Transcurrido algo más de un mes desde su fallecimiento en Madrid, Agustín González García de Acilu (Altsasu, 1929), volvió ayer a su pueblo, junto con su esposa, Carmen Ribot Salinas, su compañera de vida y madre de sus tres hijas, fallecida un año antes, en julio de 2022. Ambos descansan en el cementerio de la villa, a donde sus cenizas fueron llevadas por su familia después del funeral oficiado en la parroquia. “Fue decisión de toda la familia que descansaran aquí los dos juntos”, señalaron sus hijas al tiempo que apuntaron que “se cierra un círculo que empezó cuando oyó por primera vez a Bach en el órgano de la parroquia”.

Durante el funeral se recordó que el músico y compositor altsasuarra fue aprendiz metalúrgico en la fundición y también los años transcurridos en la Banda de Música, dirigida por Luis Taberna, su mentor. “Todo esto le marcó con un aprendizaje vital y le forjó en valores de compañerismo y amor por el trabajo bien hecho. Marchó pronto a Madrid, donde viviría el resto de su vida, y pudo viajar lejos para formarse, pero nunca dejó de sentir y de proclamar su raíz navarra y alsasuarra”, dijeron.

Las raíces de Carmen Ribot también están en Altsasu. No en vano, nació en el barrio de Ameztia. Aunque vivió toda su vida en Madrid, nunca perdió el contacto con su tierra y su familia, los Salinas, un apellido vinculado durante generaciones a esta localidad. que recuerda a su tío, el doctor Constantino Salinas en su centro de salud. En palabras de sus hijas, supuso un factor y un pilar fundamentales para que su padre pudiese cumplir su sueño de dedicarse a su pasión, a una vida en muchos momentos incierta.

Así, González Acilu volvió para siempre a su pueblo, de donde salió en 1950 para cumplir el servicio militar en Madrid, donde ingresó en la Banda de Música del Ejército del Aire. Allí permaneció hasta 1956 para costearse los estudios en el Conservatorio de Música de esta ciudad. Un año después se incorporó por oposición en el Cuerpo Nacional de Directores de Bandas de Música Civiles, cargo que nunca ejerció. Una vez finalizados los estudios, viajó al extranjero, gracias a una beca de la Institución Príncipe de Viana.

Docente durante décadas, en 1987 ingresó por oposición en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde impartió la asignatura de Armonía hasta su jubilación. Asimismo, fue profesor invitado en diferentes cursos.

En relación a su obra, se distingue por su coherencia formal, un catálogo concebido como un todo orgánico y caracterizado por un fuerte expresionismo y experimentación técnica constante. Destaca su interés e investigaciones en el campo de la lingüística y la fonética para exprimir el potencial expresivo de lenguas, entre las que ocupa un lugar importante el euskera.

Músico reconocido, en su palmarés destaca el Premio Nacional de Música, conseguido en dos ocasiones, en 1971 y 1998 además del Premio Príncipe de Viana de Cultura del Gobierno de Navarra en 2009, y Doctor Honoris Causa por la Universidad Pública de Navarra en 2011.