Si alguien ha brillado con luz propia en la gala que ha inaugurado este viernes la 70ª edición del Zinemaldia han sido Milagros Zatarain, Mariví Montes, María Arbizu Corpus y Mila de Salustiano. ¿No las conocen? Pues son “historia viva” del Zinemaldia. Estaban allí al inicio de todo, hace siete décadas en la inauguración del Festival y hoy han vuelto. Las cuatro fueron dantzaris del grupo Goizaldi y con apenas 17 años fueron, junto con el resto de la agrupación, las encargadas de recibir a los actores y actrices de la época, entre ellos, Paco Rabal y Carmen Sevilla.

Los encargados de conducir la gala, Loreto Mauleón y Paco León, han invitado a las cuatro mujeres a compartir escenario con ellos en una ceremonia de inauguración del Zinemaldia que ha girado, como no podía ser de otra manera, en torno al 70 cumpleaños del certamen. “Carmen Sevilla era encantadora”, han afirmado las dantzaris, que no cobraron por actuar en aquella edición. A cambio de su trabajo la organización les permitió ver todas las películas de la Sección Oficial. ¿Todas? No, todas no. En un ejercicio memorialistico impecable, han recordado cómo los varones del grupo Goizaldi les instaron a no acudir a uno de los pases. “Esta noche no podéis ir a ver esta película”, les dijeron, algo que tampoco les importó mucho al tener acceso a la flor y nata del artisteo de la época. Al día siguiente, descubrieron el motivo, en aquella cinta que les recomendaron no ver un hombre tocaba un pecho a una mujer. “Debía ser sueca”, han afirmado con desparpajo, haciendo reír tanto a los presentadores como al respetable. Y de hecho, era sueca: se trataba de la película La señorita Julie, de Alf Sjöberg.

“¿Otra anécdota?”, les ha insistido León, que este sábado presentará su película Rainbow en el Velódromo. La petición tuvo premio: “Lola Flores llevaba un clavel de brillantes que le había regalado Cesaréo González. Nosotras intentábamos adivinar dónde llevaría el clavel ese día; ya sabéis tonterías de jóvenes de 17 años”. Y a aquellos 17 hay que sumarles 70, los que el Zinemaldia ha soplado al final de la gala, que ha dado el pistoletazo de salida a nueve días donde el cine conquistará cada rincón de la ciudad.

“Arde Donostia”, ha asegurado León tras proyectar un reportaje extraído del noticiario franquista NODO en el que se daba cuenta de la celebración del primer Zinemaldia. La referencia, por su puesto, tenía que ver con Arde Madrid, la serie que él mismo dirigió sobre la estancia de Ava Gardner en el Estado y que, precisamente, se estrenó en 2018 en el marco del Festival.

La ceremonia ha tenido mucho de recuerdo, no en vano, a medida que avanzaba la gala, se han ido proyectando la sucesión de carteles y de conchas que han sido emblema cel certamen durante todos estos años.

Especialmente emotivo ha sido el in memoriam dedicado a Alfredo Knuchel, de Mariano Larrandia, de Tony Partearroyo y de José Ángel Herrero-Velarde, antiguos miembros que fueron parte del comité de selección y de dirección y que han fallecido recientemente. También se han proyectado imágenes de archivo de Edurne Ormazabal, actual directora de Tabakalera pero que durante muchos años fue la cara visible de las galas del Zinemaldia, y que en la ceremonia se ha encargado de presentar la exposición por el 70 aniversario que cerrará sus puertas la próxima semana.

Una gala con comedia y reivindicación

Santiago Tabernero, el director de la gala, había prometido que la ceremonia iba a tener un “leve tono de comedia”, algo garantizado por intérpretes con gran vis cómica como el propio León o Belén Cuesta, que ha presentado el premio FIPRESCI que la crítica internacional ha entregado a Ryosuke Hamaguchi por su Drive my car. “Otro al que podrían darle el Premio Donostia es a Will Smith”, ha bromeado León, una referencia al golpe que propinó al humorista Chris Rock en la última gala de los Óscars y que el público parece no haber captado.

La reivindicación, por su parte, ha venido del productor argentino Matías Mosteirín, el presidente del jurado de la Sección Oficial después de la renuncia de Glenn Close por motivos personales. Mosteirín, flanqueado por el resto de miembros del tribunal, ha defendido la necesidad del debate entre diferentes, algo que dice, “hoy en día parece imposible”. “El cine tiene la capacidad de impactar y expandir nuestra experiencia desde la sensibilidad del autor”, ha recordado el productor y a renglón seguido ha dado valor a la importancia del consenso desde el debate sosegado: “En este momento de la historia en el que la sociedad está secuestrada por posiciones rígidas y vacías y que nos dividen y nos impiden escucharnos, rescatemos la capacidad del cine de ser un espacio que dé respuesta a tanta intransigencia y desencuentro”. 

Así, ha afirmado que desde el sector de la cinematografía tienen tienen la responsabilidad de “combatir la intolerancia desde un pensamiento crítico”. “Los invito a reunirnos para celebrar la libertad y también la contradicción y la capacidad de dialogar, incluso desde la diferencia. El cine es esa multitud de voces, de maneras de ver el mundo: en blanco y negro, en colores, en silencios o en estruendos”, ha concluido.