Dos semanas antes de que se registraran los ataques de lobos en Asso Veral, en Sigüés, junto a la muga con Huesca, ganaderos del norte de Navarra ya se habían encontrado con ovejas muertas en Izalzu, en el valle de Salazar. En esos momentos, no hubo una explicación clara sobre lo sucedido, y entre las posibles causas se barajaba la acción de perros asilvestrados. Sin embargo, el curso de los acontecimientos hace pensar ahora que estos animales ya hayan cruzado la frontera y que el primer ataque confirmado en suelo navarro sea cuestión de poco tiempo.Y ello acarreará el inicio de serios problemas, porque, para los ganaderos, hay una máxima incontestable: el lobo es incompatible con la ganadería extensiva. Esta opiniónla secunda Aritz Larequi, cazador de Lumbier que, precisamente, suele desarrollar su actividad cinegética en la zona de Asso Veral. “Está claro que, a partir de ahora, los ganaderos navarros de estas zonas no van a poder dormir, porque van a tener que estar pendientes en todo momento de sus rebaños, recogiéndolos todas las tardes. La inquietud es máxima”, exclama.

También entre los cazadores hay desazón, puesto que a todos ellos les han llegado en alguna ocasión imágenes de Asturias, Cantabria, Galicia o Castilla y León de perros de caza muertos en el monte, devorados por los lobos. “Tengo muchos amigos a los que les ha ocurrido eso. Y ahora empiezas tú también a pensar en si llegará el día en el que te encuentres a tus perros enfrentándose a lobos”, alerta.

A tan solo diez kilómetros de distancia del lugar de los últimos ataques en Huesca pastan las 700 ovejas de Javier Serrano Ayesa, Txante, ganadero de Lumbier. Su preocupación de cara al futuro más próximo es descomunal. “A principios de septiembre, nosotros las solemos subir a un monte cercano, donde permanecen hasta tres meses. Sin embargo, con la presencia de lobos, ya no las podemos dejar ahí, y no tenemos ningún plan b”, revela, al tiempo que pronostica que todos los ganaderos de la zona deberán reunirse para estudiar una actuación conjunta. De momento, confiesa que el Gobierno de Navarra no se ha puesto en contacto con ellos para evaluar la situación y estudiar las medidas que puedan tomarse.

“Todos tenemos el mismo nerviosismo, porque conocemos perfectamente al lobo, ya que nos ha tocado convivir con él en otros lugares y sabemos cómo actúa y qué hay que hacer y qué no hay que hacer”, subraya. Sus palabras las avalan los diez años que pasó esquilando ovejas en Palencia y Valladolid, enclaves donde los ganaderos cuentan con “mastines enormes” para tratar de prevenir los ataques. “Ahora mismo, no tenemos tiempo para preparar nuestros rebaños para el lobo. No disponemos de herramientas para solventar esta situación, ya que no podemos estar las 24 horas con las ovejas en los montes”, se lamenta.

Su reflexión posee una gran preponderancia, puesto que, hace solo seis meses, el Gobierno de Navarra propició, con su abstención en una reñidísima votación en la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) sacara adelante la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. Esta decisión, que conllevó sonoras críticas tanto en las autonomías que tienen que lidiar con la presencia del lobo como en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, supone que la caza de este animal quede prohibida en todo el territorio español.

Como se recuerda, la Comunidad foral cuenta con competencias en materia cinegética, pero no así en la lista de especies protegidas a nivel nacional, por lo que no puede acordar medidas contrarias a ella. Por tanto, la decisión de la consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, Itziar Gómez, de abstenerse en la votación del 4 de febrero impide ahora al Ejecutivo foral contar con la herramienta de la gestión cinegética para buscar un equilibrio entre el lobo y los ganaderos.

Ante la tesitura que se avecina ya en las regiones navarras con Huesca, y en base a lo sucedido en otros lugares en los que el lobo se ha asentado, el Ejecutivo foral deberá hacer frente a los problemas a los que conduce la decisión de no ejecutar una gestión de la especie, ya que puede darse el caso de que personas que vivan del campo tengan la tentación de emplear medidas muy nocivas para los ecosistemas y el medio ambiente, con tal de salvar su modo de vida y la economía del mundo rural.

A nivel nacional, dentro del procedimiento para aprobar la orden ministerial con la que se incluya al lobo en la lista de especies protegidas, el Consejo de Estado ha considerado recientemente que los argumentos y la documentación aportados por el MITECO sobre los planes de gestión vigentes no son suficientes para respaldar esta norma. Por ello, el ministerio ha sometido a audiencia a las comunidades autónomas para que aporten los argumentos necesarios que acrediten que la especie está desprotegida con la actual normativa de las comunidades más afectadas.