Como músicos y compositores son inquietos por definición. Imposible resumir en pocas palabras la diversidad y cantidad de proyectos musicales en los que han dejado huella o en los que siguen trabajando los dos creadores gasteiztarras. Baby, la última película de Juanma Bajo Ulloa, ha reunido a Koldo Uriarte y Bingen Mendizabal para afrontar un reto nada fácil, dar soporte musical a un filme sin palabras en el que cada gesto y detalle es primordial. Un trabajo que el próximo 6 de marzo puede verse refrendado por un Goya.

Una película sin diálogos donde cada sonido juega un papel destacado. ¿Qué les pidió Juanma Bajo Ulloa a la hora de afrontar la música de Baby

-K.U.: En el primer contacto, en este sentido, lo que Juanma me pidió fue algo bastante abstracto porque él tenía la idea del guión, empezaba a ver que quizá iba a ser sin diálogos, aunque todavía no lo tenía seguro del todo. Me contó de qué iba la historia, me enseñó el teaser que habían hecho en su día pero a la hora de pedir, no fue nada concreto. Quería algo que saliera de muy adentro, que fuera muy de verdad para mí y que fuera una mezcla entre algo bello y doloroso. A partir de ahí, sin ninguna pauta más, yo empecé a buscar y a ensayar algún concepto.

Hay un elemento que es la naturaleza que tiene un papel protagonista en la historia, también sus sonidos. ¿Eso supuso un problema?

-K.U.: Tanto como un problema no, pero sí recuerdo estar con Bingen pensando muchas veces que algo no necesitaba música porque nos gustaba más el sonido de la naturaleza.

-B.M.: Claro, es una película muy especial y eso no hay que perderlo de vista. La banda sonora y el sonido se confunden un poco en este caso. Juanma nos decía: aquí hay un detalle de un pájaro que con muy poco se puede arropar. E íbamos viendo esos momentos poco a poco.

Y está el silencio.

-B.M.: Pero no es ningún enemigo y en este caso tampoco.

Grabar la música se hizo por partes.

-K.U.: Hay una parte grabada aquí, en Gasteiz. Es lo que tiene que ver con piano, electrónica y alguna cuestión más. La orquesta se grabó en Sofía pero como cuando se hizo, estábamos todavía saliendo de la cuarentena, hubo que hacerlo on line. La orquesta con la que se hizo tiene un servicio para ello y te mandan una señal de audio a muy buena calidad. Lo ideal hubiera sido hacerlo todo aquí y en condiciones normales, pero la pandemia tuvo ese efecto.

-B.M.: Con todo, fue muy cómodo trabajar con ellos. Es verdad que estamos en un momento en el que parece que todo es on line, pero en este caso en concreto, la orquesta está muy preparada para hacer este tipo de cosas a distancia.

¿Qué pensaron cuando vieron el montaje final de la película, con todos los engranajes ya unidos?

-K.U.: Por una parte, sentí que la música cumplía con lo que habíamos pensado, pero por otra reconozco que soy de las personas a las que les cuesta ver lo que haces. Siempre pienso que allí se podía haber hecho..., aquí tenía que haber quitado… Al final, lo ves con deformación profesional y yo siempre tengo esa pelea. No puedo escuchar mi música como si fuera un espectador ajeno. No tengo perspectiva para ser objetivo y tuve esa misma sensación cuando vi Baby.

-B.M.: El montaje, durante el proceso, va cambiando mucho. Y en ese camino, te encuentras con cosas que en el origen pensabas que iban a sobrar y, de repente, ves que de eso nada. Juanma hizo un muy buen trabajo montando todo y cuando ves la película te das cuenta de que todo está justo en su sitio.

Los dos, tanto en su trayectoria actual como en la anterior, caminan por estilos y formaciones muy diversas, desde el folk hasta la electrónica pasando por el jazz o lo que toque en cada momento. ¿Qué diferencia ese camino al del trabajo con el audiovisual que ambos también desarrollan, o al final todo es creación musical?

-B.M.: Es un poco diferente. La música de cine es una actividad mucho más solitaria, para empezar. Puede que haya puntos en común con otras cosas que haces, pero es distinto. De hecho, te diría que hacer música para cine es como un oficio en sí mismo.

-K.U.: El hecho de que la música que haces vaya unida a unas imágenes marca porque en el resto de proyectos que Bingen o yo podemos tener, lo que está es la música, por así decirlo, pura. En el caso del cine, te puedes encontrar composiciones que no tienen demasiado sentido si las despojas de la imagen. Tiene razón Bingen al decir que es un trabajo muy solitario, incluso en este caso en el que la labor se hace entre los dos. En realidad, cada uno camina por su lado y luego se pone en común. Y hay otro factor importante y es que compones pero lo haces atado a la imagen y también a las pautas de, en este caso, Juanma. El director te dice: no, no me subrayes esto porque ya queda muy claro en la imagen. O todo lo contrario.

Con la trayectoria que tiene Bingen Mendizabal en bandas sonoras, ¿cómo afrontó Koldo Uriarte el proyecto?

