Dice Manuel Liñán (Granada, 1980) que su último espectáculo, ¡Viva!. Porque sobre el escenario, junto a seis bailaores-bailarines, él libra batalla contra los prejuicios que le atormentaban cuando tenía nueve años y se encerraba en una habitación para bailar travestido. ¿Su arma? La diversidad del arte, dejando a un lado géneros. Y es así se abre la puerta del cuarto donde se escondía ese niño por miedo.

¿Qué se celebra en ¡Viva!

-Recupero mi infancia. ¡Viva! es un hecho que ocurre dentro de un cuarto, a escondidas por miedo a represalias sociales y artísticas... Y este hecho es el travestismo y el miedo a ser motivo de risa. Mi cuerpo me pedía vestirme y bailar de determinadas maneras que no estaban quizá asociadas al género y por eso empecé a hacerlo a escondidas, a la edad de nueve años. Es ahí donde empiezo a conocerme y a fantasear con todo lo que quise hacer fuera, públicamente, pero que por miedo no pude. Y en ¡Viva! recupero y comparto ese hecho íntimo, que creo que debía ser público. Que esa puerta de cualquier cuartito se abra para que todos puedan ser aceptados.

¿Y qué diría aquel niño si viese que ahora, sobre un escenario, se muestra lo que había en ese cuarto?

-Ese niño está feliz plenamente. Recuerdo los primeros días de montaje, cuando empecé a ponerme la falda, a crear los movimientos y los primeros encuentros y me trasladé rápidamente a aquel cuarto. Fue una cosa que no sabría como definirla. Me puso muy exuberante porque sabía que no me iba a travestir para quedarme en silencio, sino para mostrarle al mundo quién era realmente yo, o ese niño, y mostrarme también de una manera honesta y formal, que es como yo he vivido el travestismo siempre.

¿Cómo se traslada eso al espectáculo y a la danza, en el que participan otros seis bailarines?

-Sabía que no estaba solo, que había compañeros y artistas que habían pasado por esa situación, pero, independientemente, lo que me apetecía en ¡Viva! y en ese cuarto era bailar. Simplemente bailar y recordar esos referentes en los que me inspiraba y plasmar esa diversidad de baile. Cada intérprete de ¡Viva! es único y es capaz de crear un mundo y un imaginario independientemente del otro. Y por eso me apetecía mostrar, independientemente del travestismo, la diversidad del baile según la personalidad de cada artista. Y me apetecía hacerlo acompañado, porque era un grito de guerra y una manera de celebrar lo que venimos haciendo.

Sobre las tablas se muestran ataviados con una bata de cola, pero, ¿a Manuel Liñán y a su baile le sobran los géneros?

-Sí, totalmente. Desde que se planteó esto y que íbamos a ir travestidos, lo que ha dado lugar a todo esto es el baile innato de cada uno. Independientemente del género. A nosotros no nos hacía falta una bata de cola para poder bailar de una determinada manera, pero sí necesitábamos darnos el lujo de tener ese complemento, porque nunca hemos tenido la oportunidad de hacerlo así.

Este espectáculo ha roto ciertos estereotipos y antes hablaba de cómo aquel niño que se encerraba ya puede abrir la puerta, pero, ¿el travestirse sigue siendo un tabú?

-Sí. Es verdad que se ha avanzado mucho -aunque es un tópico decirlo-, pero mismamente hace unos días tuve que denunciar tres comentarios por redes sociales que eran abusivos y homófobos. Y lo eran simplemente por el hecho de ver algo en una red social y aparecer travestido, porque ni siquiera han visto el espectáculo. Hay mucho trabajo por hacer, todavía sigue costando... No en todo, me siento muy afortunado de la acogida que hemos tenido por el público y por la crítica, pero de repente te caen esos vasitos de agua fría por ahí que dices: "madre mía, todavía queda...".

¿Qué supone para usted acercar este espectáculo al Flamenco On Fire, un evento que se ha convertido en uno de los festivales referentes del género?

-Estamos muy ilusionados porque nunca he estado en Pamplona y sigo el festival muy de cerca. Me parece muy original por el formato que tiene y los espacios que utiliza y estamos emocionados de poder ir a Pamplona, en este festival de prestigio, y estar en un espacio como es el Baluarte. Estamos con muchas ganas y, al mismo tiempo, nerviosos.

Este año la temática del festival gira en torno a una pregunta: "¿Qué es flamenco?". Así que tomándola prestada: ¿qué es flamenco para Manuel Liñán?

-El flamenco es mi vía de expresión, mi lenguaje más sincero. Es con lo que puedo comunicarme libremente, sin ningún tipo de tabú.

Son muchos los que tachan al flamenco de respirar quizá cierto conservadurismo frente a propuestas quizá más disruptivas, ¿comparte esa opinión?

-Creo que el flamenco siempre ha estado así. Recuerdo cuando era pequeño que siempre estaba el flamenco tradicional, el popular, y el más vanguardista, con la gente que venía haciendo cosas nuevas. Eso pasaba antes y sigue pasando ahora, está a la orden del día. A mí estas disputas ya me parecen graciosas porque creo que es algo con lo que hay que convivir, pero no me parece mal. Soy partidario de que el flamenco indudablemente avanza día a día y a pasos agigantados, es normal. Es un arte vivo y como arte vivo cada día se renueva y eso es maravilloso. También tiene esa parte tradicional, que está muy bien que esté ahí siempre para saber de donde venimos. Las dos fuentes son muy importantes y me gusta moverme entre ambas dos.

En ese sentido, el propio Flamenco On Fire ha hecho hueco esas dos fuentes, con propuestas más tradicionales y otras de presente y de futuro, como es la suya o la de otros artistas como Israel Galván, Niño de Elche o Romeromartín.

-Totalmente. Además, las generaciones que estamos naciendo ahora tenemos otras inquietudes, las próximas generaciones tendrán otras maneras de relacionarse, de moverse€ Es verdad que hay que saber dónde ha nacido todo esto y de donde viene, es importante tener esa conciencia. Pero es normal que la gente que nazca a día de hoy tenga otras inquietudes y otra manera de moverse. Las letras que se cantaban antes eran letras muy personales y personificadas y hoy en día no hemos pasado por esas situaciones políticas ni penalidades de pasar hambre, de trabajar en una mina... Pero está bien que recojamos el testigo, que renovemos y que demos un paso hacia delante.

Con el espectáculo de ¡Viva!

-Totalmente, los premios que he recibido con ¡Viva! no los recojo realmente para guardarlos en una estantería, sino que los recojo para toda la gente que viene detrás que se quiera poner una bata de cola o que se quiera travestir. Ese premio realmente es para que deje de existir ese miedo y es un punto de reafirmación que apoya a lo que venimos haciendo, pero que al mismo tiempo me apoya a mí, apoya a todos los que quieran bailar travestidos o utilizar un complemento que está más asociado a un género que otro... Estos reconocimientos premian ese valor de no estar con miedo.

Y paso a paso, se va haciendo el camino€

-Y se van abriendo puertas, eso es.