Una invitación a detenernos y escucharnos; escuchar nuestro cuerpo y nuestra mente, tomar conciencia de su ritmo y de sus necesidades de cuidado, es la propuesta que hace la creadora Ghislaine Verano (Pamplona, 1974) en el Horno de la Ciudadela. Allí puede visitarse hasta el 8 de enero su instalación audiovisual Sonidos del cuerpo, un proyecto que fusiona creación sonora experimental y videodanza y que se enmarca en una investigación más amplia en torno a los sentidos que la bailarina y creadora navarra lleva realizando desde 2016.

"Es un proceso de trabajo por el cuidado y el respeto que me ha llevado hasta la observación más profunda y pausada, y a indagar en los sentidos", explica Ghislaine Verano. Tras abordar el sentido del tacto, se centra ahora en "el sentido del oído, extrapolado a los sonidos y a cómo nos afectan al cuerpo, los oigamos o no". Con este punto de partida, presenta este viernes por la tarde (19.00 horas) en la propia sala del Horno una performance que activará su instalación, que trabaja "en base a sonidos que el propio cuerpo hace de manera automática y en los que por lo general no tenemos control excepto en uno; son sonidos que todas las personas tenemos excepto uno que no todas lo tenemos, pero yo sí, y que por eso está incluido en esta creación", cuenta la autora.

Se refiere al tinnitus, "un pitido que algunas personas oímos" y que está presente aquí junto a sonidos del sistema digestivo (tripas), de la boca, el corazón y la respiración". En la pieza, "la observación va tan adentro que amplifica tanto los sonidos como lo que sucede cuando ese sonido percute en nuestro cuerpo, lo oigamos o no", cuenta Ghislaine Verano.

RITUAL NO ESTEREOTIPADO

En la performance que activará este viernes por la tarde la instalación Sonidos del cuerpo, a modo de ritual cinco intérpretes llevarán al movimiento distintos sonidos del cuerpo, jugando con el espacio de forma improvisada e invitando al público a cambiar su punto de perspectiva. "Hemos indagado mucho en fórmulas de cuerpos en movimiento no estereotipadas, con bailarinas muy preparadas pero que se han salido de esas formas que han aprendido, y aportan algo muy importante gracias al conocimiento que tienen de sus cuerpos", apunta Verano respecto a la performance, en la que también habrá videoproyecciones y audios que amplifican los sonidos.

La idea es hacer más activaciones performáticas próximamente, principalmente en fechas navideñas. Y cada cita será única y diferente. "Nunca repito dos veces la misma performance de la misma manera. No puedo", asegura la bailarina, creadora e investigadora navarra.

En la performance-ritual de este viernes participarán cinco bailarinas y bailarines: Carmen Larraz, Martin Los Arcos, Stefano Mattiello, Inés Aubert Boadilla e Irina Tcymbal, con la creación sonora de Hilario Rodeiro y los vídeos de Santi Echeverría. También han participado en el proceso de creación y desarrollo de este proyecto el investigador sonoro Xabier Erkizia, el videocreador Miguel Eraso, la actriz Kitti Arozena, otros bailarines y bailarinas como Asier Gonzalez y Harritxu de Atxa o Ilazki Martirena como encargada de vestuario.

El proyecto, que la propia Ghislaine Verano ha presentado este viernes por la mañana en el Horno de la Ciudadela junto al director de Cultura e Igualdad del Ayuntamiento de Pamplona, Jorge Urdánoz, ha sido apoyado para su creación y producción por el Gobierno de Navarra, Centro Huarte, La Faktoria, Azala Centro de Creación y DNA 2021.

CUIDARNOS PARA PODER CONECTARNOS CON LOS DEMÁS

La principal conclusión a la que Ghislaine Verano ha llegado a través de la experimentación con los sentidos es que "necesitamos de la observación y la pausa para lograr más matices de todo". "Y lo extrapolo a la vida, me parece que es un principio para la vida. Y es lo que intento enviar al público", apunta.

En estos tiempos complejos y de ritmo rápido, asegura, "esto se vuelve muy necesario, es lo que me está pidiendo; llegó un momento en que yo tenía un exceso y necesité ralentizar para entrar en el cuidado. Necesité bajar y hacer ese tipo de observación, y es lo que quiero expandir porque me parece que es absolutamente necesario. Tenemos que bajar el pistón, y hacer menos cosas con más cuidado. Atender nuestro cuerpo y nuestras necesidades, que van más por la pausa que por el hacer más".

La artista es consciente de que todavía estamos lejos como sociedad de poner los cuidados en el centro: "Yo misma estoy en ello, sigo necesitando estar una y otra vez en ello, parándome, observándome, cuidándome. Mirándome hacia adentro, detectando qué necesito para poder darme y dar". En este sentido, ella concibe el cuidado como "poner mucha atención y escucharnos, sentirnos; si lo hacemos, realmente podemos atender nuestras necesidades físicas, emocionales y mentales, y de esa manera salimos al mundo de una forma mucho más conectada. Y desde ahí podemos reaccionar de una forma mucho más amorosa, mucho más amable con nosotras mismas y con nuestro entorno", reflexiona.