¿Cómo va a ser ese homenaje a Sabicas?

-Bueno, Sabicas es uno de mis guitarristas favoritos, como se sabe era navarro e hizo casi toda su carrera en Nueva York; es un guitarrista al que admiro mucho. Es curioso porque él tocaba en una posición como los guitarristas clásicos, con el banquito en el pie izquierdo y todo, como de la escuela de Tárrega, entonces he querido meter juntos los mundos de las dos guitarras que tenemos en España, la clásica y la flamenca, que tradicionalmente se han llevado bien, luego se han llevado mal y ahora se están llevando de nuevo bien (ríe). Voy a empezar el concierto con música para piano de Albéniz transcrita en guitarra, luego voy a tocar una pieza de Sabicas, unas Alegrías a Cádiz, después otra pieza flamenca del repertorio de Paco de Lucía, ya se sabe que Sabicas y Paco de Lucía se conocieron en Nueva York y el navarro fue una figura importante en la vida de Paco de Lucía porque le animó a dejar de tocar música de otros guitarristas y a componer la suya propia, y eso le marcó mucho a Paco de Lucía; luego voy a continuar con música de Tárrega, con algunas de sus piezas más famosas, como el Capricho Árabe o Recuerdos de la Alhambra, para después hacer un descanso de la música española y tocar algo argentino, música francesa de Satie para piano y música latinoamericana para guitarra de Agustín Barrios, un guitarrista muy importante de Paraguay de principios del siglo XX; y como estamos en Navarra, terminaré con una jota de Tárrega. Me hace ilusión tocar una jota donde las jotas se oyen (ríe).

¿Qué destacaría de Sabicas, de su manera de tocar y de su legado?

-El sonido tan reconocible que tenía y su manera de componer, yo diría casi a la manera de un compositor clásico. Su música y la de Tárrega, dentro de que son diferentes, a nivel de escritura y demás son obras redondas; y no ha habido muchos guitarristas flamencos que hayan conseguido escribir estas obras tan redondas, con su desarrollo, con sus melodías muy bien escritas, explotando las posiblidades de la guitarra como muy pocos, y además en una época en la que la guitarra flamenca todavía no estaba tan desarrollada como lo está hoy en día.

¿Ahora cómo la ve, goza de buena salud?

-¿La guitarra? Sí. Yo soy guitarrista clásico pero siempre intento meter algo de flamenco y de otras músicas, latinoamericana, y de cine... Evidentemente, no solo la guitarra, sino en general la cultura siempre se ve afectada por la situación económica del mundo, por las crisis. Siempre es lo último, aunque debería ser importante porque igual que los médicos curan el cuerpo de forma física, la cultura nos cura el alma, es un alimento también para nosotros, sobre todo en esta época de pandemia. Es bueno tener siempre un poquito de música o un buen libro al que agarrarse, para encontrar algo de esperanza y de consuelo de cara al futuro.

Las ganas con las que coge el público ahora la música en vivo lo compensarán todo...

-Sí, yo siempre me muero de ganas de tocar, y noto que la gente está encantada, que quiere música. Es casi como el comer. Es un alimento vital. El alma necesita todos los días de su alimento, pero vivimos en un mundo a veces tan frío y tan rápido que a veces eso se nos olvida. Intentamos enfriarnos como seres humanos, y se nos olvida que los seres humanos no somos fríos.

¿Qué ve que se está resintiendo más con esta crisis, las discográficas, los espacios escénicos, las programaciones, los propios artistas?

-Bueno, las discográficas, independientemente del coronavirus, desde que surgió Internet ya se vio que iban a tenerlo difícil... Decían en el año 2004 que los discos iban a desaparecer, y no han desaparecido, pero es como si estuvieran sobreviviendo ahí, en medio de unas arenas movedizas, en una industria que siempre se tambalea. Yo creo que Internet y la forma que tenemos de consumir música, tan rápida, y la cantidad de información que tenemos, quizá ha hecho que la gente, sobre todo los más jovencitos, se haya acostumbrado a consumir eso solamente a través de un teléfono, y quizá los padres tienen que seguir insistiendo en que el nivel de atención, de concentración y por ende de satisfacción que van a tener cuando vean algo en directo, no lo van a tener nunca con un teléfono ni con un ordenador. Eso es algo que hay que promover mucho entre la gente más joven, los nacidos a partir del año 2000... Porque en las generaciones más mayores no veo yo ningún cambio.

