“Todos hemos vivido eso de estar en la cama sin poder dormir pensando en el trabajo o estar en la oficina muriéndonos de sueño porque estamos reventados”, y esa es la idea que el artista Iñigo Villafranca ha querido reflejar en su proyecto, Habitación: Pause, que podrá verse en el Centro Huarte hasta el 3 de julio.

En las ocho semanas de duración, el objetivo de la exposición Pause es abrir un paréntesis en la institución y ofrecer un espacio de encuentro entre el pasado y el futuro, plasmar la fugacidad de las cosas y el lapso de tiempo entre dos etapas, centrándose en la comunidad artística navarra y en su situación actual.

Para ello, el artista ha preparado dos escenarios distintos que conviven en un mismo espacio: una oficina y un dormitorio con el objetivo de que la comunidad encuentre en su exposición un reflejo entre lo que él está haciendo en el espacio y sus propias vivencias.

“El punto de partida de este diálogo con la comunidad era esa dificultad que existe de separar lo personal de lo profesional y partir de estos pares de opuestos”, ha explicado Villafranca: lo íntimo y lo expuesto, lo público y lo privado, lo cómodo y lo incómodo. La oficina se plantea como un archivo, un lugar de trabajo; la cama, un espacio íntimo.

Este es el punto de partida de su proyecto, que parte de dos premisas principales: “Atender a los últimos seis años en los que el Centro Huarte se ha convertido en un centro de investigación y producción y tomar una fotografía de la comunidad artística navarra actual”.

Para ello tratará de generar un diálogo con los artistas locales que conforman la comunidad y conocer sus situaciones personales.

El proyecto del artista se enmarca dentro de Habitación, un programa híbrido entre una residencia artística y una exposición que el Centro Huarte ha desarrollado desde 2016 y que reúne a dos artistas, en este caso Iñigo Villafranca y el propio Centro Huarte.

Así lo ha explicado en la presentación de hoy Nerea de Diego, una de las directoras. El equipo del Centro, formado por las directoras Elisa Arteta, Betisa Ojanguren, Oskia Ugarte y de Diego, junto con Idoia Pastor e Iñigo Gómez, participa en el proyecto además de Villafranca.

“En el horario de apertura al público del Centro está visible, pero no es una exposición al uso, porque no es algo estático que está siempre igual”, ha destacado de Diego. Así, se trata de un proceso que el artista va desarrollando y el visitante tiene la opción de ver cómo va avanzando, “un reto” para el artista, que tiene que “plantearse cada semana cómo mostrar su proceso”.

El proyecto de Villafranca tiene como objetivo echar la vista atrás y repasar la trayectoria de los últimos seis años del Centro, y por ello recibe el nombre de Pause, “porque es un momento de parar la grabación y ver dónde estamos, qué ocurre en este momento y cómo podemos seguir adelante”, ha apuntado la directora.

Volviendo al proyecto, Villafranca ha subrayado que la idea que “sobrevuela” todo el proceso es la subjetividad y en eso se basa su trabajo: “A mí me han hecho el encargo de atender a esta comunidad, pero la fotografía que voy a tomar va a ser la mía”.

En las primeras tres semanas de trabajo, Villafranca se dedicó a compartir su proyecto con el equipo del Centro Huarte, que le ayudó a “aterrizar las ideas” que tenía él.

En palabras del artista, han sido semanas “de planteamiento y de cómo construir el espacio”. En las cinco semanas que le quedan de residencia, se dedicará a contactar con los artistas directamente y a ofrecer su exposición al público.

Mientras que en la cama se refleja su espacio íntimo y personal, en la oficina se desarrolla su trabajo y se archivan todos los contactos que realice a partir de ahora con los diferentes artistas de la comunidad a través de llamadas telefónicas.

El dormitorio estará decorado con el ascii art, la construcción de imágenes a través de símbolos del teclado. “Es algo muy noventero que está en el imaginario de mi generación y me remite a la idea de la oficina: muy recto, tipográfico; esa oficina noventera, gris y burocrática que tengo tan presente en mi imaginario”, ha descrito Villafranca. De ese modo, el arte ascii será el hilo conductor que una los dos escenarios entre sí.

En cuanto al contacto con los artistas locales, Villafranca ha manifestado que con esas conversaciones no busca “obtener respuestas tipificadas ni hacer preguntas estándares”, porque no le interesa extraer nada de esas conversaciones. Lo que quiere hacer es conseguir un contacto directo con la gente que conforma la comunidad artística navarra y conocerla, conversar con ella “para que me cuenten cuál es su situación y yo pueda sacar mis conclusiones”.

Para eso, en lo que le queda de proyecto se pondrá en contacto con artistas de diferentes generaciones y prácticas. Y es que para Villafranca el concepto de la comunidad es algo muy “amplio” que incluye, entre otros, a las txarangas, los profesores de pintura de los pueblos pequeños o a los artesanos. “Me gustaría contactar no solo con artistas que estén en activo, sino con otras personas que trabajen con el arte en otros contextos”, ha afirmado.

Ese contacto que el artista establecerá en las próximas semanas se registrará, de forma visible, en un archivo en la oficina. En ese archivo se recogerán también el proceso del artista y lo que ha sucedido en el Centro Huarte en los últimos seis años, de modo que el visitante pueda acercarse a ver en lo que está trabajando Villafranca, cuál es la respuesta de la comunidad y el recorrido de esta última etapa a través de los materiales del propio centro, explicó el artista.

Además, también se hará una fiesta para que esas personas estén presentes en el espacio y este pueda ser un punto de encuentro para la comunidad. Como resultado de la residencia han planteado también la producción de un fanzine que recoja todo lo que pase en estas ocho semanas.