Con tres perdices (el cupo) y un conejo abatidos, David Larrondo Piedra, de 51 años y vecino de Tafalla, aunque nacido en Puente la Reina, se proclamó el pasado fin de semana campeón de España de Caza Menor Adaptada, una competición que lleva ya tres ediciones, en las que, por el momento, este cazador navarro lidera el ranking general, con un quinto puesto y dos victorias consecutivas. El triunfo de este año lo obtuvo con 1.900 puntos, superando al vasco José Ramón Fernández Ollo y al extremeño Jorge Jorge Moreno, ambos con 1.600 puntos.

La prueba tuvo lugar en el Coto Intensivo de la Ribera de la localidad cacereña de Garrovillas de Alconétar. Fotos: cedidas

Con 11 años, Larrondo perdió el brazo izquierdo tras una caída, pero eso no le impidió ir haciendo en su vida todo lo que se proponía. De hecho, tuvo que insistir bastante para que le concedieran el permiso de caza, pero desde pequeño tenía una afición muy grande de salir al campo junto a su padre y, por tanto, comenzó a cazar desde una temprana edad. El año pasado, reconoció que no se veía como un campeón de España, porque no había hecho nada que mereciera ese reconocimiento, sino que, simplemente, ese día le había acompañado la suerte. En esta ocasión, sin embargo, reconoce que salió pensando que no iba a ganar.

David Larrondo Piedra, centro, recoge su premio como campeón de España de Caza Menor Adaptada.

El motivo es que entre los siete participantes se encontraba un joven extremeño que se había quedado segundo en el campeonato autonómico, un torneo que, además, había ganado en dos ocasiones. “Yo no lo conocía, pero todo el mundo me decía que iba a vencer él”, recuerda. El escenario le era más propicio, desde luego, ya que la prueba tuvo lugar en el Coto Intensivo de la Ribera de la localidad cacereña de Garrovillas de Alconétar, un lugar que Larrondo no conocía, pero que el favorito, al pertenecer a su propia comunidad autonómica, estaría más acostumbrado.

El tafallés, propietario de un desguace en el municipio navarro en el que vive, explica que el enclave era complicado, debido al gran número de árboles. Para él, fue un auténtico reto, según declara. “No era nada fácil de tirar y, después del primer disparo, se te hacía muy costoso volver a disparar, porque los árboles te tapaban todo”, incide.

Su jornada comenzó pronto, ya que, a los 20 minutos, abatió un conejo muy grande, lo que le hizo ir con bastante peso durante todo el día. Tardó bastante en coger la primera perdiz, a pesar de que oía muchos disparos de los otros competidores. “No veía ninguna perdiz y no hacía más que andar de un lado para otro. Era ya más de la una cuando el perro me marcó una. Fui y me salieron dos. Le acerté a una, que iba a ser difícil de encontrar entre los árboles, pero me la recogió el perro. Y, pocos minutos después, me volvió a marcar otra. También entonces, me salieron dos y abatí una, aunque, esta vez, cayó muy lejos. Tenía dudas de si la iba a poder coger, pero el perro me la trajo”, relata.

Su perro, un spaniel de casi ocho años y medio, y de nombre Chiqui, es su gran aliado en estos lances. “Participo siempre con él en los campeonatos -revela-. Hasta que pueda acompañarme, no lo pienso cambiar. Y eso que tengo otro perro que igual caza más que este, pero a Chiqui le tengo muchísimo cariño”.

Con tres perdices y un conejo, Larrondo consideraba que no alcanzaría la victoria. En un momento dado, se cruzó con el que creía que iba a ser su máximo rival, el joven cacereño, que en ese momento llevaba dos perdices y un conejo. “Él, igual que creía yo, me dijo que estaba claro que el triunfo se lo llevaría quien llegara con tres perdices y algún que otro conejo”, subraya. El tiempo pasaba y, como hacía mucho calor y, aunque le salieron más conejos, no pudo dispararlos, decidió acudir al control. Entonces, descubrió que lideraba la clasificación, a pesar de que todavía quedaban cazadores por entrar. “Me quedé muy contento cuando me dijeron que había ganado. Y sorprendido también, porque no me veía como el vencedor”, remarca.

Tal y como rememora de los dos torneos anteriores y del de este 2022, reconoce que lo mejor de este tipo de campeonatos es el buen ambiente que reina entre los participantes y, asimismo, el servir de demostración de que, aunque sufran de alguna minusvalía física, son capaces de hacer todo lo que quieran. “Cazaremos más o menos, tiraremos más o menos, pero claro que podemos hacer todo lo que nos propongamos. Mucha gente se sorprende al enterarse de que cazo, aunque me falte un brazo. Es evidente que tengo que afinar mucho mi primer disparo, porque, después, la escopeta se me levanta mucho y me cuesta rectificar. Pero puedo cazar igual que los demás”, sentencia.

Al igual que le ocurrió en el 2021, espera que la Real Federación Española de Caza lo vuelva a invitar a participar como invitado, sin competir, en el Campeonato de España de Caza Menor, ya que la experiencia del año pasado le gustó mucho. Y en el 2023, avanza que tratará de participar de nuevo en esta prueba, para revalidar un año más su triunfo y que el título regrese una vez más a Navarra.