Lola Jiménez-Blanco cumple seis meses al frente de la Dirección General de Bellas Artes. Es la segunda mujer en la historia que ocupa el cargo y lo hace en un momento muy “difícil” para el sector, pero hay motivo para la esperanza: los fondos europeos, asegura, son una “oportunidad histórica” para introducir la cultura española en el siglo XXI. El nombramiento de esta historiadora fue muy bien acogida por el sector del arte, un mundo que conoce al dedillo y que se encuentra en uno de sus momentos más críticos debido a la pandemia. De su departamento dependen una veintena de museos de titularidad pública y casi 60 con las competencias transferidas. “Con la pandemia, los museos y los archivos han hecho un esfuerzo enorme; me gustaría hacer un homenaje a todos sus directores y personal. Han estado al pie del cañón”, asegura. Su mesa esta llena de papeles; más de la mitad, asegura, corresponden a la tramitación de los fondos europeos y el resto a proyectos de diversa índole. Jiménez-Blanco habla en una entrevista sobre estas ayudas y también sobre la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO), la situación de los museos, la mujer en el sector de las bellas artes y sobre su proyecto más personal: un nuevo centro de arte y creación para el edificio de Tabacalera en Madrid.

¿Qué balance hace de estos seis meses al frente de la Dirección General de Bellas Artes?

-La situación sigue siendo compleja. Pero, a veces, en una situación difícil como ahora, tenemos la oportunidad de hacer cosas que no se suelen hacer cuando hay un momento de alegría económica.

Lo más importante ahora son los fondos europeos de recuperación y resiliencia. Queremos que sirvan para introducir al mundo de la cultura española en el siglo XXI. Deben de tener ese poder de recuperación y de transformación. En nuestro caso intentamos que tengan mucho juego las comunidades autónomas y seguir lineas claves de Europa: transformación digital y transformación ecológica. Tenemos que hacer las cosas muy bien porque es una responsabilidad histórica.

¿De cuanto dinero estaríamos hablando?

-El Ministerio de Cultura tiene en total 325 millones. La Dirección General de Bellas Artes tendrá ochenta y algo, pero estas cifras las miraría con mucho cuidado. Hasta que no llegue abril (cuando se cierra el plazo de presentación) todo puede variar. Estamos todavía trabajando en ellos. Su impacto será muy importante, aunque se verá probablemente en el transcurso de algo más de tres años. Al final de 2023, los proyectos deben estar acabados y toda la documentación entregada, pero en cultura los plazos no son como en una empresa. Por ejemplo, aunque hagamos una magnífica restauración de un edificio en un territorio clave, es muy probable que el impacto social y económico tarde un poco más en verse. Hay muchos ejemplos sobre este tema. Queremos una onda expansiva, clara, pero sabiendo que a lo mejor tardamos un poquito en verla.

¿Uno de los proyectos propios más destacados de su departamento es la transformación del edificio de Tabacalera? ¿En qué consiste?

-Es un proyecto precioso, queremos crear un lugar de producción y de residencia para artistas, con participantes de todas las comunidades autónomas. Hay experiencias parecidas en Europa -el Rijksakademie de Ámsterdam- y en Estados Unidos. Vamos a comenzar a hablar con artistas españoles que han estado en algunos de ellos para que nos cuenten qué funciona y, sobre todo, qué no. Me gustaría que estuviera en conexión con el barrio y en colaboración con el Museo Reina Sofía (son vecinos), pero que no duplique o interfiera en su labor. Todavía no puedo decir cuándo llegará el primer residente, pero no será el año que viene, sino más adelante. A veces no podemos ir tan rápido como quisiéramos, las cosas tienen los plazos que tienen, pero eso también garantiza que estarán bien hechas. El edificio necesita muchas reformas.

¿Cree que ARCO, la feria más importante del sector, se podrá celebrar?

-La bola de cristal de la pandemia no la tengo, pero si hubiera seguridad sanitaria seria importante hacerla, sería la primera después de mucho tiempo. Hay mucha expectación y muchas ganas. Pero la sanidad manda, habrá que ver. ARCO tiene una dimensión internacional, esa es su grandeza, pero en estas circunstancias es una dificultad añadida, porque implica desplazamientos de personas y piezas. Ojalá podamos hacerla.

¿Y la nueva Ley de Patrimonio verá la luz esta legislatura?

-El texto está muy, muy avanzado. Va a ser una de las leyes más avanzadas de nuestro entorno que actualizará la que tenemos de 1985. Desde entonces el concepto de cultura y y patrimonio se ha ampliado muchísimo, se ha desbordado. Hay muchas cosas que no están previstas en la antigua ley, como el patrimonio digital o el impacto paisajístico. Ahora somos más sensibles.

¿Y el Estatuto del Artista, llegará también esta legislatura?

-Es una prioridad absoluta para el ministerio, ahora mismo se encuentra en Industrias Culturales y se está planteando como una reforma urgente. Parece que hablo todo tiempo del patrimonio del pasado, pero estamos muy pendientes de la creación actual. El patrimonio es un factor de la economía en determinados lugares, pero el arte contemporáneo y los artistas me preocupan igual.

Hubo una serie de desencuentros entre el sector del arte contemporáneo y el ministerio con motivo de las ayudas ante la pandemia, antes de que su nombramiento. La situación parece que ha cambiado. ¿Cree que ahora se sienten escuchados?

-Espero que se sientan escuchados. Saben que siempre estoy disponible para lo que necesiten. Cuando llegué, sentí como una especie de abrazo del arte contemporáneo, y la verdad me resultó muy gratificante, pero también una responsabilidad muy grande. El arte contemporáneo es, desde luego, una de mis prioridades. Alguien me dijo que desde que había llegado casi ninguno de los planes que traía los había podido hacer, pero que había hecho muchas otras cosas interesantes. No quiero perder el foco de las cosas fundamentales, como poner en marcha Tabacalera o ayudas para el arte contemporáneo, que estarán incluidas en los fondos europeos.

“Cuando llegué, sentí como una especie de abrazo del arte contemporáneo, y fue muy gratificante”

“No quiero perder el foco de cosas como poner en marcha la Tabacalera o las ayudas para el arte contemporáneo”