Lleva 35 años en el mundo audiovisual. Ha realizado numerosos trabajos como Historia de un volante o El cementerio de las botellas, y colaborado con diversas productoras y creadoras/es, y ahora inicia una nueva etapa con Sagone Films, firma que toma el nombre de su segundo apellido, el primero de su abuelo siciliano, un hombre emprendedor “con una manera de vivir y de estar en el mundo que me inspira”. Así lo cuenta Iñaki Alforja Sagone, cineasta navarro especializado en un tipo de documental con mirada social con varios proyectos en distintos puntos de desarrollo. Uno de ellos, el cortometraje El vuelo de las libélulas, acaba de ser incluido en el catálogo Navarra Shortzinema del Gobierno foral y pronto iniciará su viaje por festivales

Los festivales son, sin duda, una oportunidad para quienes, como Alforja, hacen cine al margen de los circuitos comerciales convencionales. Como el Sunny Side of The Doc, al que acudió recientemente arropado bajo la marca Navarra Documentary Films, impulsada por Navarra Film Industry. Allí tuvo ocasión de exponer sus propuestas a distintos agentes y dio a conocer Sagone Films, fundada hace escasos dos meses. “Es muy interesante que existan este tipo de iniciativas, antes íbamos de manera individual, cada uno por nuestra cuenta, y contar con este respaldo dará resultados”, apunta el realizador desde su oficina del Casco Antiguo de Pamplona y bajo un flamante cartel con el nombre de la productora. 

De alguna manera, “llamarla así es como una carta de presentación”. “En mis proyectos siempre pido a las personas que se abran y me cuenten cosas muy íntimas, así que llevando este nombre también les cuento yo la historia de mi abuelo, de parte de mi familia. Tu me das y yo te doy”, indica. Se refiere a Natale Sagone, nacido en Adrano, Sicilia, a comienzos del siglo pasado. “Le tocó vivir la violencia de la primera y de la segunda guerra mundial; luego viajó a París, más tarde a Guatemala, vino a Navarra, volvió a irse, regresó... Es un hombre que peleó, trabajó, luchó y creó sus historias”, relata el documentalista, que también atesora ya una larga trayectoria a sus espaldas. 

Inicios. Con una cámara de Súper 8 para empezar

Los vínculos de Iñaki Alforja con el cine hay que buscarlos en su infancia y adolescencia. “Siempre ha estado ahí en momentos importantes. Recuerdo que tuve una hepatitis y que lo primero que hizo mi madre cuando pude salir de casa fue llevarme a ver una película. Y que mi primera cita amorosa también tuvo lugar en un cine”, comenta. 

Esto, como espectador. En el lado de la creación, a los 15 años comenzó a experimentar “con una Súper 8 que tenía mi cuñado, haciendo cortos de 3 minutos y editando directamente en la cámara”. Más tarde cursó estudios de imagen y sonido en Donostia, durante los cuales “trabajaba en Fase 3, para ETB, los fines de semana”. Luego llegaron otros trabajos como cámara y a finales de los 90 descubrió un tipo de cine documental, con títulos como En construcción, de José Luis Guerin, y realizó sus primeros videos, “al principio de manera amateur” y luego ya de manera profesional.

En todo este tiempo, eso sí, ha optado por el documental porque “la realidad ofrece una riqueza tremenda” y porque es el formato que le permite narrar “las historias que me interesan”, poniendo a las personas y los derechos humanos “en el centro”. “Me doy cuenta de que esta mirada está también los videoclips que hice con El Drogas sobre el tema del Alzheimer y, por supuesto, en el trabajo con Motxila 21”. Asimismo, echando la vista atrás, “veo de que tiendo a destacar lo colectivo. Así fue, por ejemplo, con El cementerio de las botellas, donde abordó la fuga masiva de la prisión franquista del Fuerte de San Cristóbal, y así ha sido en El vuelo de las libélulas, en el que relata la historia de un equipo de natación sincronizada formado por mujeres navarras que deciden practicar un deporte y competir a una edad, 50 y 60, nada habitual.

Una historia de empatía. Mariburruntzis

Alforja, rodando 'El vuelo de las libélulas'. Cedida

“Conocí a las Mariburruntzi Sinkro a través de la artista Alicia Otaegui, que forma parte del equipo”, comparte Alforja. Son 9 mujeres de entre 50 y 60 años muy distintas entre sí, con circunstancias físicas, vitales, laborales diferentes, que llevan 12 años juntas en este proyecto. “Al principio pensé que sería algo relacionado con el deporte y nada más, pero cuando empecé a grabar me di cuenta de que tenía ante mí una expresión de empatía, solidaridad y amistad, de que son un grupo extraordinario que se apoya y se entiende mutuamente. Y lo metafórico es que tienen que sincronizarse para crear algo bello”, añade el cineasta.

Este cortometraje acaba de ser escogido para integrar el catálogo Navarra Shortzinema 2023, “y ya varios festivales han mostrado interés por exhibirlo”, así que se puede afirmar que, después de 3 años de trabajo, esta película “inicia su vuelo”.

Incursión en la ficción. ‘La sima’

Además del estreno de este cortometraje, Iñaki Alforja tiene otras propuestas en distintas fases de desarrollo. Como La sima, con la que realizará su primera incursión en la ficción, “aunque con un enfoque documental”. La idea parte de 2017, cuando se produjeron las exhumaciones de los cuerpos de Josefa Goñi Sagardia y de seis de sus hijos/as de la sima de Legarrea, en Gaztelu. Se trata de uno de los crímenes más atroces de la Guerra Civil “y quería hacer un proyecto que estuviera a la altura”, cuenta el realizador navarro, que fue seleccionado para participar con él en las mentorías de la asociación DAMA. “He podido contar con la asesoría y el consejo de Oliver Laxe, un director muy inteligente en lo cinematográfico y en lo personal”.

La experiencia ha sido “muy intensa”, es el trabajo “más grande al que voy a enfrentarme” y “quiero hacerlo bien”. De ahí que ya esté tomando referencias estéticas de fotógrafos navarros como Ardanaz, Vergara o Sagardía y que tenga previsto rodar en 16 mm y en blanco y negro. 

La película aun está en una etapa incipiente, pero ya el próximo 25 de julio Alforja acudirá al Atlántida Film Fest para presentarlo ante televisiones y potenciales inversores.

En defensa de la creatividad. ‘Hitza’

En otro festival, en el citado Sunny Side of The Doc de La Rochelle, el cineasta presentó Hitza, documental en fase de idea que quiere ser un “canto poético a la creatividad humana”. “En estos tiempos de desarrollo de la inteligencia artificial, que genera textos más o menos efectivos, creo que hay que poner en valor el modo en que las personas contamos historias, miedos, esperanzas, deseos y ganas y voluntad de transformar el mundo en un lugar mejor”, dice Alforja. Para ello, tiene previsto hablar con creadores/as y pensadores/as influyentes como Nancy Fraser, Noam Chomsky o Gioconda Belli, entre otros/as. “Será un viaje real e imaginario a sus vidas, a sus deseos y a su obra”, continúa.

De momento, la idea ha tenido “buena aceptación” entre los fondos privados ante los que la presentó “y tendremos próximas reuniones”.

Sin duda, la creatividad es una constante también en la carrera de Iñaki Alforja, que más de tres décadas después de iniciarse en el mundo audiovisual sigue motivado “por la curiosidad”. “El corazón me dice que hay historias de las que no sé nada y que tienen que contarse, ese es el motor que hace que salgan adelante”, termina.

Otra imagen de 'El vuelo de las libélulas', en el puente de Nuevo Artica. Cedida