Síguenos en redes sociales:

Crítica del concierto de 'Malevaje' en la Sala Zentral

Crítica del concierto de 'Malevaje' en la Sala ZentralCEDIDA

CONCIERTO DE 'MALEVAJE'

Intérpretes: Antonio Bartrina (voz), Fernando Gilabert (contrabajo) y Fernando Giardini (bandoneón y guitarra acústica).

Fecha: 27/11/2023.

Lugar: Zentral (Sala 2).

Incidencias: Sala llena.

Que el mundo fue y será una porquería ya lo sabían los miembros de Malevaje, en 1984 y en el 2023, también. Pero en los treinta y nueve años que distancian esas dos fechas, el grupo ha sabido mantener vivo el curso de una carrera singular. “Como el tango nunca ha estado de moda, siempre está de moda”. Así explicaba Antonio Bartrina (miembro fundador y cantante) la pervivencia del combo, en entrevista concedida a este periódico. Y el público que llenó la sala 2 de Zentral demostró que esa afirmación es bien cierta. Son las ventajas de tener una personalidad marcada y de seguir siempre el camino propio, alejado de tendencias que, cuando intentas perseguirlas, ya se han esfumado.

Con bastante puntualidad, el trío que actualmente conforma Malevaje se subió al escenario. Al poco de empezar, pidieron unas bebidas a la barra y se arrancaron con Esta noche me emborracho, un viejo tango que ya cantaba Carlos Gardel. Antonio lo entonó de pie, golpeando el suelo con la suela de sus zapatos y cantando con decisión sus últimos versos: “Este encuentro me ha hecho tanto mal / que si lo pienso más / termino envenenao. / Esta noche me emborracho bien / me mamo bien mamao / pa’ no pensar”. De ahí saltaron a Tango amigo, compuesto por el propio Bartrina cuando solo tenía veinticinco años, como él dijo, por pura intuición.

La gira que están realizando se llama A corta distancia, y fue una verdadera delicia poder disfrutar del trío a escasos metros, con la buena acústica que ofrece la sala 2 de Zentral, apreciando con absoluta nitidez los sonidos del contrabajo (a veces tocado como tal, a veces como si fuera un violonchelo), al igual que los del bandoneón (que en ocasiones era sustituido por una guitarra acústica). Parecía música de cámara; una instrumentación básica, precisa y preciosa sobre la que se elevaba la voz varonil de Antonio, ungida por la sabiduría antigua de los maestros argentinos. En lo musical, tangos, pero no solo eso, pues también interpretaron algunos de sus boleros favoritos como Alma mía, o incluso un amago de rap, como el que introdujeron en mitad de Cambalache, cuando el cantante se caló una gorra de béisbol y movió los brazos cual joven estrella del hip hop.

Pero hubo más. Veinte años llevaba Fernando Gilabert sin componer una canción, y hace ocho entregó una ranchera titulada Amor de río que él mismo se encargó de interpretar. Después de esa, hizo lo propio con Tu recuerdo y yo, de José Alfredo Jiménez, que ya grabaron en la primerísima época de Malevaje. Al terminarla le dieron una sorpresa sus hijas, que habían venido a Pamplona sin que él lo supiera, y le acercaron a su emocionado padre un chupito de tequila. Después volvió Antonio, ya para rematar la actuación con Garufa, Si soy así y la hilarante Arroz blanco, para despedirse en un único bis con su inolvidable Margot, aquella vieja composición que dio título a su segunda referencia, allá por 1986. Efectivamente, ni el tango ni Malevaje pasan de moda.