"No sabía que fuera yo tan buena para exponer...". Con esta frase mostró Pilar Navaz Martínez su sorpresa al conocer que sus seis hijos estaban preparándole un homenaje junto con la Escuela de Arte de Pamplona de cara a este 8 de marzo en que acaba de celebrarse el Día Internacional de la Mujer.

Pilar tiene 105 años y sigue siendo una mujer activa. A pesar de estar en una residencia, algo que le "enfada", no concibe un día sin salir a tomar café. Por eso le ha afectado tanto esta pandemia, el encierro obligado en su habitación, adonde le llevaban la comida y de donde no podía salir. A ella le gusta sentirse y saberse independiente, libre. Seguro que con ese deseo y esa pasión vivió también los años en que ingresó como estudiante en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona, entre 1930 y 1933. Allí fue desde los 14 años alumna de la Sección de Enseñanzas de la Mujer, adonde mandaban a "las señoritas" a aprender corte y confección, dibujo, adornos, paisajismo... Mientras que los hombres estudiaban Dibujo Técnico, una discriminación de tantas en aquella época.

En la Escuela de Artes y Oficios, ubicada entonces en el edificio de la Alhóndiga de la calle Estella, Pilar dio rienda suelta a sus dotes artísticas, patentes en los 18 dibujos al carboncillo que, desde ayer, se descubren al público en la sala de exposiciones de la Escuela de Arte de Pamplona, ubicada hoy en la calle Amaya.

Por primera vez, estos retratos salen de la carpeta en que han estado guardados todos estos años y lucen en las paredes de una sala de exposiciones. Pilar, que siempre ha visto exponer a su hijo Pedro Osés Navaz, reconocido pintor e ilustrador navarro que heredó su "habilidad" y comenzó a dibujar con 7 años -algo que no sorprendió para nada a su madre-, y a sus hijas, también artistas, Ana y Alicia Osés Navaz, es ahora la autora. La protagonista de la muestra.

"Al saber que se iban a exponer sus dibujos, mostró sorpresa. No sabía yo que fuera tan buena para exponer..., nos dijo. Porque claro, ella siempre nos ha visto a nosotros exponiendo, como artistas, y ella no se valora como tal", cuentan Pedro y Ana Osés. "Eso sí, siempre ha presumido de sus dibujos. Siempre los lucía. Yo la recuerdo enseñándole la carpeta a todo el mundo", apunta su hija Pilar.

Un potencial artístico truncado...

La exposición que acoge la Escuela de Arte visibiliza un potencial artístico truncado en su día por una vida dedicada a los demás. Al cuidado de la familia. Porque no hubo un después artísticamente hablando para Pilar Navaz tras la creación de estos dibujos en sus años de estudiante.

Se casó con Pedro Osés Baquedano, natural de Etxauri -fallecido en 1993-, y en 1943 tuvieron al primero de sus seis hijos, Pedro. Luego llegarían Javier, Juan, Pilar, Alicia y Ana. "Mientras crió, mi madre nunca hizo nada artístico. Y ahora que le encantaría volver a dibujar, ya no puede hacerlo porque prácticamente no ve", lamenta su hija Pilar. "Le pasó como les pasaba a tantas mujeres, que se quedaron sin su vocación. No siguió con el arte pero siempre le gustó, siempre le ha gustado. Como la decoración. Pero con seis hijos, era imposible, y además desde que se casó estuvo viviendo en diferentes sitios, en Melilla, Salamanca, San Sebastián... No pudo desarrollar esas facetas", añade Ana Osés. La propia Pilar reconoce que le habría "gustado" dedicarse a dibujar o a la decoración, "pero las circunstancias" le "llevaron por otro lado". "Mis padres, aunque eran bastante avanzados para su época, no valoraron especialmente mi facilidad para dibujar, porque entonces se valoraban más otro tipo de cualidades, enfocadas a temas del hogar...", dice.

