alles desiertas a muchas horas, bares cerrados, comercios a medio gas. Tras el telón de la cultura, una buena historia en la oscuridad de una sala de cine; música poniendo banda sonora a un tiempo histórico; un actor que arranca sonrisas o evoca preguntas; una bailarina que danza, expresando con su cuerpo todo un mundo.

En medio de esta atmósfera rara, incierta y preocupante, muchas ganas de vivir.

Será por eso que el público sigue siendo fiel a la cultura, que, pese a las restricciones, sigue latiendo estos días en Navarra. En el primer fin de semana tras la aprobación de las nuevas medidas impuestas para tratar de frenar el impacto de la covid-19, el teatro, el cine, la danza o la música se han adaptado a la situación para sobrevivir, como siempre lo han hecho habituados lamentablemente a las crisis, y han dado muy buenos momentos al público que ha salido de casa en su búsqueda.

"Hay que sensibilizarse con este sector para que siga adelante", decía ayer Josebe Bilbao, pamplonesa de 54 años, que acudió a la sesión de cine de las cinco de la tarde en Golem Baiona con su amiga Angus González, de 52 años, a disfrutar de la película Las hijas del Reich. "Con el parón que hubo por el confinamiento, tenía miedo de que los Cines Yamaguchi cerrasen para siempre... así que en cuanto se pudo, volví a las salas. Hay que apoyar a la cultura, que tanto nos ayuda en estos momentos de crisis", añadía Bilbao, a lo que su amiga apuntaba que "es responsabilidad de todos que el sector pueda seguir adelante. Porque si no respondemos a la oferta cultural, acabarán cerrando todo". Los cines, en general, han adelantando las horas de las últimas sesiones para poder ofrecer lo máximo dentro de lo permitido -en algún caso, como en La Morea, se han visto obligados a quitar la última sesión-, y por suerte, según se demostró ayer, cuentan con un público fiel.

También ayer por la tarde, el Teatro Gayarre llenó su aforo máximo permitido de cien personas en las dos funciones que Producciones Maestras ofreció de la obra Mentiras cotidianas, dirigida por Ana Maestrojuán y con Asier Hormaza, Marta Juániz y Ángel García Moneo sobre el escenario. "La gente viene con muchas ganas. La gente tiene ganas de vivir", comentaban las trabajadoras del Gayarre minutos antes de recibir al público de la función de las 17.00 horas. Entre los asistentes, se encontraba Odei Domingo, pamplonés de 23 años, más conocido como ilusionista al frente de la Compañía Mago Hodei Magoa. Como parte del gremio, el joven artista tiene muy claro que "hay que tratar al sector de la cultura como antes de la pandemia. Hay que confiar en que el teatro es seguro. De hecho, el otro día se informó de que, a nivel estatal, desde marzo solo ha habido un brote en un evento cultural", defendía el ilusionista y "asiduo espectador de cualquier disciplina artística". Ana María Saijas, pamplonesa de 62 años, también acudió ayer a la primera función de Mentiras cotidianas, en compañía de dos amigos. "Últimamente voy bastante a eventos culturales. Aunque sea con medidas y restricciones de aforo, está bien que la cultura siga, es necesario tener algo que nos alimente, nos distraiga y nos haga disfrutar. Y, por supuesto, es necesario que la gente de la cultura pueda seguir trabajando", comentaba esta espectadora.

Ayer se pudo disfrutar de conciertos en Ansoáin, Falces, Puente la Reina o Pamplona; de teatro y danza en el Condestable, además de en el Gayarre; también en espacios culturales de Mutilva, Zizur Mayor, Cintruénigo, Villava y Sangüesa. Así como de proyecciones de cine en las diferentes salas y en el MUN, y de exposiciones de arte diversas a las que apenas ha afectado la nueva normativa de horarios.

Hoy, quien consulte la agenda cultural se sorprenderá de la cantidad de citas posibles: jazz este mediodía en el Nuevo Casino Principal, música folk en Alloz, La Pamplonesa en el Gayarre, los standards legendarios de la música popular estadounidense que sonarán por la tarde a cargo de Jazzy Leap en Baluarte; teatro en Condestable, en el Auditorio del Carmen de Sangüesa, el centro cultural de Noáin, civivox Iturrama, el Auditorio de Berriozar, el Teatro de Villava y las casas de cultura del Valle de Aranguren, Burlada, Ribaforada, Alsasua, Tafalla, Irurtzun y Lodosa. Y, en pleno corazón de Pamplona, en la plaza del Castillo, una performance-instalación en el marco del Festival After Cage.

No hay excusas. Si hay ganas de vivir, hay ganas de cultura.

"Es necesario sensibilizarse con el sector para que pueda seguir adelante"

Pamplonesa, 54 años

"Necesitamos más que nunca algo que nos alimente, nos distraiga y nos haga disfrutar"

Pamplonesa, 62 años