La Librería Walden, ubicada en la calle Paulino Caballero 31, celebra su décimo cumpleaños convertida en un verdadero referente cultural en Pamplona.

Se abrió el 19 de diciembre de 2013 por Daniel Rosino Idiázabal, quien ya tenía siete años de experiencia en la Librería Gómez. La librería se estableció en un local que anteriormente pertenecía a los padres de Daniel, quienes hasta su jubilación tenían una tienda en el lugar. La idea de lanzar este negocio había estado en la mente de Rosino durante años, por lo que abrirla fue cuestión de buscar el momento idóneo para ello.

El nombre de la librería, Walden, hace referencia al libro del mismo nombre del escritor americano David Henry Thoreau, del cual Rosino considera que “como todos los clásicos, sus múltiples lecturas son infinitas”. El libro detalla la experiencia de alguien que se retira al bosque, que necesita respirar, que quiere empezar algo desde dentro, desde el corazón. Con esta filosofía, nace la librería. “Leer es un proceso de búsqueda y no termina nunca. Y los libros nos acompañan en ese camino”, destacó Daniel Rosino.

Cuando concibió la idea de la librería, deseaba honrar el espíritu que Thoreau describe al hablar de “su amor por la vida sencilla y genuina, y su devoción por la naturaleza y la libertad”. Aspiraba a mantener esa esencia, creando un espacio que evocara la icónica cabaña en el bosque donde Thoreau escribió Walden.

Entrada de Walden Librería Café Iñaki Porto

Este espacio fue, además, uno de los primeros en Pamplona en ser concebido como un punto de encuentro además de un mero punto de venta de libros, de ahí su denominación de Librería-Café. 

La idea del café, de hecho, surgió en el último momento, cuando se pensó en agregar un complemento a la visión de la librería. Esta no solo tenía que ser un lugar donde la gente comprara libros, sino donde también pudiera disfrutar de su estancia. Por ello, se ideó la inclusión de un café y espacios para sentarse, para fomentar encuentros y que la gente pueda disfrutar del ambiente.

Walden se caracteriza por tener una variedad de ensayos en sus estanterías, pero en palabras de Rosino, no se trata de nada académico. “No nos interesan tanto los especialistas como las miradas amplias, generales, equilibradas”, manifestó. Afirmó que siempre se vende más la narrativa, la novela concretamente, pero prestan mucha atención a las diferentes formas de la memoria como las biografías, libros de conversaciones o las correspondencias, que les encantan y tienen también secciones de ciencia, arte, filosofía, historia o religión.

Balance positivo

El balance que el propietario hace de estos diez años de actividad es muy positivo, además de haber hecho muchos amigos, Rosino piensa que seguir en pie después de tanto tiempo es “una pequeña victoria”. Mirando atrás, ve todo este recorrido como “una ficción, como una novela de aventuras”.

En los últimos años, la digitalización ha impactado significativamente al sector de las librerías en el Estado, con un descenso notable en las ventas físicas de libros. Según datos recientes, las ventas en formato digital representan aproximadamente el 20% del mercado total de libros en el país. “Naturalmente que Amazon afecta pero no solo al negocio de las librerías sino al conjunto de la sociedad”, destacó Daniel Rosino, que añadió que “basta con pensar cuánto dinero de los impuestos de Bezos o del beneficio de Amazon revierte en la educación o la sanidad navarra: la respuesta es cero”.

Sin embargo, Rosino considera que, a pesar de todas las transformaciones que han tenido lugar a lo largo de esta década, la figura del librero no ha cambiado tanto. “Era y es alguien que oriente entre todo lo que se edita (que es demasiado), pero es el lector el que hace bueno al libro” destacó, a lo que añadió que los consejos entre él y los lectores son de ida y vuelta, y que “los libreros aprenden más de los clientes que ellos de nosotros”, algo que, afirma, saben todos los que se dedican a este oficio.

A lo largo de esta década de actividad, además, percibe que su relación con los usuarios se ha estrechado gracias a esta reciprocidad. “Entre los clientes y nosotros hay una relación recíproca, nuestros gustos, nuestras miradas, como que de alguna forma se van asimilando discretamente, van convergiendo, se van encontrando poco a poco”, destacó. Al ser preguntado por qué personas destacadas han pasado por la librería en la última década, expresó que, en Walden, “relevantes son todos los que entran por la puerta”, que no hacen distinciones. Con respecto a los escritores que han presentado sus libros en este espacio, remarcó que “escuchar y conocer a los escritores es algo bonito aunque a veces suceda el efecto contrario, alguno puede quitarte las ganas de leer sus libros”. Para Rosino, hablar en público no es lo mismo que escribir, son dos mundos distintos, a veces opuestos. 

A lo largo de estos diez años han pasado por Walden muchos títulos, pero el libro que más han vendido en estos diez años es la edición de Errata Naturae de Walden El infinito en un junco, de Irene Vallejo y Hamnet, de Magie o’Farrell completan el trío. Por otro lado, Rosino afirmó que la pregunta que más veces le han hecho es si ha leído determinado libro. “’¿Has leído este libro?’, preguntan muchas veces sin saber que lo acabamos de desembalar un minuto antes”, expresó.

Rosino opina que un librero debe ser un buen lector, pero no es la única condición. Para él, también es necesario saber relacionar los libros con los lectores, entender la metafísica del negocio y administrar bien las tienda, de la misma manera que hay que administrar bien la economía doméstica. No obstante, incidió en que “hay que leer de todo”.

Para Daniel Rosino, el futuro del libro es prometedor. “En esta vorágine en la que vivimos, con las prisas, la ansiedad, el ruido, la estupidez, el libro puede ser de los pocos espacios para la cordura, la reflexión, la lentitud, el silencio…”, sentenció, “uno de los pocos caminos que puedan verdaderamente enderezar la situación. Deberían recetarlo los médicos”.