Las artes están más vivas que nunca en el edificio que, desde hace 50 años, ocupa el número 27 de la calle Amaya. La sede de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona, conocida popularmente como Escuela de Artes y Oficios –su antigua denominación–, celebra este curso su 50º aniversario con el mayor número de alumnos y alumnas que ha tenido en toda su historia –515–, y con el reto en el horizonte de seguir creciendo e iluminando la ciudad, y más allá, con conocimiento, técnica, experimentación y pasión en torno a las artes.

En esta era digital en la que hay un uso excesivo del móvil, en la que nuestros dedos pasan la mayor parte del tiempo sobre una pantalla táctil, se vuelve más valiosa que nunca la experiencia del trabajo artesano en un taller, con las manos directamente en contacto con la piedra o la madera, con distintos tipos de papel, de tinta, o con la fotografía química.

Es el gran atractivo de esta escuela: la oportunidad que brinda de experimentación. De probarse como artista-artesano.

VARIEDAD DE ESTUDIOS

Técnicas escultóricas, Ebanistería artística, Grabado y Técnicas de Estampación, Ilustración, Fotografía y Gráfica Audiovisual son los ciclos de grado superior que oferta el centro de la calle Amaya, en el que también se pueden cursar ciclos de grado medio –Asistencia al producto gráfico impreso y Asistencia al producto gráfico interactivo–, Bachillerato de Artes y el estudio superior de Diseño en la especialidad de Diseño de Interiores, el más ambicioso y, junto con Fotografía, la formación más antigua de la escuela.

“Primero fue experimental, luego ciclo, y hace cuatro años conseguimos implantarlo como grado. Ha costado un poquito y hemos pasado momentos de crisis, pero se ha logrado. En Pamplona siempre ha habido una gran tradición en el diseño de interiores, un gusto y un interés especial por la decoración de los hogares, y había que actualizar la formación de los alumnos”, dice el director de la Escuela de Arte, Pedro Sorbet.

Además, el centro ofrece una FP especial orientada a dar respuesta a las necesidades de formación y cualificación de jóvenes con necesidades educativas especiales en torno a las artes y artesanías.

CONVIVENCIA EN ARMONÍA

“Estamos en un buen momento. Tenemos una variedad de estudios y la línea es seguir por las enseñanzas artísticas, mantener las que hay e incrementarlas”, apunta Sorbet, convencido de que ese carácter “multidisciplinar” del centro que dirige es “una de sus riquezas”.

“Aquí se hacen amistades; con los años, la gente dice: qué bien estuve en esta escuela...”

José Miguel Ascunce - Profesor, responsable del ciclo de Grabado y Técnicas de Estampación de la EASD

El buen ambiente y la armonía en la convivencia entre alumnos, entre profesores, y de unos con otros, es también un punto fuerte de la escuela. “Aquí la gente se expresa como es y no hay problemas entre los alumnos. Hay una gran diversidad, tanto en edad –desde 16 años hasta gente jubilada– como en origen geográfico, realidad socioeconómica, también diversidad de comportamiento y de forma de vestir, y por eso mismo hay mucho respeto. Se respetan las diferencias porque todos y todas somos diferentes, somos únicos, únicas y especiales, y este no es un centro que quiera homogeneizar, sino posibilitar un desarrollo desde la particularidad de cada cual. Esa variedad, esa apertura y esa libertad es lo que corresponde a un centro público”, dice el director y profesor de Filosofía en la escuela.

RECUERDOS DE AÑOS PASADOS

José Miguel Ascunce, docente allí desde hace 32 años, coincide en resaltar que la relación entre profesorado y alumnado es “de proximidad”.

“Muchas veces trabajas con grupos de 15 alumnos máximo, y acabas implicándote mucho”, comenta Ascunce, vinculado a la escuela primero por parte de su padre, el pintor José María Ascunce, quien en 1965 obtuvo plaza allí como docente de Dibujo y Pintura.

Luego el propio José Miguel estudió allí, en los cursos monográficos del ayuntamiento –Dibujo, Pintura y Decoración del Hogar– que se impartían por las tardes, y sin exámenes, una oferta no reglada que acogió la escuela hasta 2003 –desde ese año están en el antiguo colegio José Vila, en la Escuela Muncipal de Artes y Oficios Catalina de Oscáriz– y que supusieron para mucha gente de Pamplona su primer contacto con las artes. Y ahora, Ascunce es responsable del ciclo de Grabado y Técnicas de Estampación, en el que imparte clases de Dibujo y Color.

