Con más de veinte años de trayectoria a sus espaldas y una música que ha traspasado fronteras y le ha elevado a lo más alto, la Mala Rodríguez -María, en distancias cortas- aterriza este sábado en la Ciudadela de Pamplona (21.30 horas) para ofrecer un concierto -enmarcado en el ciclo Noches en la Ciudadela- íntimo y especial, en el que estará acompañada por María Arnal (guitarra), sobre el cual ha charlado con DIARIO DE NOTICIAS.

Viene a Pamplona con un espectáculo en recuerdo de aquel ‘Lujo Ibérico’ que le llevó directa al éxito, de donde nunca ha salido. ¿Cómo vive esta experiencia?

-Lujo Ibérico Unplugged es algo completamente nuevo, que tiene mucho que ver con redescubrir las canciones. Cuando estábamos confinados en 2020 se cumplieron veinte años de Lujo Ibérico, algo que me hubiera gustado celebrar pero, por las circunstancias, no pude. Quería quitarme esa espinita y abordar las canciones de aquel disco de una manera diferente, así que me puse a ensayarlas con mi amiga Mari en los ratos que podíamos, y descubrimos que lo que hacíamos solamente con la voz y la guitarra era súper bonito. Obviamente, ninguna somos lo que éramos hace veinte años; hemos crecido y madurado mucho, y creo que es precisamente eso lo que hace de este espectáculo especial. Ahora yo tengo otra capacidad, otra técnica y otra libertad para cantar y me siento con más control que en aquel momento. No sé, estoy disfrutando mucho de todo esto.

Volver a cantar este disco le habrá hecho redescubrir aspectos que, quizás, tenía en el olvido o cosas de las que a lo mejor no era ni consciente cuando lo creó..

-Sí, y ha sido hermoso. No he abandonado nunca estas canciones porque las solía tocar en los shows normales, igual que otras de otros álbumes. Pero ahora, al centrarme únicamente en Lujo Ibérico, he tenido un acercamiento muy exhaustivo al disco y he podido recordar mejor aquellos momentos. Sentir cómo lo vivía y cómo lo vivo ahora me ha removido mucho por dentro y reconozco que me ha venido muy bien, porque me ha hecho sonreír.

Sobre el escenario, una voz y una guitarra, nada más. ¿Por qué ha optado por este formato?

-Porque así lo ensayábamos en el desconfinamiento. Esos ensayos eran una forma de mantenerme viva. La Mari y yo creamos juntas esto que ha resultado. Fue algo así como ir a la nevera, ver qué teníamos y, con eso, ponernos a cocinar. Todo el proceso ha sido muy bonito, muy honesto y muy real. Y he de decir que ha resultado ser la mejor idea, porque con este formato no estoy atada a un ritmo, soy libre totalmente y la guitarra me busca para que yo caiga donde quiero. Se crea una magia única.

Las canciones que compuso por aquel entonces ya destilaban unos ingredientes que ha mantenido durante todos estos años, como el empoderamiento, la libertad o el orgullo gitano. ¿Le ha resultado difícil ser siempre fiel a su estilo a pesar de que la industria vaya por otro lado?

-Nunca me he parado a pensar en eso, de verdad. Cada persona tiene una historia que contar, y contarla se siente como una necesidad. Mucho más allá de qué se lleva ahora y qué no. Andalucía tiene una cultura donde se mezcla todo, y criarte con esa apertura y esos colores te permite tener una mente abierta como la mía. Por eso, creo que a todas las personas que tienen una mente abierta, son tolerantes y también optimistas les gusta mi música.

Algo habrá tenido que ver en el hecho de que siempre haya seguido sus propias reglas que, como ha dicho en alguna ocasión, los comentarios del exterior no le interesan en absoluto.

-Es que no me interesan para nada. Creo que no es bueno ni volverte loco con cosas lindas que te digan ni tampoco hacer caso a las cosas destructivas y feas. A cada cosa hay que darle la importancia justa, ni más, ni menos.

Canciones como ‘Con diez o veinte’, ‘Especias y especies’ o la mítica ‘Tengo un trato’ tienen letras que aún hoy resultan muy potentes. ¿De dónde salían estos mensajes que tanto calaron?

-No tengo ni idea (risas). Supongo que de dejarme llevar por la musa. Cuando conectas con algo y lo escribes, lo ves y te pones a llorar, ya está hecha la magia. Ahí es cuando una siente que ha hecho algo bueno, que se ha liberado. Y ese acto de liberación es súper agradecido, porque igual que conecta con una misma, también conecta con otros, y es ahí cuando el tema se hace grande.

¿Cree que con estas y otras letras que ha compuesto, además de la actitud que refleja sobre y bajo el escenario, ha sido en cierta forma guía de muchas mujeres del panorama musical y del mundo en general?

-Quiero creer que sí porque escucho otras músicas y me veo en ellas reflejada. Y eso me gusta. Siento que, de alguna manera, todas formamos parte de una misma cadena, de la que somos eslabones. Realmente me flipa escuchar a otras artistas de hoy en día y verme en la manera y en la forma que tienen de hacer música. Pero también me alucina el público, las mujeres que vienen a mis conciertos, porque muchas me dicen que mi música les ha servido mucho, que se han sentido fuertes cuando me han escuchado y que les ha dado ánimos y energía. Esto me rompe el alma, porque es muy bonito.

Desde el año 2000 a esta parte, el panorama ha evolucionado en cierta medida. ¿Cree que antes los prejuicios y el ambiente casposo eran barreras para las mujeres que, como usted, querían lanzarse al mundo musical?

-Sí, así es. Yo pensaba que las chicas estarían haciendo cosas mejores que componer música, porque ahí había un montón de tíos y yo, que no sabía muy bien qué pintaba ahí. Yo decía: “Estarán estudiando alguna carrera o haciendo algo mejor con sus vidas”. Pero la verdad es que la primera vez que me subí al escenario me sentí tan bien y tan viva, que ya nunca pude dejar de hacer eso. No obstante, entiendo que otras chicas tuvieran otras circunstancias por aquel entonces.

Dejando ya el pasado de lado, ¿qué proyectos le esperan a la Mala en un futuro próximo?

-Muchos, la verdad. Tengo un proyecto de una serie, de la que no puedo dar más detalles, y un álbum con un montón de canciones muy bonitas. Sigo escribiendo y tengo ideas para otro libro -la Mala publicó recientemente Cómo ser la Mala-, que esta vez no será autobiográfico. Y sobre todo quiero seguir haciendo el tonto, porque eso es lo que más me gusta. No quiero dejar de tener hambre ni de hacer el payaso. Todo lo demás que venga, también estará genial.

Entonces, tenemos Mala Rodríguez para rato.

-Sí, al menos hasta que me cancelen.