L’Arcadia, un club de cabaré barcelonés, 8 de enero de 1990. La alegría preolímpica y preexpo de Sevilla se palpa en el ambiente. La vedette Clara in the Dark sala a escena para estrenar su nuevo show, La Malpagá, acompañada de su fiel pianista y amiga, Marie Brizard. A través de su voz y de sus canciones, el público va a ser partícipe de su vida y de sus anhelos, de sus recuerdos y de la devoción incondicional por su amigo Jaime, Jaime Gil de Biedma, en un espectáculo creado como homenaje a todas las personas que por su condición o género fueron silenciadas.

¿Cómo acoge la función en La Cava?

Con mucha ilusión, como siempre. La Cava es un lugar gozoso, el festival es un marco referencial e importante dentro del panorama teatral de festivales de verano, y siempre con mucha alegría y muy agradecida.

‘La Malpagá (Cabaré canalla de un pasado cercano’ invita a disfrutar de una propuesta al más puro estilo de revista. ¿Qué le atraía del género como para revisitarlo?

El cabaré entendido como una herramienta de crítica social, de irreverencia, de sexo, de política, de elementos que permiten distorsionar y mostrar la realidad de una forma muy poliédrica.

Elementos de los que siempre estamos necesitados, sea cual sea el momento vital y social. 

Uf, sí. Creo que fomentar una mirada plural es mucho más interesante que generar una mirada única.

¿Cómo es L’Arcadia, ese club en el que se va a sumergir el público?

Pues L’Arcadia tiene significado porque en las fábulas La Arcadia representa el pueblo donde exite la felicidad, donde se puede vivir de una manera libre, feliz. Y L’Arcadia es aquí para los personajes y para el público un espacio de reflexión, de encuentro, de diversión, y es el lugar donde tanto el personaje protagonista que es Clara in the dark, La malpagá, como María Teresa, conocida como Marie Brizard, pueden ser, donde pueden existir como seres humanos.

“No hay que olvidar de dónde venimos y lo que hemos conseguido, porque podemos perderlo en horas”

Y a la vez el lugar donde el público puede proyectarse y proyectar sus libertades.

Sí, y el público es espectador y es partícipe. Se le sumerge en una noche de enero del año 1990 y en esa proyección de un futuro prometedor desde ese momento, cuando nosotros ya sabemos lo que ha ocurrido en esos treinta años, que se prometían muy felices y, bueno, a lo mejor las cosas no salieron como el personaje de Clara proyecta.

El espectáculo lo inspiraron unos versos de Jaime Gil de Biedma. ¿Qué significa su poesía para Ana Maestrojuán?

Más que los versos, me sedujo la obra y la vida del poeta. Me parece que es alguien muy complejo, muy difícil de juzgar desde nuestra perspectiva de hoy en día, porque tenía una vida muy muy controvertida, y me parecía interesante tanto su obra, que no es muy extensa, como sobre todo sus obsesiones: No volveré a ser joven, el Himno a la juventud... son poemas que a mí me marcaron hace muchos años y a través de su obra conocí su biografía. Es una persona muy muy compleja, un homosexual en la burguesía catalana de posguerra. No puede ser más contradictorio. Él se sentía profundamente de izquierdas perteneciendo al bando de los ganadores, y teniendo una situación social privilegiada nunca pudo ser feliz, porque nunca tuvo los arrestos suficientes como para dedicarse solo a la literatura. Es un personaje como todos somos al final, yo creo que somos muy muy complejos. Y eso me gusta, esa mirada poliédrica. No todo es blanco ni es negro.

Ángel García Moneo como la vedette Clara in the Dark y María Álvarez como la pianista Marie Brizard, en ‘La Malpagá’. Mikel Legaristi

El espectáculo homenajea a las personas que fueron silenciadas y a todos esos y esas artistas que tienen que continuar con el show a pesar de las condiciones duras de su día a día.

Sí. Para mí es dar voz a los que se les quitó, en este caso es por una condición sexual pero podría ser por una condición política, religiosa... se les quita, se les fulmina del mapa. Y también es una manera de mostrar que todos en la vida tenemos nuestra función, y que se te puede haber muerto el padre, un amigo o un amante, que tú tienes que seguir adelante. Y eso es lo que le está pasando a Clara, es la noche en que ha muerto su amante, Jaime, y el show continúa. Pero podemos entrar en ese otro pensamiento, el show continúa pero también tiene una tristeza que lo mata.

