a vuelta a las aulas fue una de las principales preocupaciones de instituciones, profesionales y ciudadanía con el inicio del nuevo curso y, aunque el foco se puso en la educación obligatoria y universitaria, lo cierto es que hay muchas otras áreas de enseñanza en el territorio foral, algunas de ellas de gran tradición, calidad y años de experiencia, como es la formación musical.

En Pamplona está la Ciudad de la Música, situada en el paseo Antonio Pérez Goyena del barrio de Mendebaldea, junto a la Biblioteca y la Filmoteca de Navarra y marco bajo el que trabajan el Conservatorio Superior de Música y el Conservatorio Profesional Pablo Sarasate, que imparte el Grado Medio. Ambos centros han mantenido el alumnado de cursos anteriores, el Superior incluso lo ha aumentado, y se han adaptado a las circunstancias instalando el equipamiento necesario para garantizar la seguridad de las/os estudiantes y el personal docente, administrativo, técnico y de servicios que trabaja en sus respectivas sedes. Y no está siendo sencillo, adaptar las clases, casi todas presenciales, a las necesidades específicas de cada alumna/o y de cada instrumento -sobre todo en el caso de canto y viento-, a la vez que se respetan todos los protocolos sanitarios y de desinfección continua es un continuo quebradero de cabeza, pero el trabajo previo al inicio de la actividad y el que acarrea el día a día, ante la imprevisibilidad de la evolución de la pandemia, está dando frutos y hasta la fecha apenas se han registrado unos pocos positivos entre los asistentes, casos, que por supuesto, han sido aislados y a los que se les ha ofrecido clases telemáticas. Eso sí, las actividades paralelas como son las masterclasses, las conferencias, los seminarios, las jornadas de puertas abiertas y los ciclos de conciertos han sido suspendidas hasta nuevo aviso.

Tanto el Conservatorio Profesional como el Superior dependen de la Dirección General de Educación del Gobierno foral, y dentro de esta, del Servicio de Plurilingüismo y Enseñanzas Artísticas, y más concretamente de la Sección de Enseñanzas Artísticas (EEAA), cuyo jefe es Ángel Ardanaz. Como explica el director del CSMN, Julio Escauriaza, “las relaciones con EEAA son normales. El plan de contingencia lo redactamos nosotros, ya que somos los que estamos sobre el terreno y conocemos las necesidades. Lo presentamos al Servicio en su día, y la ejecución y desarrollo se llevamos a cabo en colaboración con el negociado de la Ciudad de la Música”, que depende de esa sección.

En la misma línea, Carlos Etxeberria, director del Conservatorio Pablo Sarasate, explica que la relación del centro con EEAA “siempre ha sido muy buena y nos ha acompañado en todo momento”. “Lo que más nos preocupa en este momento es la protección del profesorado y del alumnado contra el virus, y existen algunas diferencias entre la interpretación de la Orden Foral respecto a la utilización de desinfectantes en el centro”, añade. Y concreta: “Debido a nuestras características, debemos limpiar y desinfectar después de cada clase grupal o individual, tal y como se señala en el punto 6.2.7 del Anexo a la Orden Foral 75/2020, de 31 de agosto -posteriormente modificada mediante la Orden Foral 81/2020, de 6 de ocubre”. En cualquier caso, incide Etxeberria, “este asunto no depende del Servicio de Enseñanzas Artísticas, sino de otras secciones o direcciones”.

Conservatorio Profesional

Estrategias para el inicio del curso

El Conservatorio Profesional Pablo Sarasate tiene este curso 573 alunas/os, una cifra similar a la del pasado. Como se preveía que no iba a ser un año sencillo, “se implementaron una serie de medidas para prevenir o frenar la expansión del virus”. Por eso, indica Etxeberria, “se restringió el acceso al centro desde el verano y durante el curso solo puede entrar el profesorado, el alumnado, personal de servicios y aquellas personas que tengan que hacer gestiones en la oficina o en los despachos de dirección, con cita previa”. Asimismo, se han cerrado algunos espacios del inmueble “y se ha trabajado en la señalización y equipación de las aulas con medidas de protección”. En ese sentido, se ha organizado “la entrada, la salida y la circulación de las personas, de modo que se evite la acumulación y de mantenga la distancia física”.

El director apunta que, además, “se diseñaron estrategias para el inicio del curso con el asesoramiento del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del departamento de Educación del Gobierno de Navarra y con el apoyo de la coordinadora de la Ciudad de la Música”. Del mismo modo, se ha elaborado un Plan de Contingencia “propio del centro”, siempre “en sintonía” con el Protocolo de prevención y organización para el desarrollo de la actividad educativa presencial para el curso académico 2020-2021, publicado por el Ejecutivo foral.

