Críticas de libros

Ya en el arranque del primer capítulo de su libro, Pascal Bruckner nos recuerda que, desde hace un siglo, “la raza humana ha estado jugando a la prolongación, al menos en los países ricos, donde la esperanza de vida ha aumentado de 20 a 30 años”. Y, en tales circunstancias, el doctor en Letras parisino también nos hace saber que hay mucho por dilucidar en lo referente a la longevidad: “El destino le ofrece a cada uno un permiso, variable según el sexo y la clase social”. 

Un instante eterno es el nombre de dicho ensayo, profundo en su oferta y sencillo en lo que a su forma respecta, si bien Bruckner no se contenta con guiar al lector en caminos confusos, pues confuso de narices resulta el mundo que contienen, por ejemplo, El veranillo de la vida y Lo que en nosotros no muere, dos de los capítulos de un trabajo ensayístico dotado, además, de un destacado tinte narrativo. 

Puede leerse, en el primero de ellos, un conjunto de ideas que el lector debe retener de inmediato: “50 años es la edad en la que la brevedad de la vida comienza de verdad. El animal humano conoce una especie de suspensión entre dos aguas”; se lee, en el segundo: “Morimos todos los días en cada una de las horas que nos corresponde, y la última será la apropiada”. Pero, ¡ojo!, en este capítulo puede también hallarse un camino mucho más enigmático: “Nuestra época está cantando un extraño lamento: la muerte va a estar amenzada. Nos encaminamos hacia una escasez de muertes”. 

El ensayo de Pascal Bruckner está, además, repleto de citas e ideas de un buen número de autores realmente interestantes, entre ellos, Guy de Maupassant o Jean-Paul Sartre y es, por lo tanto, un recorrido por playas y montañas de la longevidad, lógicamente, pero resulta igualmente un manifiesto de vida real y comprometida con todo aquello que nos toca experimentar a lo largo de medio siglo de existencia o varias décadas más, declaración de intenciones que se complementan con algunas de las de otro libro de actualidad: Dysphoria mundi. 

Arranca, este texto de Paul B. Preciado publicado hace nada por Anagrama, de un modo inquietante: “No vemos ni entendemos el mundo, lo percibimos destrozándolo a través de las estrechas categorías que nos habitan. El dolor que a menudo sentimos al estar vivos es el dolor de esta negación del mundo y de su sentido”. Y su contenido, el de un trabajo tan particular como el de otras notables obras del filósofo y comisario de arte como Un apartamento en Urano, tiene mucho en común con el del ensayo de Bruckner que ahora nos ocupa: “Nuestra alma inhumana e inmensa, geológica y cósmica, recorre y satura el mundo, sin que logremos darnos cuenta de ello”.

Por su parte, si en Miseria de la prosperidad, Bruckner mostraba su preocupación por la tiranía de la materialidad en nuestros días, en su último libro, el autor de La tiranía de la penitencia, este Un instante eterno. Filosofía de la longevidad (escrito de un modo bien diferente al de Preciado), más que profundizar en dicha tiranía de un modo exclusivo, aporta ideas diferentes del lejano pasado: “En la historia de las ideas, se distinguen” hasta “tres formas de inmortalidad: la del pueblo para los judíos, la de la ciudad para los griegos, y la del individuo para el cristianismo”. 

Eso sí: los particulares conceptos que de la longevidad y de la manera de enfrentarla muestra Pascal Bruckner, puede disgustar a determinados consumidores de filosofía y sociología contemporáneas al enfrentarse a pasajes como el siguiente: “A falta de un tratamiento milagroso que le garantice a cada uno, por regeneración celular o crioconservación, una vida de 100 años, queda el otro método: la privación sistemática”. Se trata, en cualquier caso, de conceptos e ideas característicos de una obra que nos lleva a buscar las formas de una existencia más realista: “Llega un día en que las generaciones más jóvenes nos miran como nosotros mirábamos a los mayores: con desdén y compasión”.

Un instante eterno, producto en gran medida característico del sello Siruela, es una narración tan personal como apasionante. Una loa a la longevidad. Divina longevidad. 

Un día, cedí

“Un día, tres o cuatro meses después de marcharse Mossane, el dolor fue demasiado intenso y cedí: me fui a la gran ciudad. No conocía nada e ignoraba dón de vivían Mossane y mi hermano, pero fui igualmente”: lo que puede entenderse como el arranque del relato, es en realidad el inicio de uno de los capítulos del ecuador de La más recóndita memoria de los hombres, vigorosa novela de Mohamed Mbougar Sarr donde el peso de la duda mantiene vivo el interés de los personajes y las enrarecidas atmósferas de la misma, asi como el de sus posibles lectores.

En este relato, muy propio del sello Anagrama, Diégane, interesado en la extraña experiencia del escritor T. C. Elimane, decide finalmente aventurarse en la búsqueda de las razones que pudieran haber influido en el ascenso y caída de quien podría haber sido un gran autor en tiempo récord. Tal experiencia supone, además, la crónica de un esfuerzo anunciado: el que ha de acompañar al interesado en las circunstancias que rodean a todo aquel ser humano sufriente tras los pasos del creador menos afortunado.

La literatura y todo lo que a su influencia rodea es, pues, el personaje en la sombra de La más recóndita memoria de los hombres, una narración apasionada y muy rica en sugerencias vitales, una novela de pura resistencia, la que ha recibido premios tan bien considerados como el Goncourt en base a una prosa ambientada en nuestros días y verdaderamente luminosa.

Todo un acierto, este nuevo texto del sello barcelonés.

El rico universo de Poe

El estadounidense Edgar Allan Poe (quien apenas vivió 40 años y no, precisamente, relajados) fue crítico y periodista pero está considerado,esencialmente, como uno de los maestros del relato breve, renovando el cuento de terror y también la novela gótica desde sus inicios como autor en pleno siglo XIX y siendo esencial en la formación y el desarrollo de la narrativa protagonizada por el detective que, en diversas formas, poblaría las páginas de grandes historias e incluso en el nacimiento de la ciencia-ficción.

Textos como El gato negro, El escarabajo de oro y La caída de la casa Usher fueron, como especialmente en el caso de este último, centros de interés del mundo del cine (The Fall of The House of Usher, Roger Corman, 1960) pero la obra de Poe ha terminado siendo una de las grandes influencias en generaciones posteriores a lo largo de todo el planeta, razón más que suficiente para valorar la aparición de un nuevo libro de Akal.

Basado en la traducción de Lucía Vázquez de la Plata y en la edición de Kevin J. Hayes, Edgar Allan Poe. Edición anotada es, desde hace unos meses, parte de la colección `Grandes libros´ del citado sello, un conjunto de relatos y poemas que permite, a quien no ha tenido el gusto de experimentarlo, conocer a un autor verdaderamente original y reafirma el empuje de su obra en escritores de la talla de Guy de Maupassant, William Faulkner y Julio Cortázar... bien diferentes, la verdad.

Sí, es cierto que los personajes de Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y Georges Simenon han ayudado a miles de lectores y lectoras en tiempos difíciles pero no es menos cierto que, antes de ellos, entretenían y preocupaban al pobre mortal... los de Edgar Allan Poe.