“Cuando entré, en 1991, esta escuela era muy diferente, mucho más familiar, tenía un punto doméstico y sentimental que estaba bien, pero ahora es mucho más profesional, más completa. Ha crecido mucho en estructura organizativa”, cuenta Ascunce sobre el centro, que hoy cuenta con una plantilla de 73 profesores y profesoras, 5 personas en el equipo directivo, 2 administrativas, 3 conserjes, 5 personas trabajando en limpieza y un técnico de mantenimiento.

“Una sociedad sin disciplinas artísticas es una sociedad incompleta y pobre en cultura”

Patricia Martiartu - Vicedirectora de la EASD de Pamplona

La trabajadora más veterana del centro es la administrativa Mª Jesús Aquerreta. Lleva 40 años. “Entré con Rafael Huerta de director, y entonces había solo clases por la tarde, y se ofertaban Decoración y Cerámica como títulos de Graduado en Artes. A eso se sumaron los cursos monográficos municipales. Entonces el profesorado dependía del Ayuntamiento de Pamplona. Era una escuela muy distinta a la de ahora, más pequeña, como una familia. Y se daban cursos de inglés, francés, enseñanzas del hogar, contabilidad y dibujo. Con los años esto ha cambiado, se han ido implantando enseñanzas hasta lograr los Estudios Superiores de Diseño deInteriores, cuya primera promoción sale este año”, destaca Aquerreta.

EL VALOR DE LAS ARTES: MÁS ALLÁ DE LA PRODUCTIVIDAD

El espacio físico en la Escuela de Arte de Pamplona es “abierto y variado”. No se limita a aulas y pupitres, hay talleres que están muy vivos, pasillos con creaciones del alumnado, y esa apertura y diversidad ayuda a la socialización.

“Aquí se hacen amistades, es un centro del que, al pasar de los años, la gente dice: qué bien estuve en esta escuela... Guardan un buen recuerdo”, dice José Miguel Ascunce.

Patricia Martiartu, actual vicedirectora y además profesora del departamento de Artes Plásticas de Secundaria, también fue alumna. “En el 90 vine a hacer Bachillerato de Artes, era la segunda promoción, y era una escuela pequeña y muy entrañable. Los alumnos veníamos muy concienciados, casi todos hicimos Bellas Artes después. Y todavía tengo aquí compañeros profesores que me dieron a mí clase, como Rubén Martínez”, cuenta Martiartu, para quien las enseñanzas artísticas son “imprescindibles”.

“Una sociedad sin disciplinas artísticas es muy pobre en cultura. Si valoramos solo la productividad, estamos incompletos”, afirma. Y perdemos en diversidad y personalidad. “En diseño de mobiliario, por ejemplo. ¿Van a ser todos los muebles de Ikea?”, lanza el director, Pedro Sorbet.

“Estos estudios no pueden compararse con la Formación Profesional, con un auxiliar de enfermería o un mecánico, que se necesitan muchos. Esto es algo más minoritario, más chiquitito pero que aporta mucho a la sociedad. Y a quien lo ejerce. Y trabajar de algo que te llena es importante. Yo soy de Bellas Artes y nunca me ha faltado trabajo, así que aquí también hay salidas profesionales”, defiende la vicedirectora de la escuela.

De i a d, el profesor José Miguel Ascunce, el director de la escuela Pedro Sorbet y la vicedirectora Patricia Martiartu, junto a varias creaciones escultóricas de alumnos y alumnas del centro. Patxi Cascante

HACIENDO HISTORIA: DEL LÁPIZ A LA ERA DIGITAL

Los orígenes de la actual Escuela de Arte se remontan al año 1827, cuando el Ayuntamiento de Pamplona creó la primera Escuela de Dibujo en el nº 80 de la calle Mayor y, a partir de 1837, en el antiguo convento de San Francisco. En 1873 se inauguró la Escuela de Artes y Oficios, cuya sede se dividió entre el edificio de la actual sede de Cultura del Gobierno de Navarra (Navarrería) y las Escuelas de San Francisco. En 1890 el centro se trasladó al edificio de la Alhondiga, donde vivió un momento de esplendor. Pero en 1917 Diputación abandonó su tutela y se inició un periodo difícil.

