La compositora y catedrática pamplonesa Teresa Catalán recibió ayer en el Museo de Navarra el Premio Eusko Ikaskuntza Laboral-Kutxa de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales, en un acto en el que se reconoció su “gran talento” y “generosidad” y su “arraigo” con una tierra, Navarra, que le sirve como base y le inspira para crear una “obra universal”. Además de Catalán, el artista guipuzcoano Imanol Zubiauz fue merecedor del galardón Gazte Saria por su proyecto Pidgin, que indaga en la lengua común que inventaron balleneros vascos e islandeses para poder comerciar.

La entrega de los dos premios estuvo presidida por la consejera de Cultura y Deporte del Gobierno de Navarra, Rebeca Esnaola, y por el consejero de Cultura del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria. Junto a ellos, participaron en la cita la presidenta de Eusko Ikaskuntza, Ana Urkiza, y el presidente de Laboral-Kutxa, Txomin García. Y acudieron como invitadas/os representantes de instituciones políticas como el presidente del Parlamento foral, Unai Uhalde, y el delegado del Gobierno, José Luis Arasti; así como de las tres universidades navarras y de otras entidades educativas como el Conservatorio Superior; músicos como Igor Ijurra, director del Orfeón Pamplonés; escritoras/es como Julia Montejo y Gabriel Insausti, y premiados en ediciones anteriores, caso del filósofo Daniel Innerarity.

En nombre del jurado que concedió el premio a Teresa Catalán habló Iñaki Esparza, director de la UNED de Bergara, para quien la compositora ha generado “una obra global que ha contribuido a dar a conocer esta tierra”. Asimismo, destacó la “relación especial” que acostumbra a entablar con los intérpretes de sus creaciones, prueba de un carácter “generoso” y “humilde” que la hace sentirse “un eslabón de una cadena”. “Entiende su trabajo como una aportación a la comunidad, como un legado al servicio de la sociedad y de las personas”, añadió.

En la misma línea, Ana Urkiza subrayó que Catalán es “la antítesis de la artista encerrada en su estudio”, ya que “destaca por su compromiso con la creación de la obra contemporánea en general y de la de sus discípulos en particular”. Estudiantes a los/as que la compositora, de la que remarcó su “insobornable ética”, siempre ha alentado a “buscar una voz propia”. La suya, dijo Urkiza, hunde las raíces en su tierra, y desde ahí se eleva para alcanzar una dimensión “universal”.

Txomin García, por su parte, apuntó el “gran talento” y la “generosidad” de esta “extraordinaria navarra” que “ha hecho de la música su manera de ser”, trabajando “con libertad y exigencia”, “sin dejarse arrastrar por las modas” y superando los obstáculos que por su condición de mujer se han cruzado en su camino. 

En nombre del Gobierno foral, Rebeca Esnaola agradeció la “gran acompañante” que Catalán ha sido en tiempos de pandemia como parte del Consejo Navarro de Cultura, y puso de relieve su preocupación por “forjar una generación de músicos con capacidad crítica y analítica”. “Su trabajo ilumina esta sociedad que siempre se hace preguntas y nos alerta de no confundir la información con el conocimiento y el arte con el entretenimiento”, agregó la consejera. Bingen Zupiria, a su vez, subrayó que “con su investigación y con su trabajo ha enriquecido nuestras sociedades”.

En el Museo de Navarra, su casa

Visiblemente emocionada recogió Teresa Catalán el diploma de Eusko Ikaskuntza Laboral-Kutxa. No era para menos, dado el lugar donde tuvo la entrega. Y es que la creadora vivió los primeros 21 años de su vida en el Museo de Navarra, donde su padre era conserje. “Ni mis padres ni yo hubiéramos podido imaginar que tantos años después iba a volver a la que fue mi casa a recoger un premio que han recibido personalidades a las que admiro sin ambages”, indicó. Allí nació su pulsión por la música, que dijo entender “como una categoría del ser, no solo del saber”. “Me comprometí con el arte como forma de consciencia, de mirar y comprender el mundo”, afirmó, y recordó las “limitaciones” que por ser mujer se fue encontrando. Dificultades que decidió convertir en “oportunidades de aprendizaje”.

Del mismo modo afrontó Catalán su vínculo con la docencia, “capital” en su vida y en su carrera. “Tuve que aprender que debía ser la profesora que cada alumno necesitaba”, y esa actitud le ha permitido “salir del ensimismamiento” y a “comprender mejor al otro”, siempre con la idea de “devolver a la sociedad lo mucho que me ha dado”. Preocupada por un futuro que percibe “inquietante” y en el que la música ya no se escucha, sino que “se oye”, llamó a reintegrar la ética con la estética, y a generar cambios, “sin negar lo aprendido”, como única manera de conducirnos “hacia un proyecto de humanidad fundamentado históricamente y formulado artísticamente”. 

Para terminar, Teresa Catalán tuvo un recuerdo conmovedor hacia sus padres, Pepe y Pura, “que trabajaron duro para que sus hijos tuvieran oportunidades” y “nos transmitieron valores”.  

Balleneros, una lengua común

En el acto de ayer también se hizo entrega del Eusko Ikaskuntza Laboral-Kutxa Gazte Saria, que este año ha reconocido el proyecto Pidgin, de Imanol Zubiauz.

Pidgin es un proyecto ligado a la investigación artística, antropológica, la identidad y la memoria colectiva. Y es, precisamente, el nombre con el que se conoce la lengua que dos comunidades de hablantes sin relación crean para entenderse. Para posibilitar el comercio mutuo, fruto del vínculo de ambas culturas, crearon una protolengua entre el euskera y el islandés. “Prueba de ello son dos manuscritos con cerca de 700 palabras encontradas”, aclaró el jurado en el momento en que se hizo público el premio. El uso del euskera, en la nueva lengua surgida junto a la islandesa, y la cultura marítima son los ejes que sustentan el proyecto. La investigación, además de recuperar documentos antiguos, trabajará en nuevas reproducciones (gráficas y de audio) y se exhibirá en soportes creados específicamente para el proyecto. Todo ello será rememorado en forma de vivencias y recuerdos vividos por un marinero ficticio de la época. Este galardón supone una remuneración de 6.000 euros.

Imanol Zubiauz nació en Zumarraga (Gipuzkoa). Doctor en Bellas Artes, recibió la mención Cum Laude en 2020 y es Máster en Arte Contemporáneo Tecnológico y Performativo. También tiene estudios superiores en el ámbito de la enseñanza y en la enseñanza de idiomas. Durante su intervención de ayer, destacó la investigación que está realizando ha dado luegar a “nuevas ideas”. En su intervención de ayer, avanzó que “el proyecto se ha expandido y estoy en contacto con instituciones para producir una exposición que podrá verse el año que viene”.