Pedro Salaberri (Pamplona, 1947) se siente en casa mirando la naturaleza que le rodea desde la lejanía. Entonces se “libera”. El ruido que impera en el día a día desaparece, lo cotidiano se diluye.

El silencio habla, el paisaje lo impregna todo, con sus tonalidades y atmósferas siempre cambiantes, siempre efímeras; y el pintor toma la medida real de lo que el ser humano es, una pequeñez en la inmensidad, sintiéndose a la vez parte de esa inmensidad, sintiéndose el universo mismo.

Así vivido, “el paisaje es ese sitio donde puedes volar, salga el sol o no, esté gris o no, se ponga a llover o no”, dice Salaberri.

La naturaleza desde la lejanía, "un pacificador"

De esa conexión simple y pura con la naturaleza, que surge sobre todo en el caminar y el contemplar lentamente, nacen los cuadros del pintor navarro. Ventanas a horizontes de calma y serenidad que regeneran a quien los mira como regenera un paseo por el monte, la playa o el bosque.

La oportunidad de experimentarlo la brinda ahora la Casa de Cultura de Zizur Mayor, donde Pedro Salaberri expone su obra más reciente. Un recorrido por diecisiete parajes navarros, fruto del último año y medio de trabajo, entre los que destacan puentes que conectan caminos y pueblos, y paisajes de campo y monte contemplados desde la lejanía.

“Siempre me ha gustado mirar lejos. Yo no soy de los que va al monte y encuentra setas, yo siempre miro al fondo. Eso de la lejanía seguramente es un lenitivo, un pacificador. Tú miras al fondo y ahí las cosas del día a día se diluyen. Estás mirando al infinito y la mente se va, vuela a otro sitio. Es el aire, son los montes que se ven lejos, los pueblos que se ven lejos también..., eso me gusta”, dice Salaberri, últimamente también atraído por los puentes, y en especial los puentes medievales.

“Cada vez soy menos cronista y me atrevo más a meter colores que no están en lo que veo; eso me divierte”

Pedro Salaberri - Pintor

“Siempre me ha gustado el agua que viene de los manantiales, que baja del monte, los nacederos de los ríos, ese agua limpia, esa idea de la naturaleza todavía sin contaminar. Y empecé a pintar puentes, no sé si motivado por el año tan feroz que tuvimos de calor, y me di cuenta de que estaba pintando puentes medievales, que son de caminar, no puentes para cruzar de un lado a otro ni para ir corriendo, sino puentes que conectan pueblos, que conectan caminos por los que a mí me gusta andar”, cuenta.

La atracción por esos puentes, añade, “tiene que ver con la lentitud, con el ir tranquilo, con el hecho de que el caminar te permite ver con más detalle, que a mí me sirve para estar ahí arriba, en el universo, más que en lo cotidiano. En lo cotidiano tengo mi presente y me gusta, pero bueno, esto (dice señalando sus pinturas) es una especie de ensoñación”.

Imaginarse el mundo, aislarse del ruido

El Puente de la rabia en Zubiri, el de la Sielva en Lumbier, el de Burgui o el de Iroz están presentes en Zizur Mayor. “Son puentes para ir cerca del agua, cerca de los árboles. Siempre he querido andar tranquilo, andar cercano al árbol, a la nube, al río, porque me viene bien, porque me regenera. Esa es una idea que está muy presente en lo que hago últimamente y que va a seguir”, dice un Salaberri que cada vez más quiere “ir depurando, quitando lo que sobra” de sus pinturas. “Quisiera que nada sobre y que no falte nada. Y que los cuadros sean mágicos, que sean emocionantes, maravillosos. Esa es la pretensión”.

Y no ser muy discursivo. Dejar hablar a la naturaleza y al silencio. “Sobra mucho ruido en la vida. Las ciudades están bien, para un momento. Pero mentalmente cada vez estoy más en la tranquilidad. Y yo soy urbano y de gente; sin embargo, mentalmente necesito esta calma y este imaginarme el mundo”, dice el pintor, que disfruta de “ese carácter carnal” que tiene el óleo.

“Ahí sigo, suelo pensar que soy un dinosaurio pintando en óleo sobre lienzo, aunque creo que eso va a seguir toda la vida, que no lo vamos a ver desaparecer porque por mucho que hablemos de pantallas, los niños no hacen un garabato con un ordenador; necesitan una cera, un lápiz, y eso es vital. Y se puede hacer sin luz eléctrica, sin pantallas”, valora el pintor, que se pregunta “por qué las fotografías de los paisajes no están en las casas y hay cuadros de paisajes en las casas”.

“Siempre he querido andar tranquilo, cercano al árbol, a la nube, al río; porque me viene bien, me regenera”

Pedro Salaberri - Pintor

“Creo que hay un asunto ahí con que en la pintura hay alguien que interpreta, que pone lo suyo. El Loquiz que pinto no es el Loquiz que vemos con los ojos, es un Loquiz que yo recreo. Es una realidad, otra cosa que añades a lo que conoces. Eso me gusta. Fotografías hay maravillosas, pero yo no me pongo fotos de paisajes, me voy al paisaje”, reflexiona.

Cada vez "menos cronista" con el color

En cuanto al color, Salaberri es cada vez "menos cronista" de la zona que habita y de los montes por los que anda. “Me empeño en inventarme cosas. Para mí la pintura también es placer, es disfrute, y cada vez me atrevo más a meter colores que no son los que están ahí. Porque me apetece y me divierte. Ahí recupero el placer de jugar”, dice, apuntando su predilección ahora por los azules, los malvas y rosas. “Casi me tengo que atar la mano porque si no lo pintaría todo de rosa”, dice, sonriente.

La naturaleza que pinta, eso sí, tiene que ser una naturaleza “vivida”. “Son lugares por los que suelo caminar. Tengo muy cerca el Baztan, el Pirineo... Te vas a Zariquiegui, subes por el Camino de Santiago al monumento del Perdón y a diez minutos tienes un paisaje de los Pirineos y la Cuenca de Pamplona. Y yo desde mi casa paseando en diez minutos estoy en el Valle de Aranguren, en los campos de cereal; eso es un privilegio del que soy muy consciente”, dice Salaberri, asegurando que el paisaje de la cuenca le ha “conformado”; ese “paisaje sereno, en el que ves los pueblos chiquititos, que no ocupan todo porque lo que es grande es el campo. De tanto ver y disfrutar eso, me ha conformado, hace que ese sea el paisaje de mi vida”, concluye.

LA EXPOSICIÓN

  • Qué. Obra más reciente del pintor navarro Pedro Salaberri (Pamplona, 1947). Diecisiete estampas de parajes navarros con los puentes y los paisajes contemplados desde la lejanía como protagonistas. Izaga y Laquidain, la Sierra de Loquiz, la Higa de Monreal, Belate, Baztan, la Ulzama, puentes de Burgui, Iroz, Zubiri o Lumbier están presentes en la muestra.
  • Dónde. Casa de Cultura de Zizur Mayor (Parque Erreniega, 25).
  • Cuándo. Inaugurada ayer 3 de noviembre, la exposición permanecerá visitable hasta el 17 de diciembre, en el siguiente horario: de lunes a sábado de 19.00 a 21.00 horas, y domingos y festivos de 12.00 a 14.00 horas.