a poesía en Iruñea está más viva que nunca. Y palpita a ritmos de música electrónica y urbana, con los que se funde y crea un arte directo que nos interpela desde una escena emergente, que está empezando a crearse aquí con energía -como muestra del fenómeno global que es-, con grupos entregados a la experimentación constante.

Soyuz y Lamalamar son dos de ellos. Ambos empezaron a fraguarse poco antes de la pandemia, en febrero de 2020, y a pesar de que transitan por caminos comunes -aunque al mismo tiempo diferentes-, no se conocían hasta hace unos días. El colectivo Zerokotan, impulsado hace un año por Ventura Ruiz y Mikel Sanz Tirapu, les ha unido en este marzo poético que acaba de celebrarse en la biblioteca de la Txantrea. Una feliz coincidencia que seguro traerá consigo nuevas citas y colaboraciones.

dos estilos

Una misma senda de experimentación

Soyuz son Iñigo Pimoulier Pimu (poesía hablada) y Jon Vicente (música), y Lamalamar, Jara Calvo (poesía hablada) y Rove Rivera (música) -de momento, porque quieren ser un espacio de creación colectiva que dé cabida a artistas de diversas disciplinas-.

Dos propuestas de poesía hablada-cantada con música electrónica llevada por caminos y estilos propios: más hardcore, techno y rockero en el caso de Soyuz y un concepto de paisaje sonoro que mezcla atmósferas y texturas y que en ocasiones -no intencionadamente- roza el rap, en el caso de Lamalamar.

Como ellos defienden, “esto no es música y poesía, porque no es que los dos artes vayan por separado y luego se junten; esto es otra cosa que nace de una creación en conjunto y al mismo tiempo con los dos lenguajes”. Trabajan a la inversa: Soyuz, que cuenta con un disco autoproducido, Viaje al lado oscuro de la mente, crea primero la música y a partir de ahí surgen los poemas que la acompañan; y Lamalamar parte de la poesía escrita por Jara para, desde ahí, crear sonidos nuevos.

Pero en los dos casos se trata de un proceso de experimentación y de probar haciendo que no tiene fin. Como dice Pimu, “las canciones nunca se acaban, les pones el hasta aquí pero podrías seguir cambiando y creando cosas hasta el infinito”. Y más aún cuando entra en juego la música electrónica, donde las posibilidades de sonidos se amplifican. “Hoy en día hay dos mil millones de instrumentos disponibles en sintenizadores y diferentes formas de construir y amoldar el sonido”, asegura Rove. “Y dentro de un mismo instrumento hay millones de sonidos, variantes y posibilidades”, añade Pimu. “Es un sinfín, aunque al final, suele ser que menos es más”, apunta Jon a este respecto.

Para Jara, una virtud de la música electrónica es que “es muy plástica, muy flexible; te permite añadir muchas capas de significado al texto. Le da al poema una visión y una luz nuevas. Para mí no solo acompaña el texto, sino que lo multiplica, le da un significado nuevo”. “Es el avecrem de esta salsa”, dice entre risas Rove, aludiendo a que con la música electrónica “puedes crear cualquier atmósfera. Tienes ahí piano, guitarras, sintetizadores, si quieres lluvia de estrellas, hasta puedes hacer fuego... es un abanico enorme”.

la ‘magia’ de la electrónica

La poesía cobra una nueva dimensión

La electrónica, a los poetas, les ayuda a conectar con la gente de una forma nueva. “Te escuchan de otra manera. No recitamos con atril, sino que hablamos-cantamos poniéndole otro ritmo. Se crea un ambiente distinto”, explica Jara, autora de los libros de poesía -publicados con Baile del sol- A cero grados y Los cuerpos delante, este último recién editado, y quien también ha trabajado la fusión de sus poemas con la danza en un trabajo que llevó a cabo junto a Estefanía Caro.

Pimu, también poeta y autor de los libros Disturbios en la azotea y El corral de los quietos -publicados ambos con La Equilibrista-, coincide con Jara en que “cambia mucho el enfoque y el rollo al pasar de leer poemas en presentaciones a interpretarlos con música; da pie a interpelar mucho, a interactuar entre nosotros, recitante y músico, y también con el público”.

“Ya no es esa sesión de poesía con violonchelo o violín que se hacía más tradicionalmente y a la que podemos estar más acostumbrados. Los sonidos urbanos le dan otra dimensión al texto”, cuenta Jara.

Y, como percibe Rove, “al estar la poesía llena de metáforas y figuras retóricas, hay una dificultad en el hecho de lograr que llegue y sea entendida rápidamente con los oídos de quien la escucha. Hay que llegar al público que está atento pero que no puede procesar con la misma velocidad que si fuese un texto leído. La música es otra manera de potenciar el lenguaje”, matiza el integrante de Lamalamar.

redes sociales

Un antes y un después en el acceso a la poesía

Las redes sociales, Internet en general, han supuesto para la poesía un antes y un después. “La han vuelto mucho más accesible. Están rompiendo barreras y estereotipos. Se está creando un público muy diverso y ahora hay mucha gente experimentando con esto, se va creando escena”, afirma Jara.