Recuerdos

Hija de Flora Martínez de Eulate y Pascual Navaz, Pilar, la mayor de ocho hermanos, nació en la calle Ansoleaga el 16 de febrero de 1916. Fue a las escuelas de San Francisco, donde recuerda que le "castigaban" y "reñían" en clase porque ella levantaba la tapa de su pupitre y se ponía a diseñar y crear dentro muebles con cartón. En sus años en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona -donde más tarde estudiarían también 4 de sus 6 hijos: Pedro, Javier, Alicia y Ana- fue una alumna destacada, a juzgar por sus excelentes notas y el Premio Ansoleaga que le otorgaron.

"Desde luego en sus dibujos se ve una muy buena mano. Los chavales de ahora no hacen las cosas tan pulcras", destaca el actual director de la Escuela de Arte de Pamplona, Pedro Sorbet, mientras recorre con la mirada los retratos al carboncillo que muestran la evolución de Pilar Navaz como estudiante de dibujo en aquellos primeros años de la década de los 30, desde la alumna principiante a la que ya domina la técnica con maestría y gran sensibilidad.

"Siempre recuerdo que un amigo pintor que vive en México, cuando vio hace años los dibujos que mi madre guardaba en aquella carpeta, le dijo: tenías que haberte quedado soltera y haber seguido, porque tenías mucho arte", cuenta con una sonrisa Pilar Osés. De sus años como alumna de dibujo, su madre recuerda vivamente a su "riguroso" maestro Enrique Zubiri. "Siempre me hablaba de él -evoca Pedro Osés-, que era su profesor, un hombre bastante estricto y exigente con las alumnas que no dibujaban bien. Les quitaba el lápiz y se cabreaba, era muy duro, y cuando algo no le gustaba cogía y lo tiraba, lanzándolo al aire y gritando: ¡señorita! Aunque mi madre cuenta que con ella no pasó", dice el pintor navarro.

En la época en que Pilar Navaz fue alumna, los estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona ya estaban "bastante reglados". "Ya se pedían unos estudios básicos para poder entrar", dice el actual director. Por aquel entonces se oficializó la plantilla de profesores, al imponerse la vía de oposición para acceder a las plazas docentes, incluso en el caso del director, que debía pasar por un proceso de concurso-oposición; el primero en llegar al puesto por esta vía fue el ingeniero industrial José Berazaluce, en 1932. "En los años 30 se mantuvo el crecimiento del alumnado, lo que llevó a ampliar el edificio. El grupo que más crecía en relación a otras épocas era el de alumnas, e incluso ya había una profesora en la plantilla (de Corte y Confección): Julia Urla", tal y como se recoge en una publicación editada con motivo de los 25 años de la Escuela de Arte. Las secciones de mayor proyección social eran en los años 30 las de Mecánica e Industria, en paralelo a la demanda de operarios especializados, situación que se mantuvo hasta la década de los 40, aunque esto no significa que la sección de Arte no siguiera formando a figuras como Francisco Buldain o Elías Garralda. Prueba de ello es la primera exposición de Artes decorativas celebrada en la Escuela, en julio de 1933.

El año en que Pilar Navaz y sus compañeras de clase finalizaban su etapa como alumnas allí.

Los nombres de estas mujeres no figuran en los libros de Historia de la Escuela. No llegaron a ser maestras ni artistas reconocidas. No tuvieron oportunidad de valorarse ni de ser valoradas como tales.

Un homenaje a todas las mujeres talentosas

Por eso, con motivo de este 8 de marzo celebrado ayer, la exposición dedicada a Pilar Navaz, que ella misma acogió primero con asombro y después con "ilusión", es un homenaje extensivo a todas esas mujeres talentosas, inquietas, libres e independientes de espíritu que, por circunstancias de la época que les tocó vivir, dedicaron sus vidas a los demás, sin poder intentar siquiera hacer de sus talentos sus aficiones, y no digamos ya sus profesiones.

Como dicen los hijos e hijas de Pilar Navaz, "este era el momento de rendir homenaje a nuestra madre. Porque acaba de cumplir 105 años, aunque a ella no le gusta nada decir su edad, y cada día está más joven".