Reparto: Berna Perles, soprano (Leonora), César Gutiérrez, tenor (Florestán), Damián del Castillo, barítono (Pizarro), Eric Martínez-Castignani, barítono (Rocco), Andrea Jiménez, soprano (Marcelina), Javier Povedano, bajo (Don Fernando), Pablo García-López, tenor (Joaquina, y prisionero primero). Programación: temporada de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra; Manuel Hernández Silva, director. Acompañamiento: Orfeón Pamplonés (Igor Ijurra, dirección) Retransmisión de Navarra Televisión el 15 de octubre de 2020.

in aplausos de salida y final, con un escenario amplísimo, austero pero elegante, bien iluminado, y de enorme perspectiva; con el negro mascarilla -como los tiempos- de vestuario fundamental, Navarra Televisión retransmitió la apertura de la temporada 20-21, trastocada, cruelmente, por la pandemia. De entrada, hay que decir que lo peor de esta retransmisión ha sido, sin duda, la chirrincha (envidia, -de la buena-, en el diccionario de Iribarren) que hemos pasado los que pensábamos estar allí. Y es que, independientemente de que no se pueda juzgar el resultado como estando en directo, lo que sí traspasó la pantalla, fue que la obra estaba bien ensayada, bien ensamblada en la complejidad de los concertantes; con una orquesta impecable en su cometido, ya desde la obertura, y unos solistas implicados, muy profesionales y metidos en el papel, a pesar de la inevitable frialdad del ambiente. Se dio hora y media de Fidelio, quitando lo hablado, y parte del canto. Como he dicho, no se pueden especificar bien las cualidades de los intérpretes, sobre todo las relativas al volumen y cómo salta la voz el foso; pero, aún así, quiero dejar constancia de la buena impresión, en general, de todo el elenco. Primer acto: duetto entre Marcelina, y Jaquino: estupendos los dos, nos metieron enseguida en canción: G-López transmitió muy bien, teatralmente, su zozobra amorosa; voz clara, timbrada, homogénea en toda la escala, y con cuerpo, aunque no se puede especificar el volumen. Andrea otorga mucho carácter a su aria ¡Oh, si estuviéramos unidos!, su voz tiene presencia y drama, que no debe exagerar, en algún punto, para no asomar un poco de vibrato; pero muy bella su aria. Terceto y cuarteto de las escenas 3 y 4 funcionan muy bien, cohesionados. La feliz aria hedonista de Rocco -"La amada entre los brazos y el dinero en el bolsillo"- fue convincente, dándole ese carácter festivo, en medio de una ópera que, hasta el final, es un tanto oscura. La orquesta muy bien en los pasajes rápidos adornados. Salto hasta el aria de Pizarro, con el coro de hombres del Orfeón. Damián impone la autoridad y el ímpetu que se le pide, con esa bravura del malo de la película: "podré aplacar mi sed de venganza", canta. Recitativo y aria de Leonora: voz de soprano lírica que cubre bien el dramatismo que exige el rol travestido; pasa de la bravura del enfado (¡maldito!), a la calma de la esperanza (¡ven esperanza!), cantada con mucho gusto; algo abierto el agudo final, pero no sé si sonaría así en la sala. Mención para la sección de trompas de la orquesta. Coro de prisioneros (hombres): recogido y bien cantado; algo opaco por las circunstancias, y teniendo en cuenta que en este Beethoven -como en el de la Novena- si se pasa de cien mejor, cosa que aquí no se podía. Pero siempre el coro se defendió muy bien, espléndido en el final. Dúo de buen entendimiento entre Rocco y Leonora. El tenebroso interludio de la orquesta, -ese es el carácter-, da salida a escena a Florestán: arranca con un ¡Gott! agudo inaudito; lo toma en matiz piano y lo abre; de primeras, impacta. Su aria "en la primavera de mi vida" hace un fraseo un tanto demorado, algo falto de legato, hasta que al final se anima; su voz es potente (siempre TV por medio), y con algo de fatiga, al final. El final muestra un Fernando majestuoso, en su rol. Y un brillantísimo tutti, con un Hernández Silva, fundamental en toda la buena concertación, que lleva la sonoridad, a mi juicio, un poco de más stacatto, cosa que es buena para la claridad, pero que en lo que nos llegó -seguro que por la acústica del escenario abierto y la sala vacía- resultó un poco seca. En cuanto a la transmisión, hay que agradecer al canal local su esfuerzo, no tiene los medios del concierto de Año Nuevo, claro; pero algunos detalles -para otra vez- se pueden mejorar: por ejemplo, la salida de Fernando, al final, se merece un primer plano, los primeros compases no se sabía de donde venían, también los timbales€ en fin, de todos modos, muchas gracias a todos. El esfuerzo lo merece.

Le dedicamos este Fidelio. Se nos ha ido el gran tenor y maestro Visus, de repente, sin cerrar la tapa del piano. Su vida fue el canto, en los escenarios y fuera de él. Con multitud de alumnos francamente agradecidos. Porque era un maestro sin rencores, que aceptaba a sus alumnos en sus posibilidades y en su voz. Siempre animando. Afable. Con una carrera internacional de intérprete y pedagogo (Universidad de Minnesota), y con unas ideas mucho más abiertas y prácticas que las que, a veces, se dan por aquí. Sus alumnos hablarán de su magisterio. Hoy, yo lo recuerdo por razón de vecindad. Me lo encontraba muy a menudo, en Iturrama, donde dio vidilla musical al barrio, desde su parroquia del Sagrado Corazón. Siempre parado en la acera hablando con alguien. Siempre de buen humor. Fue la típica persona de la que dirían los clásicos: "la bondad como primera virtud de la inteligencia". Descanse en paz.