Juan Echanove (Madrid, 1961) se meterá en la piel del dictador Rafael Leónidas Trujillo este domingo, 31 de enero, por partida doble (17.00 y 20.00 horas) en el Teatro Gayarre, para mostrar “que el poder es un auténtico veneno y el ejercido de una forma directa contra los que tú crees que son los enemigos de tu patria, lo es aún más”.

Basada en la novela que Mario Vargas Llosa escribió en el año 2000 sobre la dictadura que se impuso en la República Dominicana entre 1930 y 1961, La fiesta del chivo está dirigida por Carlos Saura y junto a Echanove componen el reparto Lucía Quintana, Eduardo Velasco, Gabriel Garbisu, Eugenio Villota y David Pinilla.

En una entrevista telefónica, Echanove explica que la obra es “una reproducción de hechos reales” -la cruenta dictadura- y que ha construido al personaje -Trujillo- “desde el naturalismo”, frente a la que fue su interpretación de Franco en la película Madregilda (Francisco Regueiro, 1993), que define como “la reconstrucción de un sueño esperpéntico desde lo onírico”. El actor enfatiza que La fiesta del chivo no es feminista, “pero sí que se puede oler el machismo”, que se produce en forma de humillaciones y violencia de Trujillo a una mujer víctima de violación, a quien su padre vendió para satisfacer los deseos del tirano.

Un ajuste de cuentas

Juan Echanove considera que no es posible situar ideológicamente la trama en relación con feminismo o machismo, ya que la obra “cuenta lo que cuenta Vargas Llosa en su novela”, que es “uno de los momentos más tremendos” de la dictadura de Trujillo.

Echanove destaca que La fiesta del chivo es “la historia del ajuste de cuentas de una hija con su padre”. El de Urania Cabral, a la que da vida Lucía Quintana, una abogada que escapó treinta años atrás del dictador tras ser violada por él, y que gracias al auxilio de unas monjas, puedo llegar a Estados Unidos. Una vez muerto Trujillo, esta mujer decidió volver a la República Dominicana a visitar a su moribundo padre, Agustín Cerebrito Cabral, quien fuera uno de los altos cargos del trujillismo y que regaló a su hija al dictador. A juicio de Juan Echanove, la obra no tiene moraleja o enseñanza, pues el espectador “es quien debe tomar su decisión sobre los hechos que ha visto”. Sin embargo, reconoce que el público sale del teatro “muy impactado y muy involucrado”, porque se trata de una historia “dolorosa, tremenda y muy real”.

“No queremos limosnas”

La gira de La fiesta del chivo se está llevando a cabo en un momento complicado en lo sanitario, con una reducción del aforo de espectadores al 33%, y, por ello, considera que “el teatro ahora sobrevive”, pues “la situación resulta tan complicada que hacer giras hoy es una heroicidad”, afirma.

Además, el intérprete lamenta que el teatro “siempre quede desatendido, haya pandemia o no”, pues muchos profesionales del sector “están muy mal” por las situaciones especiales laborales que se producen, ya que casi todos los actores o técnicos son trabajadores intermitentes. “Cuando decimos que el sector está desatendido, hay personas que piensan que buscamos recibir una limosna de la administración; y no es así, porque estamos hablando de derechos esenciales del sector escénico y de los profesionales”, reitera el intérprete.

Aunque actor, Juan Echanove se confiesa “un enorme fan” de la gastronomía, afición que, dice, “está al mismo nivel que la de un hincha del Atlético de Madrid desaforado por lo grande que es el Atlético”, pero confiesa que no hay ningún plato por el que vendería su alma al diablo.