Cuando en 1947 el Estado creó las enseñanzas de Formación Profesional, la escuela, al no ser incluida en éstas, mantuvo su estatus como centro municipal, y desde los años 50 añadió a su oferta educativa la formación en cerámica. Como en 1965 el edificio de la Alhondiga fue derribado, el centro volvió a las Escuelas de San Francisco y a la calle Compañía. La inexistencia en Pamplona de centros específicos de disciplinas artísticas convirtió la escuela en un espacio referencial e iniciático para artistas como Juan José Aquerreta, PelloAzqueta, Isabel Ibañez, Patxi Idoate, Joaquín Ilundain, Xabier Morrás, Pedro Osés, Joaquín Resano, Mariano Royo, Alfredo Sada, Pedro Salaberri o Javier Zudaire, todos ellos de la mano de profesores como Salvador Beunza, José María Ascunce e Isabel Baquedano.

Para adaptarse a las nuevas demandas sociales, se cambió de nombre al centro en 1969, pasando a ser Escuela Municipal de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, y posteriormente de ubicación, a la sede definitiva de la calle Amaya desde el curso 1972-73.

El último cambio de nombre a Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona se hizo oficial en 2019.

La revolución más reciente que ha vivido el centro ha venido de la mano de la tecnología digital. “Ahora hay tantos ordenadores como alumnos. Todo proyecto pasa por el ordenador, no puedes sacar al mercado laboral a alguien que no sepa manejar programas, sería un suicidio. Y esto supone una actualización constante”, dice el director, Pedro Sorbet, poniendo en valor el contrapunto que ofrece la escuela en este sentido.

“Vemos que la gente empieza a estar un poco harta de lo digital, y aquí los chavales y las chavalas gozan dándole con el martillo neumático a la piedra, tallando madera, haciendo forja...”.

En el número 27 calle Amaya el arte se piensa y se cuece. 

“En esta escuela cada cual se expresa como es, se respetan y se valoran las diferencias”

Pedro Sorbet - Director de la EASD de Pamplona

PROMOCIONAR LA ESCUELA, EL RETO PENDIENTE

Dar a conocer la oferta de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Pamplona, tanto en su entorno más cercano como en otras comunidades, es una asignatura pendiente y el reto principal en el horizonte.

“Hay mucho desconocimiento de lo que se hace aquí por parte de los posibles alumnos y alumnas, tanto de Navarra como de fuera. Por parte del Gobierno de Navarra falta un poco de implicación en dar a conocer esto y promocionarlo. Porque aquí hay estudios que no se ofertan en las comunidades que nos rodean, como Escultura, Ebanistería o Grabado, que podrían atraer a alumnado y no se conocen...”, lamenta el director de la escuela, Pedro Sorbet. “Es una paradoja, porque dinero se invierte, pero luego no se publicita”, añade José Miguel Ascunce.

“Estamos agradecidos al Gobierno de Navarra por mantener esta escuela, nunca nos han quitado un ciclo, pero no vemos ese compromiso en promocionarla. Nos consta que los orientadores de los institutos de Pamplona, en un 50% desconocen completamente lo que se hace aquí. De hecho, cuando vienen a visitar la escuela se llevan una sorpresa”, apuntan Sorbet y Ascunce.

El camino de aquí en adelante pasa por “seguir creciendo en oferta de ciclos, no sé si también podría venir algún estudio superior, aunque ahora mismo no hay espacio físico”, dice la vicedirectora de la Escuela de Arte, Patricia Martiartu, apuntando que están “pendientes de si se podrá recuperar el espacio de las antiguas escuelas Blanca de Navarra”, que ya perteneció al centro de artes y con Barcina de alcaldesa se destinó en parte al civivox del Ensanche. “Cuando se construya el nuevo civivox, veremos si ese espacio vuelve a la Escuela de Arte. Nos hace mucha falta”, dice Pedro Sorbet.

INTENCIÓN DE AMPLIAR LA OFERTA EN ESCULTURA

En cuanto a una posible ampliación de la oferta de enseñanza, llevan “años pidiendo un grado medio de Artes aplicadas a la escultura, talla de piedra y madera, porque eso alimentaría dos ciclos que tenemos ya de Escultura de grado superior, y el alumnado haría un recorrido más natural y completo. O podría ser un ciclo de la familia de artes del libro, ya que también tenemos grabado”.

En cualquier caso, los responsables de la Escuela de Arte defienden que “hay estudios que son intrínsecamente interesantes e intrínsecamente minoritarios, pero aunque sean minoritarios tienen que subsistir”.

La celebración del 50º aniversario, con una fiesta que acogió Zentral con performance y actuaciones musicales, una edición especial de los Encuentros con Creadores o una exposición junto con el Colegio Diseñadores de Interior/Decoradores de Navarra, está siendo este curso “una experiencia de inclusión, de comunidad, con participación del alumnado y del profesorado”.

“Estamos en un momento bonito de cohesión y de sentirnos escuela”, concluye Patricia Martiartu.