n un tiempo en que la saturación y banalización de las imágenes, así como el empleo de las mismas a un ritmo veloz, es una constante, el artista Javier Balda (Pamplona, 1958) aspira a fijar imágenes en el tiempo -en su tiempo- a través de una pintura construida con fragmentos cuya presencia se sitúa en un lugar y en un momento.

Es la inquietud de la que nacen las obras de Secuencia temporal/Denbora sekuentzia, la exposición que Javier Balda ha llevado al Museo Gustavo de Maeztu. Inaugurada el pasado viernes, la muestra puede visitarse hasta el próximo 28 de febrero de 2021 en la sala de exposiciones temporales de la pinacoteca de Estella.

Es un recorrido por el arte más reciente de Balda, realizado en los dos últimos años y enmarcado en un trabajo que el artista lleva desarrollando desde hace más de una década mediante la superposición de fragmentos que se van acumulando en la superficie de trabajo, procedentes de otras obras suyas o rescatados de otros lugares y que reutiliza. "Cada fragmento está hecho en un tiempo; un tiempo circunstancial que lo constituye y da unidad a las obras", indica Balda.

La instalación que acoge el Museo Gustavo de Maeztu consta de 15 obras -cuadros o "artefactos", como el propio autor las define- de distintas dimensiones, creadas en técnica mixta: collages de materiales diversos y pintura. "Me empeño en una descreída reformulación de la condición fragmentaria de la pintura; su valor compositivo -desdicho por el uso masivo e indiscriminado de la imagen- y la narración de su propia materialidad la han transformado en un artefacto descolocado, ambiguo e inestable, esteticista y estéril", narra Javier Balda, cuyo arte guarda gran relación con lo arquitectónico. Balda tiene formación en arquitectura y, aunque nunca llegó a finalizar estos estudios, el planteamiento constructivo, espacial, la geometría, los volúmenes y la pintura como materia han guiado siempre sus creaciones.

En sus obras, hace un todo mediante la acumulación de partes aleatorias. "Estos últimos años, me ocupo en saber cómo se construye una imagen. Huyo del uso banal de las imágenes, aunque no lo desdeño -explica-. Mis obras son una realidad aparte: son imágenes que quieren fijar una estructura a partir de retazos de otras, para construir a partir de ellas una imagen nueva, visual y expresiva, frente a la vida efímera de las imágenes de la realidad", recalca.

Sobre éstas en concreto que descubre ahora al público en Estella-Lizarra, cuenta que "son más desprovistas, más casuales; están hechas con materiales y fragmentos más aleatorios, de imágenes que yo mismo hago o que rescato por ahí. Son obras en las que se detiene un poco el tiempo, y que en este caso fluyen de una manera más aleatoria", cuenta Balda, quien reflexiona que "la imagen hoy no vale prácticamente nada, hacemos constantemente imágenes, hay entre una saturación y vulgarización o banalización de las imágenes, y yo me empeño en señalar que una imagen sirve para algo más, para estructurar la percepción, la mirada, para especular sobre para qué la podemos usar o para qué no", apunta.

No se trata de la primera vez que Javier Balda expone su obra en el Museo Gustavo de Maeztu. Ya lo hizo en los años noventa en una muestra individual y, más recientemente, en 2013, en una colectiva. La entrada a esta exposición es gratuita, como todas las actividades culturales que se llevan a cabo en la pinacoteca estellesa, en el siguiente horario de apertura: de martes a sábado, de 9.30 a 13.30 horas; y domingos y festivos por las mañanas, de 11 a 14 horas.

"Huyo del uso banal y rápido de las imágenes y me empeño en señalar que sirven para algo más"

Artista plástico