“A mucha gente se le dejó de nombrar para que dejara de existir;y tampoco hoy se quiere oír todo”

La homosexualidad reprimida y atacada, el maltrato, la violencia machista, son cuestiones que están en ‘La Malpagá’ y que siguen preocupando hoy, en un momento en que se corre el riesgo de retroceder en muchos derechos.

Eso es. Y tampoco todo se quiere oír a día de hoy. En este montaje se habla de ese silencio. En el momento en que no te nombras no existes, y a mucha gente se le dejó de nombrar para que dejara de existir. Y aquí se mete también el dedo en la llaga de la misoginia dentro del mundo homosexual, en que es muy diferente ser hombre homosexual a ser mujer homosexual, es muy diferente tener una posición económica y ser homosexual o no... se habla de esos matices, de que dependiendo de tu contexto socioeconómico se te considera de una manera u otra, o se te permite un cierto tipo de actitudes o no.

En lo político vivimos un momento en que se necesita mucha disidencia y reflexión para frenar a ese fascismo que se quiere imponer.

Sí, y yo creo que la falta de información facilita la vuelta de ese pensamiento único y autoritario. Y espectáculos de este tipo que no son dogmáticos, que no caen en el adoctrinamiento ni en el dogmatismo, son interesantes para hacer un retrato acerca de dónde venimos, qué hemos conseguido y, sobre todo, qué podemos perder. Y decirlo de una manera muy clara, divertida, emocionante y sobre todo reflexiva. A la compañía no nos gusta resultar didácticos, es mucho más interesante a nivel artístico plantear preguntas que respuestas. Esto es lo que pasó. Yo hasta que no empecé a investigar a fondo los represaliados en el tardofranquismo, en los años 60-70, a los que el personaje principal hace referencia, no me di cuenta de lo que se había hecho. Y eso es una desinformación. Es una manera de ponerlo sobre las tablas y decir: oye, que esto fue antes de ayer, que se dio antes la amnistía política en el 76 que la amnistía por homosexuales, a los que mantuvieron en la cárcel. Se trata de dar toques de atención de que no todo se consigue en un día, pero sí se puede perder en unas horas.

“La copla, el cuplé, el fandango, son la memoria musical de un país herido; nos pertenecen a todos y todas”

¿Qué se puede contar de las canciones y la puesta en escena de esta ‘Malpagá’?

Se puede contar que es una memoria emocional de un país herido, un país en que un sector se apropió de un folclore y unas coplas que pertenecían al pueblo, y que tristementeluego se asociaron a un sector nada más, y que es la memoria musical de un país: la copla, el cuplé, un fandango. Para mí también es un homenaje para nuestras abuelas y nuestros abuelos: poder cantar La chica del 17, recordar La malpagá, analizar la canción de Édith Piaf Es mi hombre... Es un viaje y es una contextualización sonora de una época, y también es reivindicar que esas canciones nos pertenecen a todos y a todas.

Por todo lo que hemos hablado, ¿entiende el teatro como emoción y como un espejo en el que reflejarnos y proyectarnos?

Es que no lo entiendo de otra manera. El teatro se nutre de lo que le pasa a la sociedad. No sé si es un espejo, a veces como diría Valle-Inclán a lo mejor es un espejo deformado de esta realidad, o nos muestra en lo que nos estamos convirtiendo. Y desde la compañía lo entendemos como un lugar primero de encuentro, porque se hace en comunidad; segundo, tiene que remover, y puede remover emociones tan dispares como el enfado, la rabia, la alegría, la empatía... Para mí es un lugar de encuentro comunitario con la sociedad. Porque lo que nos pasa a uno nos pasa a todos.

Es vital no perder esa comunidad, que no se imponga el individualismo al que parece que tendemos...

Es que si no... Estamos en una sociedad en la que tenemos todo al alcance de nuestra palma de la mano, tenemos un móvil que es una herramienta súper útil, pero también nos hace fijar la mirada solo en un punto. El teatro te hace mirar a más sitios, compartirlo con gente en un patio de butacas, respirar al unísono, emocionarte de la misma manera, o generar rechazo, por qué no. Entonces, más que herramienta social creo que es un bien. Algo gozoso.