a biografía de Xabier Irujo del rey Teobaldo I de Navarra nos acerca a la vida de un hombre típicamente medieval, a una vida de fuertes contrastes. Hijo y heredo de un padre al que no conoció, fue educado en los valores de la corte de París, corroída por la corrupción, donde la lealtad era un principio tan deseado como extraordinario. Como conde de Champagne y de Brie, era uno de los doce pares de Francia, pero en tres ocasiones tomó las armas contra su rey, y tres veces fue perdonado. Marido de fortuna y amante fiel, fue soldado en guerras que despreció y, cruzado por accidente. Conoció el éxito de sus campañas a pesar de sus estrepitosos fracasos militares y regresó de la Cruzada con un racimo de uvas de Chardonnay y la rosa de Damasco. Al convertirse en rey tuvo que aprender acatar la ley. Pero la corona de Navarra le permitió dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la música y la poesía. Murió excomulgado, pero fue enterrado en la catedral de Pamplona, donde ya no descansan sus restos.

Hijo de Blanca de Navarra y sobrino de Sancho el fuerte, el último de la saga de los Semenoitz, Teobaldo luchó por sus derechos y fue coronado en Pamplona, en mayo de 1234. Las Cortes y pueblo lo recibieron con los brazos abiertos: "Fue su entrada en Pamplona de grande y universal alegría... y lo que puede mucho con el pueblo, que se gana por los ojos, viéndole de semblante agraciado, gentil disposición, y en edad floreciente, sufridora de cualquier [tipo de] trabajos, que pudiesen ofrecerse por la república".

Las Cortes le exigieron jurar los fueros. Este conjunto de normas legales que limitaba extraordinariamente el poder del rey, fueron escritas en lengua romance para que Teobaldo, monarca "de extraña nación y de extraño lenguaje", tuviese conocimiento exacto de sus prerrogativas, derechos pero también de sus deberes como monarca del reino pirenaico.

Convertirse en rey de los navarros resolvió muchos de sus problemas: Ahora era demasiado poderoso como para que ningún otro de los pares de Francia discutiera sus derechos y eso le permitió dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la música y la poesía. El estado navarro poseía una rica tesorería y, en el ámbito cultural, Navarra era un país que, tras la explosión artística del románico, abría sus puertas a un gótico que daría algunas de las maravillas arquitectónicas de la Europa de su época y la capilla de música de la catedral, creada en 1206. Según Alberic de Trois-Fontaines, Sancho el fuerte dejó una biblioteca de 1,7 millones de libros. Navarra era un buen trono para Teobaldo, prestigioso músico y poeta, conocido con el sobrenombre de "faiseur de chansons".

Teobaldo era un trovero o trouvère que escribió sus trabajos en langue'oïl frente a los trovadores provenzales que cantaban en la lengua de oc (langue d'oc). Su abuela Marie de Champagne fue en tres ocasiones regente de la corte de Aliénor d'Aquitaine en Poitiers. Es muy posible que Teobaldo conociera a Chrétien de Troyes, uno de los grandes poetas de la corte. Según el autor de las Crónicas de Saint-Denis Gace Brulé enseñó a Teobaldo el arte del verso y escribió que ambos "escribieron las canciones más bellas, deliciosas y melodiosas que se han oído".

Se conservan 62 composiciones de Teobaldo y existen otras pocas atribuibles y atribuidas al autor, lo que constituye uno de los corpus más numerosos de cuantos se han conservado de trovadores o troveros. Xabier Irujo, autor del libro sobre la vida y obra de Teobaldo, ha transcrito y traducido la obra original del autor conservada en catorce manuscritos medievales.

Se trata de un corpus de poemas cortesanos, pastoriles, religiosos y de cruzada, pero la gran mayoría de las composiciones del rey, un total de 37 (el 60% del corpus poético), son cantos de amor. Teobaldo se aferró a los patrones líricos, estéticos y métricos del amor cortés según los cuales el amante debía respeto, obediencia y sumisión al amor. Lo mismo que un conde se debía a su señor y un cruzado a su Dios, el amante se debía emplear siempre en su servicio al amor. Amar no era en este contexto una inclinación o una opción, sino un deber. El caballero debe servir a la amada y ser más obediente con ella que con cualquier otra persona, incluida su propia esposa.

Y es que la dama de los poemas de Teobaldo no goza del "amor bendecido por el sacramento del matrimonio". De hecho, algunos autores sostienen que Teobaldo compuso algunos de sus poemas a la reina de Francia, Blanca de Castilla, con quien ciertos caballeros contemporáneos le acusaron de mantener relaciones íntimas. En este sentido el "buen amor", "sincero y honrado", no es el amor conyugal sino "la atracción y el sentimiento de amor verdadero que une a ambos amantes"; el hecho de que sea extraconyugal es simplemente un accidente. El buen amor es fundamentalmente sentimiento sincero y, por tanto, es siempre leal.

Al margen de las composiciones amorosas, el género que más atrajo el interés del poeta fue el de los debates, que constituyen el 21% de su obra. Compuso un total de 9 jeux-partis y otros 5 débats sobre el amor y el honor caballerescos y es uno de los grandes exponentes de este particular género literario. La estructura de los jeux-partis era bastante rígida: El poeta planteaba un dilema a su contrincante dialéctico en la estrofa inicial (el "desafío") y este último elegía una posición (la "parte") en la segunda estrofa. Posteriormente, cada contrincante alternaba una estrofa. Un buen ejemplo es Sire, ne me celez mie, en el que Teobaldo platea a su contrincante lo siguiente: ¿Qué es más apetecible, que vuestra amada os conceda que os encontréis con ella y os acostéis desnudo a su lado de noche, pero sin poderla ver o, que os bese de día y ría con vos en un hermoso prado, y os abrace, pero sin concederos otros favores? En otra composición, Rois Thiebaut, sire, en chantant responnez, Teobaldo pregunta: Si una hermosa dama a la que amaseis más que a nada amase a otro hombre, ¿la llevaríais en vuestros brazos a la casa de aquél o invitaríais a aquél a yacer con ella en vuestra propia casa?...

Algunas de sus obras son composiciones de gran dramatismo, profundidad y lirismo, y de gran actualidad. Es el caso de Au tens plain de felonnie, probablemente una de las obras cumbre del autor. Escrito a la vuelta de la cruzada de 1239, se trata de una crítica a la guerra y al sufrimiento y atrocidades que les son consustanciales, y de las cuales Teobaldo fue testigo: "En un tiempo lleno de engaño, envidia y traición, agravios y ultrajes, sin bondad ni cortesía, y cuando nuestros barones hacen que el mundo entero empeore, cuando veo excomulgados a los que demuestran mayor juicio, deseo cantar una canción..." Y concluye sin reservas: "El reino de Siria nos reclama a grandes voces que nos arrepintamos; por Dios, no vayamos allí, que solo hacemos un gran mal".

El corpus poético de Teobaldo constituye una de las obras cumbre de la literatura y de la música medievales. Según una crónica de la época, Teobaldo tenía sus canciones grabadas en las paredes del castillo en Provins, en Champagne, y es muy posible que Le chansonnier du roi, el cancionero que Xabier Irujo ha transcrito para Ekin, fuera copiado de los muros de piedra de Provins, bajo la supervisión del propio Teobaldo.

La autora es la presidenta de la editorial Ekin de Buenos Aires