; y tiorba, Aníbal Soriano. Programa: Obras de Frescobaldi, Bárbara Strozzi, Monteverdi, Merula, Marini, y Kapsberger. Lugar: Iglesia de Santa Clara. Cantoría: cuarteto vocal: Victoria Uriol, soprano; Guimerá, contratenor; Valentín Miralles, bajo, Jorge Losana, tenor y dirección. Programa: obras de los cancioneros de Upsala, Palacio, Gandía, y de J. Vasques y F. Guerrero. Lugar: Iglesia de San Miguel. Programación: Semana Música Antigua de Estella. Público: el permitido (8 euros en Sta. Clara; 12 Euros en San Miguel).

a tercera jornada estellesa de música antigua vino marcada por el tormento de las sustituciones, y, también, por haberlas solventado, más o menos, y la satisfacción que eso supone. El doblete programado, nos ofrecía -en Sta. Clara, a las 5.30-, a la soprano Julieta Viñas con la tiorba de Paula Briera; ésta tuvo que ser sustituida por Aníbal Soriano. Y a las 8 en San Miguel al grupo Cantoría, que debió cambiar parte del programa por sustitución de dos de sus cuatro miembros. Son tiempos inciertos, y todo lo daremos por bueno, mientras la música, bien interpretada, suene; y así fue y así lo comprendió el público.

.- Sta. Clara. Julieta Viñas titula su recital con ese magnífico oxímoron amoroso dolce tormento; en él desgrana una serie de obras, con el seiscientos italiano de fondo, de autores fundamentales como Bárbara Strozzi, Girolamo Frescobaldi, o Monteverdi. Julieta tiene una voz bellísima para ese repertorio: una línea muy pura, destacada en las zonas más altas del pentagrama -en estas obras los agudos son discretos-, sin el más mínimo roce, y con la dulzura balsámica para acariciar algunos textos, y, también, la bravura suficiente y atrevida para los tramos más imprecatorios y de enfado -nunca demasiado, claro-. Un Frescobaldi glorioso fue el Así me despreciáis, con todos los elementos de bravura y despliegue de vocalizaciones, muy bien ejecutadas, con extrema limpieza, por cierto. Y todo lo referido a la gran Bárbara Strozzi, fue cantado con especial cariño: en Yo me quiero morir se parte de un recitativo con atrevidas agilidades, para descansar en la prodigiosa melancolía que evoca la canción. Finalizó con el título del concierto: Si dolce é l tormento de Monteverdi, sin duda una de las canciones más bellas de todo repertorio. Solventó bien la soprano la sustitución de su tiorbista, quizás un poco nerviosa y pendiente de las partituras que, en la propina, demostró que se sabía de memoria. Aníbal Soriano acompañó muy bien, y se lució, a solo, en Kapsberger; y en las improvisaciones sobre la tarantela que dio con la guitarra barroca. Tuvo gran mérito que conservaran, prácticamente intacto, el programa anunciado.

.- San Miguel. El grupo Cantoría, que dirige Jorge Losana, se ciñó, en su programa, a los conocidísimos temas del cancionero de Palacio, Gandía y Upsala; con incursiones en F. Guerrero y Juán Vasquez. Todo cantado con buen gusto y con la baza fundamental de un buen bajo pedal, que cimenta la sonoridad, por otra parte iluminada por la soprano, y bien amasada por las dos voces masculinas intermedias. Me gustó esa dinámica de abrir el sonido a partir de un punto; muy bien llevada por los cuatro. A destacar, la atmósfera llena de misterio de Si la noche del cancionero de Upsala; o Señora de hermosura, lenta, y elegante. Y tuvo su gracia, el Cucu = cornudo, muy bien definida en sus tramos vocales virtuosísticos.

Todos los intérpretes están agradeciendo a Raquel Andueza, la organizadora de la Semana, su empeño en celebrar la muestra de música antigua. Ciertamente, la organización está siendo impecable en medidas de seguridad y con el apoyo de la disciplina del público.