Lo que está resultando más complicado en el contexto actual es, en palabras de Carlos Etxeberria, “proporcionar al profesorado medios de protección acordes a las necesidades específicas de cada uno de los puestos”. También es complejo gestionar el tema de la limpieza y desinfección, “ya que todas nuestras aulas son de enseñanzas muy específicas y el alumnado va pasando de unas a otras según los itinerarios que marca el currículo de las Enseñanzas Artísticas Profesionales de Música, que, además, varía según la especialidad instrumental”. Esto se traduce “en cambios continuos de grupos, o en alumnos/as en una misma aula a lo largo de toda la tarde”, con la consiguiente “obligación por parte del profesorado de ventilar y desinfectar esos espacios entre grupo y grupo o entre alumna/o”. Por otro lado, aun no pueden autorizar el uso de las cabinas de estudio, debido a problemas relacionados, precisamente, con el procedimiento de desinfección”, pero “seguimos trabajando en este asunto”.

En estos momentos, la presencialidad es casi total, y “únicamente el alumnado que no puede venir por la incidencia de la covid-19 es atendido de forma telemática. La utilizacición de las aulas, por la especificidad de estos estudios y sus ratios tan reducidas, es “prácticamente la misma que en cursos anteriores”, aunque ha habido un “cambios sustancial”. Y es que, se han pasado algunas clases de música de cámara a aulas con más espacio para evitar el acercamiento físico de sus miembros”, sobre todo en agrupaciones con viento o canto, donde se deben retirar la mascarilla para usar sus instrumentos, como es lógico.

Precisamente, los instrumentos de viento madera, viento metal y canto han sido los más difíciles de manejar, pero “se han colocado mamparas de separación en las aulas de estas especialidades, y la mascarilla solo se retira para tocar o cantar”. En el resto de las especialidades la mascarilla es obligatoria en todo momento para alumnado y profesorado.

Como era previsible, el Pablo Sarasate ya ha registrado algunos positivos de estudiantes y docentes, “y se ha actuado siguiendo las directrices de Salud Pública”. “En cuanto un alumno/a comunica su confinamieno, avisamos a todo su equipo docente”, y sucede lo mismo si el contagiado -o afectado por contacto estrecho- es un profesor. En el caso de que un estudiante, un docente o un trabajador manifestara síntomas en el centro, “se les llevaría al Aula Covid”, se avisaría a sus familiares y se seguría el protocolo sanitario establecido por el departamento de Educación.

Así las cosas, al margen de las clases, este año, todas las actividades de promoción, desarrollo, jornadas, clases magistrales, ciclos, salidas, conciertos, etcétera, del Conservatorio Profesional han quedadosuspendidas a causa de la pandemia. “Durante el curso se irá trabajando en la conveniencia o no de programar alguna de las actividades señaladas, siempre y cuando se garantice un marco de prudencia y prevención sanitaria”, asegura su director, Carlos Etxeberria.

Conservatorio Superior

38 alumnos más

Julio Escauriaza, director del Conservatorio Superior de Música de Navarra, cuya titulación equivale a un grado universitario, cuenta que este año cuentan con 361 alumnos, 38 más que el año pasado, quizá, sugiere, “se deba a la realización de las pruebas de acceso on line”.

Al igual que el Pablo Sarasate, el equipo del CSMN redactó un plan de contingencia propio durante el mes de agosto y, en la misma línea, el director coincide en que “lo más difícil está resultando facilitar y organizar el estudio del alumnado”. “Muchos no pueden practicar en casa, tenemos que cuidar las medidas sanitarias, y las instalaciones dan para lo que dan”.

La presencialidad es la principal apuesta para poder ofrecer una enseñanza de calidad, de ahí que, para garantizar la seguridad de todo el personal, se hayan “habilitado los dos auditorios para la impartición de clases numerosas -orquestas, coros, etcétera-, y el resto de las aulas son las mismas que en años anteriores”. Eso sí, “si alguien tiene que confinarse, ya sea porque ha dado positivo o porque está a la espera de PCR, esa persona -profesor o alumno- no acude al centro”. Hasta el momento, el Superior ha registrado siete positivos.

Como en el caso anterior, los más complicado de gestionar han sido los instrumentos de viento y el canto, “para los que se han instalado mamparas protectoras”. Por último, también en este caso se han suspendido las actividades artísticas presenciales”, así como los conciertos y las clases magistrales. Tampoco “permitimos que las personas ajenas accedan al centro, donde solo se mantienen las clases”. Eso sí, en noviembre “realizaremos nuestro ciclo Hamaika vía streaming”, termina Escauriaza. La música, pues, continúa.