Fecha: 02/07/2021 Lugar: Sala Tótem Incidencias: Sala llena, entradas agotadas. Ciclonautas presentaba su tercer disco, ‘Camping del hastío’. Mariano ‘Mai’ Medina (guitarra y voz), Javiertxo Pintor ‘Dr. Txo’ (bajo), Alén Ayerdi (batería).

e llenó la Tótem, con algo más de aforo que la última vez que la habíamos visitado, aunque todavía con el público sentado y, evidentemente, todos con mascarillas. Desde luego, la ocasión lo merecía: el trío Ciclonautas presentaba en casa su nuevo disco, el tercero de su carrera, titulado Camping del hastío, una nueva exhibición de ese rock crudo y directo en el que tan bien se desenvuelven, con su puntito stoner y hardrockero. A las 21:09 se apagaron las luces y comenzó a sonar la sintonía, una inquietante canción de cuna. Al fondo del escenario, el logo de la banda, ese ya célebre sacacorchos, bien iluminado. Por cierto, se agradeció la puntualidad, pues el partido de la selección se había alargado con la prórroga y los penaltis, pero el público y el grupo estaban preparados a la hora prevista.

Comenzaron sin titubeos, muy seguros de sí mismos y sonando compactos en temas como El sol y Abrazado a un misil. Deseo supuso un primer cambio de ritmo, con su ambientación densa, inspirada en el mejor y más oscuro pop inglés. Sin abandonar del todo las tinieblas, pero con más energía, especialmente en su riff, llegó otro corte de su último trabajo, Bombo sicario. El público, sentado y cumpliendo toda la normativa, estaba ya muy metido en la actuación, acompañando con palmas y cantando los estribillos.

Una preciosa introducción del bajo que manejaba Javiertxo Pintor precedió al alarido de Loca, otro buen ejemplo de que, al menos en el rock’n’roll, delicadeza y contundencia no son antagonismos. Después, la cadencia bluesera de Agua va y el esqueleto country de Eterno aprendiz (sobre el que tejieron una gruesa armadura metálica en los estribillos) continuaron empedrando el camino de la actuación.

Siguieron desplegando su sonido rocoso, con Mai luciéndose con la voz y con la guitarra, derrochando riffs a diestro y siniestro y, también, clavando los solos con insultante precisión. Al fondo, Alén marcaba implacablemente los ritmos, con pegada dura y seca, como en él es habitual, acelerando en los temas más rápidos como Dele al play, y subiendo y bajando la velocidad en otros momentos, como en Que corra el aire, dedicada al Drogas, con quien la cantaron en su disco debut. Destacaron también los coros de El ombligo, la guitarra martilleante de Tristes corazones y la incontestable El souvenir, que contó con lanzamiento de confeti y con toda la sala cantando como una sola garganta los coros de la coda final.

Tras un breve parón, cuatro temas como cuatro soles para despedir la velada: Matando al suicida, en la que volvieron a explotar su vena más densa; Bienvenidos los muertos, cuyo estribillo coreó toda la sala; Los hermanos, que Mai dedicó a su propio hermano; y después de una dedicatoria de Mai hacia Boni, que arrancó la ovación más cálida de la noche, una apabullante versión de Qué tal marcó el cierre del concierto. Saludaba el grupo desde el escenario y el público, puesto en pie, aplaudía. Un auténtico ciclón había asolado la sala.