tesoro del VitaTiempo de llorar María Luisa Elío revela en uno de sus escritosMaría Luisa Elío

Hasta ahí llegó en un viaje organizado por el entonces presidente, Juan Negrín, que veía cercana la derrota en la guerra civil. Corría el año 1939 y el gobierno republicano reunió una serie de recursos que trasladar a Francia, evitando controles y aduanas y con el objetivo de servir como protección a los exiliados. En este botín había piezas valiosas de los depósitos del Banco de España y del Monte de Piedad de Madrid, lingotes de oro o incluso reliquias de la catedral de Toledo. El puerto galo del Havre fue el lugar desde donde en febrero de 1939, el barco Vita partió cargado con este tesoro, rumbo a Veracruz. No sería hasta el 22 de marzo cuando atracaría en tierras mexicanas. Y a partir de ahí, ¿qué ocurrió?

El que fuera ministro de Defensa Nacional y presidente del PSOE, Indalecio Prieto, se encargó personalmente de administrar y vigilar la valiosa carga ya en México y eligió la casa familiar de María Luisa Elío en Ciudad de México como escondite, según recoge la autora pamplonesa en Voz de nadie, una de las obras recogidas en Tiempo de llorar.

Era 1940 y tras días viendo a su padre, Luis Elío Torres, y varios hombres yendo y viniendo por su hogar, María Luisa finalmente se topó con el tesoro por casualidad. “Le conté a mi madre muy bajo lo que acababa de ver. Luego hablaremos, me contestó”, rememora y recuerda que “el tesoro de El Vita era una parte del tesoro de España, es decir, una parte de las joyas y lingotes de oro y objetos preciosos que estaban en los bancos”. Y estaban en su casa.

cubos con piedras preciosas“Como si fueran patatas”. Así asegura Elío que se lavaban las joyas en su cocina. Rememora cómo mientras se estaba tomando un vaso de leche, “entraron dos hombres cargando unos cubos llenos hasta el borde de piedras preciosas”, que se pusieron a lavar “como si fueran patatas”, hasta el punto de que “las piedras pequeñas desaparecían por la coladera”. Qué disparate, dice. Y protestó: “Pongan un trapo de cocina por abajo”. Y así fue, para dedicarse entonces todos “a lavar esmeraldas, rubíes, brillantes”.

No fue el único momento en que la joven estuvo en contacto con el tesoro de El Vita, ya que en otras ocasiones llegaban camionetas “repletas de lingotes de oro”, que se metían en clósets que después se tapiaban. Recuerda además cómo más de una vez les sorprendieron mientras se tapiaba uno de esos armarios y el hombre que hacía dicha tarea se tenía que esconder en él hasta que las visitas que la familia había recibido se iban de casa.

“Es muy impresionante ver por cientos los lingotes de oro”, llega a valorar Elío. Y es que el tesoro que portó El Vita fue valorado por Negrín en varios millones de dólares, y en ese momento se lavaba y manejaba en su casa sin ningún tipo de control oficial o registro: “Téngase en cuenta que esas piedras estaban sin contar, un puñado en un bolsillo y ya...”, rememora María Luisa, para hacer hincapié en que sus padres murieron “en la pobreza total”. De hecho, lanza un interrogante: “¿Murieron todos los demás igual?”. Y asegura que teme saber la respuesta.

EN Paradero desconocido Qué finalmente del tesoro del Vita es todavía una incógnita. Según algunos registros de ventas, parte de la carga se vendió a joyeros internacionales y al Banco Central de México, con el objetivo de repartir el dinero de la venta entre los republicanos exiliados. Sin embargo, la ausencia de un registro oficial con todas las joyas y piezas torna complicado seguir el rastro de todo el tesoro.

Y si a México llego vía marítima, a bordo del Vita, la leyenda cuenta que parte del tesoro descansa en aguas mexicanas: concretamente en las de los dos lagos del volcán Nevado de Toluca, ubicados a unos 100 kilómetros de Ciudad de México. En 1941 un diario mexicano publicaba la noticia del hallazgo de piedras preciosas a orillas de una de los lagos y desde entonces, se han encontrado piezas desde maquinaria de relojes a cajas con textos donde podría leerse “Monte de Piedad de Madrid”. ¿Dejó el tesoro del Vita la casa de María Luisa Elío para terminar descansando en las aguas de un volcán dormido?