A nivel internacional, artistas como la rapera y escritora británica Kae Tempest, una referencia en spoken word; más cerca, en Bilbao, están Laura Sam y Juan Escribano, que organizan el festival de poesía-spoken word Poemátika; El Velcro en Asturias, y aquí en Iruñea, mueven la escena e investigan nuevas formas para expresar lo poético colectivos como Zerokotan, Arrebol Poesía, hay eventos de micro abierto, el Pamplona Poetry Slam que organiza Yoel Saldaña, o propuestas en euskera como la que recientemente ha impulsado el poeta Hedoi Etxarte, que en su nueva creación Sortaldekoak une poesía y música urbana en videoclips y recitales.

Es un fenómeno global, que en Navarra está todavía por explotarse en escena. “Hacer se hace haciendo, así que vamos a empezar y a ver qué sucede. Sí hay un itinerario y una red en cuanto a poesía y literatura en general, también con citas como Letraheridas, en la que podemos trabajar, y será cuestión de ir probando”, dice Jara. Su compañero y músico de Lamalamar cree que “cada vez es más difícil hacer conciertos en directo como se hacía antes, con grupo completo, de bajo, guitarra y batería, por la insonorización y por la dificultad técnica de llevar todo eso al lugar del directo. Sin embargo pequeñas cosas que tienen que ver con lo urbano, que se basan en el ordenador, el sonido eletrónico y la palabra, son más sencillas de llevar a escena en lugares pequeños. Así que posibilidades hay”.

Pimu y Jon, que vienen del punk, del metal -tocaron juntos en el grupo Chotakabra-, reconocen que se les han “abierto los ojos” en cuanto a que hay “otros circuitos por explorar y por donde poder movernos, porque nosotros pensábamos siempre instintivamente en bares, pero hay otros espacios”. Como casas de cultura o bibliotecas como la de la Txantrea, en la que actuaron el pasado viernes 25 de marzo, igual que Lamalamar, que estrenó allí tres temas de la obra Calor que presentará entera el 13 de mayo en la Casa de las Mujeres.

“Al principio nos daba un poco de reparo porque nuestras bases son agresivas, machaconas, más marcadas, y actuar allí, ante un público igual con otro perfil... pero ha sido bonito”, dicen los integrantes de Soyuz. “Ha sido como una transgresión de la biblioteca”, añaden entre risas sus colegas de escena de Lamalamar.

conexión con el público

La potencia universal de la intimidad

Pimu y Jara, poetas escritores y recitantes, disfrutan tanto con el acto íntimo de crear poesía como con la colectividad que implica llevarla a la escena con música. Algo que, reconocen, es un aprendizaje y “un vértigo, porque es una experiencia física en la que te expones completamente; no solo expones tu alma a través de la escritura, sino que te expones físicamente”. Todo lo compensa el feedback, el ver y sentir en vivo “cómo la gente recibe lo que tú le estás contando”. Se crea así un espacio compartido que, en estos tiempos de pandemia y restricciones, se vuelve aún más valioso.

Conectar con Soyuz y Lamalamar en vivo es adentrarse en un microcosmos donde cabe todo: compromiso y crítica social y política, amor, desamor, paso del tiempo, autoconocimiento...; es la oportunidad de experimentar la potencia universal que hay en la intimidad, cuando ésta se comparte “desde dentro”, en este caso a ritmo de música electrónica. “En lo que se refiere a emociones y sentimientos, no somos tan diferentes”, conluyen los poetas.

‘calor’, de lamalamr

Estreno, 13 de mayo. El colectivo Lamalamar estrenará su espectáculo de poesía con música electrónica Calor el próximo 13 de mayo, a las 19.00 horas en la Casa de las Mujeres de Pamplona.

Obra unitaria sobre la transformación social y climática. Calor aúna en una única obra varios temas en torno a un mismo concepto: el cambio climático y la transformación social que conlleva. Tal y como cuenta la poeta Jara Calvo, “habla de escenarios actuales y bebe de mucha lectura científica y poética sobre nuestra relación con el lugar que habitamos y que somos. No está escrita desde la visión de que éste es el apocalipsis o es una distopía, porque para mí eso lleva siempre a la desmovilización. Tanto Rove como yo venimos de la actividad social y está escrita más desde la luz y desde un llamamiento a la movilización. Desde la necesidad de actuar y de construir juntas y juntos”.

pamplona poetry slam

Nueva cita, el 23 de abril. 10 poetas, 3 minutos, y el público decide. La nueva cita del Pamplona Poetry Slam se celebrará el próximo 23 de abril en la Casa de Cultura de Zizur Mayor, con los artistas invitados Patricia Greham y Diego Cosgaya. Será a partir de las 20.00 horas y con entrada al precio simbólico de 2 euros.

‘viaje al lado oscuro...’

El disco de Soyuz. El año pasado, vio la luz el primer disco de Soyuz, Viaje al lado oscuro de la mente, disponible en plataformas digitales y además en formato físico. Los temas, potentes y “gamberros” -tal y como ellos mismos los definen- y que cuentan con videoclips realizados por Nudovisual, parten de la experimentación con la música electrónica de Jon Vicente y de la escritura poética de Iñigo Pimoulier Pimu.

“La música electrónica es muy plástica, da nueva luz y nuevos significados al texto poético”

Poeta, miembro de Lamalamar

“Al experimentar con poesía hay un sinfín de sonidos posibles, aunque menos suele ser más”

Músico, miembro de Soyuz