Antes de que el Gobierno de Navarra actualice la Ley de Caza y Pesca, la Federación Navarra de Caza participó en el Parlamento foral en una reunión con la Comisión de Desarrollo Rural y Medio Ambiente que se encuentra estudiando la materia. En esa exposición de la situación de la caza participó Christian Gortázar, doctor en Veterinaria, catedrático y responsable del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, que relató a los parlamentarios las características de la caza en el siglo XXI y la problemática que acarrearía no prestar la suficiente atención a la gestión cinegética.

¿Qué es la caza hoy en día?

-Es una actividad necesaria pero que, si no cambia, está abocada a una lenta extinción. Estamos viviendo un envejecimiento de la población de cazadores muy marcado y una falta muy llamativa de reclutamiento de jóvenes, algo que tiene mucho que ver con la imagen social de la caza, que se ha ido deteriorando. Es lo que en el mundo urbano se denomina el síndrome Bambi, una imagen negativa de la caza y, por extensión, de lo rural, de la ganadería, etc.

El número de cazadores desciende y, sin embargo, las capturas de jabalíes se han triplicado en los últimos 15 años.

-Esos datos reflejan cómo están evolucionando las abundancias de algunos animales, provocadas por unos cambios progresivos en el hábitat y en el entorno que favorecen a unas especies y perjudican a otras. Las primeras son los ungulados, que disparan sus poblaciones de forma espectacular, debido fundamentalmente a la transformación del hábitat, ya que ahora mismo tenemos un 33% más de superficie forestal, contamos con muchos más regadíos, incluido el maíz, que es un alimento que les encanta a los jabalíes. Si, paralelamente, dejamos de hacer determinados usos del medio (cazamos menos, disponemos de un tercio menos de ganado ovino que hace 20 años€), estamos quitando competencia y extracción. Lógicamente, hay ciertas especies que disparan sus números y se convierten incluso en plagas.

¿Qué repercusiones tiene esta situación?

-Afecta a la biodiversidad. En el caso de las especies de caza mayor, son animales con una gran capacidad de influir sobre el hábitat, por lo que la sobreabundancia tiene un efecto negativo. No es solo que su aumento provoque que haya más accidentes de tráfico, o problemas serios de transmisión de enfermedades al ganado o a las personas, o más daños a la agricultura; es que, además, el efecto sobre otras especies que conviven en su medio, como los invertebrados, los micromamíferos o los pájaros que crían en el suelo, es dramático.

¿Qué aconsejaría a los políticos que han de legislar sobre la caza?

-Para legislar sobre temas que afectan al mundo rural, lo fundamental es escuchar al mundo rural. Eso no quiere decir que no haya que escuchar otras voces, como las del conservacionismo o, incluso, las del animalismo, pero en segundo plano. Quienes realmente sufren los problemas derivados de la mala gestión de las actividades rurales son los agricultores y los ganaderos, las personas que viven en ese medio. Su opinión y la de los cazadores deben ponderarse con más peso que la de personas de residencia urbana, alejadas del ámbito rural y del conocimiento de cuál es el papel real de la caza en los ecosistemas.

¿Cómo de importante es ese papel?

-El ejercicio de una caza sensata y correcta no solo no es malo, sino que, al revés, es extremadamente beneficioso. Hay que pensar que no estamos viviendo en un bosque con toda la comunidad de predadores, ni tampoco estamos en Yellowstone; estamos en lugares que llevan miles de años alterados por las personas. En ambientes alterados históricamente por las personas, somos precisamente las personas las que debemos, de alguna forma, manejar los equilibrios naturales. Ese equilibrio no va a regresar solo y no se va a establecer espontáneamente. Nosotros tenemos que influir, y hay dos maneras de hacerlo: gastando dinero público, del que no disponemos; o aprovechando la caza como herramienta de gestión.

¿Hasta qué punto puede cambiar la situación una correcta gestión de la caza?

-Contribuye a luchar contra los desequilibrios. La sobreabundancia de algunas especies perjudica al medio ambiente, y la caza puede evitarlo. Por ejemplo, en Navarra, junto a la laguna de Pitillas, existe una gran cantidad de jabalíes, que seguramente estará causando un daño casi irreparable a la avifauna. Al mismo tiempo, los terrenos cuyo hábitat se maneja para la caza acogen una mayor riqueza y diversidad de fauna, porque el aprovechamiento de la agricultura en ellos es una cuestión secundaria. Y esto es algo que ya estamos viendo en algunos cotos de perdiz.