Internet, las redes sociales, también han supuesto un gran cambio en cuanto a la difusión de la música. No hay fronteras para un artista, puedes llegar rápidamente a públicos de todo el mundo.

-Sí, aunque eso es un arma de doble filo, porque por una parte es como la democratización de la música y de los artistas, pero por otra parte, al tener todos acceso a eso, los famosos algoritmos y demás hacen que sea al mismo tiempo muy difícil llegar. Cuando antiguamente, por ejemplo en España, Paco de Lucía tocaba una noche en Televisión Española, al haber dos cadenas, automáticamente al día siguiente era famoso en toda España, todo el mundo sabía quién era, todo el mundo lo había visto porque no había otra cosa que ver. Entonces, Internet es un arma de doble filo. Si tienes suerte y llegas a la gente que puede promoverte a ti o a tus colegas, puede ser muy bueno. Pero por otra parte, es complicado porque hay tantísima gente, y no todos de la misma calidad por desgracia..., porque muchos artistas se promocionan muy bien, tienen la forma pero el fondo que ofrecen no es de calidad.

Por su experiencia, ¿qué es lo más importante a la hora de ser un buen guitarrista, además de cualidades imprescindibles innatas como un buen oído, ritmo, coordinación?

-Tener una técnica muy bien formada, y eso se consigue a través de estudiar con muchísima paciencia. Y en segundo lugar, apertura de mente. Porque la guitarra es un instrumento tan bonito y que enamora tanto al que lo toca y al que lo escucha, tiene un poder de seducción tan fuerte, por eso es prácticamente el instrumento más tocado en el mundo, que a veces eso hace que el guitarrista se quede solo nadando en aguas guitarrísticas, solo escuche música de guitarra, y hace que su forma de tocar sea a nivel musical un poco limitada. ¿Qué quiero decir con limitada? Pues que siempre suena como una guitarra, cuando lo bonito que tiene la guitarra es que puede sonar como una orquesta, puede sonar como un piano, como un cantante, como una banda de bandurrias, como un grupo de mandolinas al sur de Italia, o como un grupo de cantantes en el desierto de Mongolia; y eso yo lo he experimentado a través de todos mis viajes por el mundo. Hay que saber sacar lo que la guitarra hace en cada país. Y en mi caso, en la guitarra clásica, nutrirte del legado de toda la historia de la música occidental, desde el siglo XIV, y aplicarlo a tu propia forma de tocar. Y, sobre todo, es importante aprender de la voz humana.

¿En qué sentido?

-La guitarra, en sus orígenes, se hizo para acompañar a un cantante, entonces el guiarrista siempre tenía que estar escuchando al cantante y aprender de cómo frasea un cantante. Porque no hay nada más natural en el mundo, a nivel musical, que cantar. Cualquier instrumento es algo artificial. Lo natural es hablar y cantar. El niño que nace y se pone a llorar, eso se parece ya al cante. Entonces, es importante aprender también muchísimo de eso, de los grandes cantantes, no solo de ópera sino de cualquier estilo, de cómo respiran, cómo frasean, cómo acentúan, cómo entonan una melodía, todo eso. Y no quedarse solo en el universo puramente guitarrístico, que a veces nos gusta tanto la guitarra que no nos salimos de ahí, y eso se nota a la hora de tocar.

¿Cómo valora la aportación que hacen festivales como Clásica Plus?

-Es un gran festival, un trabajo fantástico a la altura de las circunstancias. Todo lo que se haga es poco para honrar la memoria de los grandes genios que ha tenido la historia de la música.

¿Estos festivales sirven también para derribar prejuicios sobre que la música clásica es complicada, que no es accesible a todos?

-A ver, sí es complicada, pero uno tiene que darle una oportunidad. Es como el vino, que no te gusta cuando lo pruebas por primera vez, pero cuando lo vas probando más veces... llega un momento en que haces clic y lo disfrutas. Pues con la música clásica pasa igual, no es un refresco dulce que te entra desde el principio como es el pop, pero si le das la oportunidad, llega un momento en que la disfrutas. Hay que ser abierto de mente y de espíritu. Probar y escuchar cosas nuevas.

La cita

Qué, dónde, cuándo. Concierto Clásica Plus # 4 Homenaje a Sabicas, este sábado, 31 de julio, a las 20.00 horas en la Sala de Cámara de Baluarte.

Programa. Obras de Tárrega, Sabicas, Sanlúcar, Albéniz, Satie, Paco de Lucía y Agustín Barrios.