Fecha: 28/11/2020. LUGAR: Rockollection bar. Incidencias: Concierto acústico de Naiara Ruz (voz, guitarra y ukelele), retransmitido por ‘streaming’.

onocíamos el talento de Naiara Ruz, así como las buenas vibraciones que produce su presencia sobre el escenario, pues la habíamos visto acompañando a artistas como Gussy o Razkin, pero nos faltaba ver un concierto completo suyo, y tal ocasión nos la brindó, vía streaming, el Rockollection bar.

Dijo la cantante que se le hacía rara la situación de tocar en un local vacío con los espectadores al otro lado de las pantallas y que ella es más de tú a tú, de mirar a los ojos al público. Sin embargo, a pesar de la indiscutible distancia física que imperaba, Naiara supo hacerse sentir cercana. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, es una de las virtudes de este formato tan básico de guitarra y voz: es como si la artista estuviera en el salón de nuestra casa y cantase exclusivamente para nosotros. O mejor aún, como si fuésemos nosotros los que nos colásemos en su habitación y pudiésemos verla jugueteando con sus canciones. El ambiente, por tanto, era de bastante intimidad. También jugó a favor de esa sensación el hecho de que Naiara escogiese un repertorio confesional, para lo que se nutrió fundamentalmente de temas propios. Fue el caso de Reconstrucción, canción que refleja el caos y el desorden del mundo en el que vivimos actualmente, Sentir, una oda a no guiarse por otra brújula que no sea la del corazón y sus designios (“me dediqué a sentir, miré lo que estaba más allá y hallé lo que tanto buscaba”), o Planeta yo, un paseo por su “lugar especial”, como ella mismo confesó al presentarlo.

Cambió de tercio cuando dejó la acústica y se colgó un ukelele para abordar la primera versión de la noche, I can’t help falling in love with you, popularizada por Elvis curiosamente en la película Blue Hawaii (curiosamente porque el ukelele es un instrumento de origen hawaiano). Después, de nuevo la guitarra y sus propias composiciones: Sin rumbo de vuelta, reflejo de los obstáculos que la vida pone a nuestro paso, Perla de la calle, sobre el oficio más viejo del mundo, y Mi carrusel, que aborda los cotidianos vaivenes vitales y emocionales. Una nueva versión, en este caso Zombie de Cranberries, dio paso al último tramo de su actuación. Como hizo durante toda la velada, Naiara se movió entre momentos más íntimos y otros más alegres. Así fue la despedida, con El trono sobre el huracán y Tal vez, y un cierre que derrochó optimismo con Adelante, composición propia de la que llegó a sentirse tan distanciada que dejó de interpretarla en directo, y si decidió recuperarla fue porque escuchó a algunos vecinos cantarla en los balcones durante el confinamiento. El tema, sin duda, desborda positivismo y asertividad, algo que nunca está de más, al margen de una contagiosa melodía. En esa misma línea sonó Solo este instante, que la artista acompañó con silbidos antes de clausurar el concierto con dos curiosas versiones: Don’t worry, be happy y Lo más vital, de la película de El libro de la selva. Gran noche; ojalá la próxima la veamos desde la sala.