-K.U.: (Risas) Yo he estado aprendiendo todo el rato.

-B.M.: No ha sido así para nada. Koldo es el que ha llevado el mayor peso del trabajo.

-K.U.: Sí, pero, ahora en serio, yo he llevado a cabo el proyecto con el deseo de aprender. Había días que estaban aquí en el estudio Juanma y Bingen viendo una escena, interpretándola, diciendo cómo la veían, y yo estaba pensando: ¡esto es un lujazo! Son dos personas que han hecho tantas cosas y tan buenas, que me siento afortunado de haber podido tenerlas aquí viéndoles trabajar. Es verdad que ha habido momentos en los que me ha tocado llevar las riendas, pero con Bingen y Juanma tengo más que aprender que enseñar. Sin ninguna duda.

Llegó Sitges el pasado otoño, Baby

-B.M.: Nos pilló por sorpresa. Por completo.

Y después de eso vienen más nominaciones, muy buenas críticas a su trabajo…

-K.U.: Por estar nominado o por ganar no eres mejor o peor, no has hecho mejor o peor tu trabajo. Creo que es un poco lotería. Pero si sirve para que abra puertas y para que la película tenga más recorrido, bienvenido sea.

¿Han pensado ya qué decir si ganan la nominación a los Goya?

-B.M.: Nada, nada. Supongo que si eso, tocará improvisar.

Por cierto, no deja de ser curioso que Bingen Mendizabal está siendo protagonista de otro rodaje, el del documental Bidean jarraituz

-B.M.: A mí la verdad es que es algo que me da mucho pudor, lo que pasa es que haciendo el documental Aitor, que es amigo, me sentí lo suficientemente cómodo como para aceptar la propuesta. Así que, sí, me da mucho pudor, pero toda vez que dices que sí a algo, hay que tirar para delante.

¿Qué le diría a los jóvenes que puedan encontrarse en el futuro con ese documental o que ahora les vean nominados a los Goya, los Feroz y otros premios, y piensen: yo también quiero hacer eso, yo también quiero intentarlo?

-B.M.: Esa respuesta es muy complicada. Hombre, ahora mismo está muy difícil todo. Partiendo de ahí, hay gente que tiene mucha ilusión y que va a tirar para delante, personas que se están preparando, que están estudiando y que creo y espero que lo consigan. La clave, si es que hay alguna, está en ir trabajando, en ir haciendo oficio más que nada.

Es imposible abstraerse de la situación generada por la pandemia, que afecta a todos los sectores, aunque en el de la cultura está haciendo estragos. ¿Hay que ser kamikaze?

-K.U.: Cada vez parece más kamikaze dedicarse al mundo de la cultura. Cuando yo era chaval, veía que las generaciones que estaban por encima de mí, trabajaban, podían vivir de ello dignamente, se valoraba la experiencia… Pero ahora no es igual. Va todo muy rápido y cada vez es más difícil que te paguen por tu trabajo de una manera digna y vivir con un sueldo aceptable. En ese sentido, cada vez esto tiene más de kamikaze como decías.

-B.M.: Ahora mismo, en el tiempo en el que estamos, las autoridades se han olvidado de que existe la cultura y no hay muchas formas de ganarse la vida solo con esto, a no ser de que des clases, seas funcionario o algo por el estilo. Pero la gente que va por libre está sufriendo mucho.

Y entonces alguien podría preguntarse: ¿por qué seguir?

-B.M.: Y sería una buena pregunta (risas).

-K.U.: Yo tengo la esperanza de poder vivir haciendo lo que me gusta. Llevo 20 o 25 años haciéndolo y aunque cada vez parece más difícil, mientras pueda y me dejen, seguiré haciendo lo que me gusta. ¿Que un día no se puede? Pues habrá que plantearse muchas cosas.

Esperemos que el Goya sea una alegría que sumar. Por cierto, ¿qué se dijeron cuando supieron que estaban nominados?

-K.U.: Justo ese día estaba en Sonora Estudios con las mezclas para el disco de la música de Baby. La verdad es que cuando lo supimos ya nos echamos unas risas. Es que a mí todo esto me pilla muy lejos.

-B.M.: A mí también. Es una situación rara. Además, con lo que está cayendo. Y bueno, veremos si se pueden celebrar, que esa es otra.

Hace años sí era más habitual la publicación en disco de las músicas de las películas, aunque ahora parece que eso ha quedado muy lejos y ya no se estila. ¿Por qué hacerlo con Baby

-B.M.: Es algo que se hace sobre todo por el empuje de Juanma, que también ve en el disco otro elemento más de promoción de la película.

-K.U.: Le gusta que esté ahí la música y ha insistido mucho en el proyecto. Y si sirve de promoción de la película, fantástico.

“Juanma hizo un muy buen trabajo montando todo y cuando ves la película te das cuenta de que todo está justo en su sitio”

“Cada vez parece más kamikaze dedicarse al mundo de la cultura; hoy es más difícil que te paguen por tu trabajo de una manera digna”

“La música de cine es una actividad más solitaria que la de otros proyectos que puedas tener. Es como un oficio en sí mismo”